Imbatible ingenier¨ªa milenaria
En Filipinas se conservan algunos de los bancales de arroz m¨¢s antiguos, muestra del ingenio ancestral de sus campesinos. Sin embargo, los tifones y la globalizaci¨®n los han puesto en peligro
Desde lo alto de la monta?a, la vista es espectacular. El valle cede parte de su belleza natural para ganar otra propia de una escultura social. De hecho, la Unesco describe los bancales de arroz de Banaue, en el norte de Filipinas, como "la perfecta interacci¨®n de lo f¨ªsico con lo sociocultural, econ¨®mico, religioso y pol¨ªtico", a lo que la FAO a?ade que se trata de "la manifestaci¨®n de una fuerte conexi¨®n entre naturaleza y cultura, y la muestra de un esp¨ªritu innovador decidido a maximizar el uso de los recursos para la producci¨®n de comida".
Ninguno de los dos organismos internacionales se queda corto. Tampoco quienes aseguran que se trata de una de las "ocho maravillas del mundo". Porque el complejo sistema de irrigaci¨®n que permite la plantaci¨®n de arroz en pendientes situadas a m¨¢s de mil metros de altura, que, de forma natural, jam¨¢s habr¨ªan albergado el cultivo de este cereal, es un milagro de la ingenier¨ªa agr¨ªcola que ha servido para alimentar a cientos de miles de personas. Son, como apunta la Unesco, "una contribuci¨®n a la humanidad que no tiene precio". Es una obra de arte con un sentido pr¨¢ctico, "la ¨²nica que no se ha visto influenciada por los poderes coloniales".
Si se sumase la longitud de todas las terrazas, que ocupan m¨¢s 10.300 kil¨®metros cuadrados, unir¨ªan Filipinas y Espa?a
Los bancales esconden una gran biodiversidad, que la FAO estima en casi 300 especies diferentes de ¨¢rboles y animales
Si se sumase la longitud de todas las terrazas, que ocupan m¨¢s 10.300 kil¨®metros cuadrados, conseguir¨ªan unir Filipinas y Espa?a. Mayor todav¨ªa es la longitud de la intrincada red de canales, conductos subterr¨¢neos, represesas y t¨²neles que distribuye tanto el agua de lluvia como el de algunos acu¨ªferos subterr¨¢neos. Poco l¨ªquido se desperdicia en el camino, y el dise?o permite que hasta el ¨²ltimo rinc¨®n reciba suficiente para saciar la gran sed del cereal.
A pesar de que todo el sistema tiene m¨¢s de dos mil a?os de Historia -hay quienes incluso datan las secciones m¨¢s antiguas hacia el a?o 650 antes de Cristo-, y aunque sigue siendo explotado de forma colectiva seg¨²n las pautas tribales tradicionales de los Ifugao, todav¨ªa hoy sigue siendo viable su explotaci¨®n, en la que s¨®lo se utilizan variedades locales de arroz, algunas de las cuales pueden germinar incluso a temperaturas cercanas a los cero grados.
"No permitimos el uso de transg¨¦nicos ni de arroces importados, aunque hab¨ªa quienes estaban a favor de hacerlo, ni materiales que puedan da?ar la tierra o no est¨¦n en armon¨ªa con el paisaje, como lo est¨¢ el bamb¨². Adem¨¢s, los pesticidas est¨¢n muy limitados, porque preferimos utilizar diferentes tipos de plantas que sirven para mantener alejadas a las plagas. As¨ª hemos conseguido que variedades aut¨®ctonas como la tinawon no se extingan, y que la tierra no est¨¦ contaminada", asegura Yaman Tayaban, uno de los agricultores que mantiene en buen estado los arrozales, una ardua tarea que incluye recomponer las paredes de barro y piedra que sujetan cada terraza "en las peores condiciones meteorol¨®gicas".
No obstante, Tayaban reconoce que, ahora, "la mayor¨ªa de los ingresos llega a trav¨¦s del turismo". De hecho, Banaue se ha convertido en uno de los imanes m¨¢s potentes para los amantes del senderismo. Porque los bancales no son s¨®lo una bonita postal, tambi¨¦n esconden una gran biodiversidad, que la FAO estima en casi 300 especies diferentes de ¨¢rboles y animales, y una cultura guerrera, la de los Ifugao, que no sucumbi¨® a la colonizaci¨®n espa?ola y que a?ade misterio y color al paisanaje que salpica las diferentes rutas existentes para descubrir los diferentes grupos de bancales.
No obstante, todo el conjunto est¨¢ en peligro. "Cada vez somos m¨¢s viejos los que trabajamos aqu¨ª", cuenta Tayaban. "Los j¨®venes se van a la ciudad en busca de trabajos en los que pagan m¨¢s y que son menos duros, o se limitan a trabajar como gu¨ªas tur¨ªsticos". Esto ¨²ltimo provoca pol¨¦mica, como demuestra el enfado de otro de los agricultores, Rolando Baisij, cuya gloria pret¨¦rita se escenifica con la multitud de huesos que hacen de su vivienda un lugar ciertamente inquietante: "Trabajamos la tierra y, aunque se paga mejor que el de otras zonas, el arroz nos da justo para sobrevivir. Mientras tanto, otros se enriquecen paseando con turistas por un lugar que se mantiene gracias a nuestro sudor, y ni siquiera son de aqu¨ª", dice Baisij.
Jaypo Guinyang es uno de los que s¨ª han nacido en Banaue, y reconoce que si bien el turismo es un aliciente econ¨®mico para mantener en buen estado los diferentes bancales de la regi¨®n, lo cierto es que la mayor¨ªa de las ganancias no llegan a los bolsillos de los lugare?os. "Y, con el flujo de visitantes los arrozales ,se erosionan mucho m¨¢s. Es necesario estar repar¨¢ndolos continuamente, y muchos son demasiado mayores como para hacerlo". Jaypo Guinyang ofrece sus servicios como gu¨ªa en los arrozales: jayguinyang@yahoo.com
Adem¨¢s est¨¢ el da?o que causan los tifones, tan importante que muchas veces queda sin reparar. Para evitar que finalmente los bancales caigan en la ruina, este mes el Senado de Filipinas ha aprobado una resoluci¨®n que urge al Ejecutivo a tomar medidas para su conservaci¨®n. Seg¨²n datos oficiales, los tifones Pedring y Quiel han destrozado este a?o m¨¢s de 102.000 metros c¨²bicos de estas terrazas, y si los pol¨ªticos no llevan a la pr¨¢ctica sus buenas palabras, as¨ª quedar¨¢n.
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