Palo a la prensa
La Comisi¨®n Nacional de la Competencia se?ala distorsiones en un mercado deprimido
La Comisi¨®n Nacional de la Competencia ha multado a dos empresas period¨ªsticas, PRISA, editora de EL PA?S, y Zeta, de El Peri¨®dico de Catalunya, que hab¨ªan establecido un acuerdo de comercializaci¨®n conjunta de los espacios publicitarios de los peri¨®dicos de ambos grupos, por considerar que pod¨ªa alterar la competencia en el mercado publicitario. El procedimiento fue iniciado por la CNC despu¨¦s de que ambas empresas comunicasen voluntariamente al regulador un acuerdo de concentraci¨®n al que dieron publicidad y del que especificaron que estaba pendiente de su visto bueno. Durante su tramitaci¨®n, el organismo ampli¨® la investigaci¨®n a un acuerdo anterior de 2002, ya deca¨ªdo, por el que se comercializaba conjuntamente la publicidad de los suplementos El Pa¨ªs Semanal y El Dominical,sin que hubiera denuncia ni objeciones por parte de competidores, agencias de publicidad o anunciantes. Aunque el ¨²ltimo de los acuerdos nunca entr¨® en vigor, porque estaba condicionado a su autorizaci¨®n, inexplicablemente la CNC ha multado a Zeta con 75.931 euros y a PRISA con 478.611 euros.
Ambas empresas han recurrido las resoluciones y multas, entre otras razones por los antecedentes de anteriores actuaciones del regulador que se resolvieron sin sanciones, con la aceptaci¨®n por la autoridad de la terminaci¨®n convencional del acuerdo decidido por las empresas editoras.
La prensa impresa se halla en una crisis profunda, que ha eliminado millares de puestos de trabajo y situado en dificultades a numerosas empresas por el descenso de las ventas, fruto del auge de los medios digitales, y por la ca¨ªda de la publicidad, debido a la recesi¨®n econ¨®mica. Los pactos entre empresas para gestionar conjuntamente espacios publicitarios responden a estrategias para reforzar su posici¨®n en el mercado, algo que de ninguna manera causa perjuicios a los anunciantes y de lo que depende, en cambio, la posibilidad de sostener el pluralismo y garantizar la libertad de expresi¨®n.
Es muy escaso el apoyo que encuentra la prensa por parte de las Administraciones en un momento de enormes dificultades para el sector en todo el mundo, pero lo menos que se debiera pedir a los organismos reguladores es que con sus actuaciones no ayuden a hundirla. Un organismo que vela por la competencia no puede guiarse por un fr¨ªo reglamentismo ajeno a la realidad: las crecientes dificultades de un sector crucial para la democracia.
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