Comprar por comprar
Tres de cada cien europeos son adictos a las compras Algunos se convierten en enfermos que requieren terapia de desintoxicaci¨®n
El consumo es la base sobre la que se sustenta nuestro sistema econ¨®mico. Un sistema que, parad¨®jicamente, ha visto tambalear sus cimientos en los ¨²ltimos a?os por el consumo excesivo de personas que no pudieron hacer frente a sus deudas.
El Informe europeo sobre problemas relacionados con la adicci¨®n al consumo, h¨¢bitos personales de compra y sobreendeudamiento, coordinado por la Comisi¨®n Europea a trav¨¦s del Instituto Europeo Interregional de Consumo, revela que uno de cada tres europeos compra m¨¢s de lo que necesita y que en cinco de cada 100 casos esta afici¨®n desmesurada est¨¢ catalogada como una enfermedad psicol¨®gica que requiere terapia. El documento, construido sobre una muestra de 1.354 cuestionarios, pone de manifiesto un leve desequilibrio entre g¨¦neros. Los expertos registraron un 32% de hombres adictos a las compras frente a un 34% de mujeres.
¡°La cog¨ªa y la pon¨ªa a pelar patatas, para que sepa lo que es ganarse la vida¡±, dice con desprecio una se?ora que pasa junto a una joven enfundada en un vestido negro en la calle de Ortega y Gasset de Madrid. La chica recorre la Milla de Oro con ansiedad hasta que se para frente a un escaparate donde contempla con deseo un par de zapatos. Llora detr¨¢s de unas gafas enormes y se arrodilla en la acera. Saca de su bolso Louis Vuitton una barra de carm¨ªn rojo para escribir en un cart¨®n la frase: ¡°Pido para un Chanel¡±. Acto seguido, la veintea?era se limpia el r¨ªmel de la cara y alarga la mano ante la mirada estupefacta de los viandantes.
La onioman¨ªa se diagnostic¨® por primera vez hace m¨¢s de 30 a?os
Esta escena, representada en 2009 en pleno barrio de Salamanca, era en realidad una ficci¨®n. La artista Yolanda Dom¨ªnguez se propuso hacer meditar a sus espectadores involuntarios sobre la adicci¨®n a las compras con un living, una t¨¦cnica teatral en la que se escenifica la realidad sin que el p¨²blico sepa que est¨¢ contemplando una representaci¨®n.
Su estrategia funcion¨®. Algunos, divertidos, le lanzaron un par de monedas, otros le dedicaron improperios, e incluso un abogado se acerc¨® a la actriz y le entreg¨® su tarjeta de visita junto a un augurio: ¡°La necesitar¨¢s para tramitar tu divorcio¡±. ¡°La interpretaci¨®n puede parecer exagerada, pero no es ninguna comedia. Representa una enfermedad real¡±, advierte Dom¨ªnguez.
Un grupo de investigadores de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, la P¨²blica y la Polit¨¦cnica de Valencia ha desarrollado un modelo matem¨¢tico para calcular el ¨ªndice de adictos a las compras. Seg¨²n sus estimaciones, actualmente casi el 40% de la poblaci¨®n espa?ola es sobrecompradora, y un 17% ha convertido su manera de consumir en patolog¨ªa. ¡°Hicimos un estudio en 2001 y otro en 2010. El n¨²mero de adictos a las compras ha pasado de un 10% a un 16% en ese periodo, y de aqu¨ª a cuatro a?os el porcentaje podr¨ªa aumentar hasta situarse en un 18%¡±, se?ala Paloma Merello, una de las investigadoras. La economista entiende que este repunte en mitad de la crisis podr¨ªa deberse al contagio social, es decir, a la influencia que tienen las personas de su entorno sobre nuestro comportamiento.
Ecologistas en Acci¨®n considera que es imprescindible erradicar estos vicios sociales para alcanzar un modelo de consumo m¨¢s equitativo y menos despilfarrador. Esa es la filosof¨ªa que sostiene el D¨ªa sin Compras que se celebr¨® el pasado 28 de noviembre, coincidiendo con el Black Friday, d¨ªa en que se inaugura la temporada de compras navide?a en Estados Unidos. ¡°No se trata de erradicar el consumo totalmente, sino de comprar con cabeza¡±, defiende el vocal de Consumo responsable de esta organizaci¨®n, Isidro Jim¨¦nez. ¡°Estamos instalados en una cultura de usar y tirar donde la generaci¨®n de basuras ha pasado en los ¨²ltimos 30 a?os de menos de medio kilo de desechos por persona y d¨ªa a casi un kilo y medio en la actualidad, de los cuales la mitad son envoltorios y embalajes. No podemos seguir a ese ritmo. Nuestro estilo de vida es enfermizo¡±, sentencia.
Cuando la afici¨®n por comprar se convierte en obsesi¨®n recibe el nombre de onioman¨ªa, una palabra que proviene del griego y que significa ¡°locura por comprar¡±. Es una de las llamadas adicciones sociales, trastornos en los que no existe dependencia de una sustancia, sino de una actividad socialmente aceptada.
Un enfermo por las compras tarda una media de 10 a?os en solicitar ayuda
A Mar¨ªa Dolores le cost¨® asumirlo m¨¢s de dos a?os. Esta malague?a de 40 a?os mantuvo su obsesi¨®n por las compras escondida durante a?os. Su marido y sus dos hijos ve¨ªan con resignaci¨®n c¨®mo cada mes gastaba ¨ªntegramente su sueldo de 2.000 euros en ropa, pero lleg¨® un momento en el que no fueron suficientes. Mar¨ªa Dolores acudi¨® a cr¨¦ditos y pr¨¦stamos hasta que su situaci¨®n econ¨®mica se hizo insostenible. Muchos adictos no reconocen su enfermedad hasta que se ven ahogados por las deudas. ¡°Un adicto tarda una media de 10 a?os desde que empieza a tener problemas hasta que pide ayuda, y el detonante siempre es el mismo: la ruina econ¨®mica¡±, explica Javier Garc¨¦s, experto en psicolog¨ªa del consumo.
Cuando Mar¨ªa Dolores habl¨® con una amiga para que la ayudara a hacer frente a las deudas, esta acept¨® poniendo una sola condici¨®n: que acudiera a un grupo de terapia. Mar¨ªa Dolores no encontr¨® ninguna asociaci¨®n especializada en la adicci¨®n a las compras, as¨ª que, desesperada, acudi¨® durante un a?o a una asociaci¨®n de ayuda a la drogadicci¨®n. ¡°Me intentaron ayudar, pero me sent¨ªa sola, me sent¨ªa diferente¡±. Las cosas no hab¨ªan mejorado mucho cuando conoci¨® la Asociaci¨®n Malague?a de Adictos al Juego en Rehabilitaci¨®n (Amalajer).
Amalajer es una de las pocas asociaciones espa?olas que cuentan con grupos de terapia para atender a los oniomaniacos. Las familias de los adictos a las compras tienen su propio tratamiento. En el caso de Mar¨ªa Dolores, su marido acude a una terapia independiente de la suya en la que le ense?an a sobrellevar la rehabilitaci¨®n.
La psic¨®loga Mar¨ªa del Mar Mart¨ªn cree que el problema est¨¢ en lo mucho que nos importa aparentar ser lo que los dem¨¢s esperan de nosotros: ¡°Vivimos en un mundo en el que no todo es maravilloso, donde siempre hay un cierto grado de angustia y muchas veces la salida es intentar tapar ese agujero con alg¨²n tipo de consumo¡±. Esta patolog¨ªa se diagnostic¨® por primera vez en Estados Unidos hace m¨¢s de 30 a?os y est¨¢ recogida en el Manual de diagn¨®stico de enfermedades mentales de ese pa¨ªs.
No se trata de erradicar el
consumo, sino de comprar con cabeza¡±,? dice un experto
La onioman¨ªa puede llegar a afectar f¨ªsicamente al enfermo, provoc¨¢ndole dificultad para respirar, mareos, sudoraci¨®n y ataques de ansiedad si no consigue comprar. ¡°El mono es como el de un drogadicto. Exactamente igual¡±, asegura Mar¨ªa Dolores con voz tr¨¦mula. Esta adicta a las compras conf¨ªa en que alg¨²n d¨ªa lo superar¨¢, pero confiesa que no conoce a nadie que se haya rehabilitado.
Ricardo cree haberlo conseguido. A pesar de haber estado dos a?os en terapia, a¨²n tiene que hacer una lista con lo que necesita antes de ir a la compra y entregarle los tiques a su novia al llegar a casa. Estas limitaciones le permiten mantenerse a raya, pero sigue sin atreverse con las tarjetas de cr¨¦dito.
Ricardo comenz¨® a comprar compulsivamente a los 15 a?os: ropa deportiva, perfumes y videojuegos. Algunos d¨ªas sal¨ªa con 1.500 euros en el bolsillo. Se gastaba el sueldo de su novia y ped¨ªa dinero prestado a sus vecinos y amigos. Pas¨® el tiempo y lo que parec¨ªan caprichos comenzaron a convertirse en s¨ªntomas de una patolog¨ªa. A esto hubo que sumarle dos adicciones m¨¢s: el juego y la coca¨ªna. Nadie en su entorno sospechaba nada, pero un d¨ªa sac¨® 2.000 euros de la cartilla familiar. Ese fue el detonante que hizo que sus familiares le obligaran a ingresar en Amalajer, donde consigui¨® superar su adicci¨®n.
Sin embargo, la rehabilitaci¨®n nunca es completa. La luz de los escaparates brilla para siempre, y Ricardo no podr¨¢ pasear por un centro comercial como si nada. ¡°Esto no se cura. Voy a ser comprador y jugador para siempre¡±, explica resignado.
Ni Ricardo ni Mar¨ªa Dolores han tomado f¨¢rmacos durante la terapia. Sin embargo, algunos psiquiatras estadounidenses como Donald Blank (Universidad de Iowa) y Susan McElroy (Universidad de Cincinnati) han empezado a probar antidepresivos ¡ªla sertralina y la fluoxetina (el famoso Prozac)¡ª para tratar a los compradores compulsivos. La psic¨®loga Mar¨ªa del Mar Mart¨ªn no se muestra partidaria de esta soluci¨®n: ¡°Si nos limitamos a medicar a los pacientes, puede que sustituyamos una adicci¨®n por otra¡±. En lugar de esto, la psicoanalista propone un tratamiento farmacol¨®gico combinado con una terapia de conducta ¡°para que los compradores retomen el control de sus actos¡±.
Algunos psiquiatras utilizan sertralina y fluoxetina para tratar
esta enfermedad
Lo mejor es empezar desde la base para prevenir una adicci¨®n. As¨ª lo piensa la economista Paloma Merello: ¡°La soluci¨®n es educar en un consumo responsable y a un entendimiento inteligente de la publicidad y el marketing¡±. En su opini¨®n, no hace falta dejar de ser un urbanita para llevar una vida sostenible.
Las grandes ciudades tambi¨¦n ofrecen posibilidades de respetar el medio ambiente y no consumir m¨¢s de la cuenta. Toni Lodeiro ha escrito Consumir menos, vivir mejor, un libro lleno de consejos para ahorrar energ¨ªa y reducir las compras. Lodeiro no rechaza el consumo ¡°de forma tajante¡±: ¡°El consumo no es malo, es un medio, pero si lo convertimos en fin, habremos pervertido su funci¨®n¡±, concluye.
En la calle del Arenal de Madrid, una de las zonas m¨¢s comerciales de la capital, hay un establecimiento en el que el consumo se vive de forma responsable. En Adelita, el valor de los objetos se mide en puntos. Es el primer local de trueque urbano de Espa?a, y en ¨¦l se puede encontrar desde una bicicleta de circo a un CD. Tras pagar la cuota inicial, que oscila entre los 8 y los 20 euros, el dinero no sirve para nada entre estas cuatro paredes. Entre sus clientes hay algunos adictos a las compras que acuden regularmente a este local como terapia para salir de su consumo desmedido.
Laura Ca?ete, una de las fundadoras de Adelita, explica que es ¡°una iniciativa sin ¨¢nimo de lucro¡±, solo ganan el dinero justo para mantenerse, pero Ca?ete considera la experiencia ¡°todo un ¨¦xito¡±. La idea es trasladar el proyecto a otras ciudades como Barcelona, Bilbao o Ibiza. Adelita tiene 13 socios fundadores y m¨¢s de mil asociados entre permanentes y temporales.
Algunos colectivos impulsan actividades para ense?ar a practicar un consumo responsable
La iniciativa no se reduce solo a la recuperaci¨®n del trueque, va m¨¢s all¨¢. ¡°Damos cursos de concienciaci¨®n para ense?ar a la gente a llevar un consumo responsable¡±, explica Ca?ete, ¡°ideas pr¨¢cticas para mantener la econom¨ªa familiar¡±.
En Adelita, la ropa es lo que m¨¢s se intercambia, y no es de extra?ar. Cada espa?ol se gasta al a?o una media de 620 euros en prendas de vestir, un 5,5% de su presupuesto anual. Con el fin de reducir el consumo masivo de prendas, que temporada tras temporada se ven sustituidas por nuevos modelos, naci¨® Ekorropa. Esta cooperativa del Pa¨ªs Vasco propone el reciclaje de ropa como una necesidad para frenar esta tendencia impulsada por las grandes cadenas. La gente deposita las prendas que ya no necesita en los m¨¢s de 300 contenedores que tienen repartidos por cuatro ciudades de la comunidad. M¨¢s de tres millones de kilos anuales que pasan a convertirse en nuevos textiles o se exportan a trav¨¦s de ONG a Europa del Este. Las que est¨¢n en mejor estado las venden en las 10 tiendas que tienen en la regi¨®n. En uno de estos locales, un jersey sale por ocho euros, mientras que en una multinacional como H&M puede costar m¨¢s del triple. Una forma de enfrentarse a una industria que gasta 11.000 litros de agua para hacer unos pantalones vaqueros, la suficiente para llenar 39 ba?eras.
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