El profesor, a examen: premio o despido
Estados Unidos e Inglaterra aumentan la presi¨®n sobre sus docentes para obtener resultados ?Es un modelo exportable?
Carrera profesional, evaluaciones externas, rendici¨®n de cuentas, incentivos, premios y castigos. Estas palabras sobrevuelan desde hace a?os los sistemas educativos de todo el mundo sin que nadie termine de hacerse con ellas. Para unos representan una necesidad ineludible para mejorar la ense?anza y para otros, perversiones neoliberales que pueden desvirtuar el sentido de la educaci¨®n.
En Espa?a, en un contexto de recortes presupuestarios que tiene a la comunidad educativa muy crispada, el af¨¢n del nuevo Gobierno ¡ªseg¨²n el programa electoral del Partido Popular¡ª pasa por cambiar el sistema de acceso para intentar contratar a los mejores profesores para la ense?anza p¨²blica y por intentar de nuevo (se ha intentado y fracasado varias veces) crear una carrera docente para que los maestros de las aulas p¨²blicas puedan mejorar sus condiciones a base de m¨¦ritos.
Mientras, en Estados Unidos e Inglaterra van mucho m¨¢s all¨¢ y gana fuerza la idea del premiar a los docentes que obtengan buenos resultados y castigar, es decir, incluso despedir, a los malos, un tema peliagudo como pocos, sea cual sea su estatus laboral.
Muchos maestros dependen ya de los resultados de sus alumnos en EE UU
En Estados Unidos, aparte de iniciativas como la de California (desde 2010, los padres de un colegio p¨²blico pueden hacerse con el control del centro, imponer nuevas normas a los profesores e incluso despedirlos), una iniciativa federal (Race to the top, en ingl¨¦s, Carrera hacia la cima) consiste en dar dinero extra a los Estados si, entre otras cosas, miden la eficacia de los docentes por medio de ex¨¢menes externos a sus alumnos; los malos resultados pueden acabar en despidos. Uno de los ¨²ltimos Estados en hacerlo ha sido Nueva York. Su gobernador, el dem¨®crata Andrew Cuomo, pidi¨® al consejo rector de Educaci¨®n que en el proceso de evaluaci¨®n de los maestros, entre el 20% y el 40% obedezca a las notas de sus alumnos en ex¨¢menes unificados a nivel estatal y federal. Adem¨¢s, ese consejo ha dise?ado decenas de pruebas estatales que se a?adir¨¢n a las que ya existen de matem¨¢ticas, lengua y conocimientos generales. Los profesores que no logren mejoras y sean considerados ineficaces en dos cursos seguidos pueden ser despedidos.
Diversos Estados someten a sus profesores a una evaluaci¨®n en una escala que abarca de ¡°ineficaz¡± a ¡°altamente eficaz¡±. Los Estados eligen si se someten a ese programa, que contiene subsidios de 4.350 millones de d¨®lares (unos 3.000 millones de euros).
No es incentivarles, sino hacerles ¡°trabajar a destajo¡±, dice un experto
En la edici¨®n del a?o pasado, los Estados ganadores fueron 11, adem¨¢s del distrito federal de Columbia. Nueva York, que estaba entre ellos, recibi¨® junto con Florida el mayor premio (700 millones de d¨®lares, unos 530 millones de euros), y ahora somete a sus profesores a mayor presi¨®n para mantener esas buenas notas ante el Gobierno federal. Para ello ha dise?ado todo un sistema de ex¨¢menes unificados a aplicar a todos los colegios e institutos que sirvan de baremo objetivo para evaluar a los docentes a trav¨¦s de los resultados de sus estudiantes.
La medida provoc¨® la primera revuelta de directores de colegio de la que se tiene constancia en EE UU. De los 4.500 directores registrados en Nueva York, m¨¢s de 1.000 firmaron una carta abierta que contiene argumentos en contra de ese m¨¦todo de evaluaci¨®n de docentes. ¡°Nosotros, los directores de las escuelas del Estado de Nueva York, llegamos a la conclusi¨®n de que [el sistema propuesto] no ser¨¢ m¨¢s que un desperdicio de unos recursos que cada vez son m¨¢s limitados. M¨¢s importante a¨²n, desmoralizar¨¢ a los educadores y ser¨¢ perjudicial para los ni?os a los que guiamos. Nuestros estudiantes son m¨¢s que la suma de los resultados de sus ex¨¢menes, y poner un ¨¦nfasis excesivo en las notas no se traducir¨¢ en un mejor aprendizaje¡±, se dice en la misiva, redactada por Sean C. Feeney, presidente de la Asociaci¨®n de Presidentes de Escuela del Condado de Nassau, y Carol C. Burris, directora del instituto South Side.
Los directores de los colegios
ingleses tendr¨¢n m¨¢s poder
para prescindir de alguien
El soci¨®logo de la Universidad Complutense Julio Caraba?a usa argumentos parecidos para decir que la idea es un ¡°disparate¡±. ¡°La propuesta no consiste en que haya incentivos ligados al buen cumplimiento (cosa ya de dudosa eficacia y moralidad), sino en trabajar a destajo. Pero los profesores no podemos trabajar a destajo, como tampoco los periodistas, los jueces, los polic¨ªas y hasta dicen ahora que los corredores de hipotecas. Se puede trabajar a destajo cuando el producto es perfectamente especificable, exactamente medible e inequ¨ªvocamente atribuible al trabajador. A destajo se segaba, se ponen ladrillos, se cosen prendas de vestir, y algunas cosas m¨¢s. Pero no se ense?a a destajo y, menos a¨²n, se educa¡±, dice Caraba?a. Por eso, algunos especialistas apuestan por incentivos ¡ªbuena parte rechaza los castigos¡ª colectivos, a todo un colegio o instituto.
Sin embargo, ?qu¨¦ es un centro sino la suma del trabajo de muchos profesores? El tambi¨¦n catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Complutense Mariano Fern¨¢ndez Enguita defiende que los incentivos para los buenos y los castigos para los malos deben existir, aunque haya que tener cuidado con los criterios para juzgarlos. ¡°Los resultados acad¨¦micos de los alumnos no pueden ser, desde luego, el ¨²nico criterio para evaluar a un profesor, ni pueden manejarse con ligereza. Pero dependen tambi¨¦n, y mucho, del profesor, que puede marcar la diferencia, para bien y para mal. Y cuando lo hace claramente para mal, la Administraci¨®n educativa (la direcci¨®n, la inspecci¨®n...) tiene el derecho y el deber de plantearle un plan de mejora y, si no lo cumple, prescindir de ¨¦l o de ella. Hablar de despedir a un profesor puede sonar muy agresivo, sobre todo si eres profesor, pero desde el punto de vista de la sociedad no es ning¨²n problema: entre los cinco millones de parados actuales hay sin duda miles que ser¨ªan mejores profesores que otros tantos que ahora lo son¡±, sostiene Fern¨¢ndez Enguita.
En Espa?a, la condici¨®n de funcionario de los docentes de la p¨²blica hace casi imposible que alguien pierda esa condici¨®n. Antonio Redero, responsable de ense?anza p¨²blica del sindicato FETE-UGT, no recuerda ning¨²n caso, aunque s¨ª hay suspensiones de empleo y sueldo por peridodos m¨¢s o menos largos, en ocasiones muy graves. Redero rechaza de plano la idea de los despidos.
El despido debe darse si el
maestro lo ¡°hace claramente
mal¡±, dice un soci¨®logo
El profesor de la Universidad de Zaragoza Tom¨¢s Escudero tampoco est¨¢ por los despidos, pues es muy dif¨ªcil establecer de manera justa si un docente es bueno o malo, y porque ¡°a la postre, es algo poco eficaz y caro¡±. Prefiere los est¨ªmulos positivos, aunque matiza: ¡°El despido es un arma que deber¨ªa dejarse para los irrecuperables, los que han demostrado reiteradamente que no quieren ser profesores, con la actitud y responsabilidad que ello conlleva¡±.
En Inglaterra, el pr¨®ximo septiembre entrar¨¢ en vigor la reforma de los procedimientos para evaluar la eficacia de los maestros de escuela y los pasos que hay que dar para despedir a aquellos que no tienen un nivel suficiente. El objetivo de la reforma es simplificar la actual normativa, dar m¨¢s poder de decisi¨®n a los directores de escuela y acortar los plazos para poder llegar a aplicar los despidos.
En la actualidad, el proceso de despido de un profesor que no da la talla se demora m¨¢s de un a?o y se interrumpe si este est¨¢ de baja. El Gobierno quiere que se pueda completar en menos de un curso. Seg¨²n los sindicatos, esas propuestas dar¨¢n a los directores ¡°licencia para acosar a los maestros¡±, en palabras de Chris Reates, secretaria general del sindicato de la ense?anza Nasuwt.
El Gobierno apoya sus propuestas en una reciente investigaci¨®n del Sutton Trust. El trabajo concluye que el 57% de los maestros y directores encuestados est¨¢n de acuerdo en que las escuelas no tienen en la actualidad suficiente libertad para despedir a los profesores que no desempe?an lo bastante bien su trabajo, frente a un 21% que discrepan.
?El? af¨¢n del nuevo Gobierno espa?ol pasa por cambiar el sistema de acceso?para contratar a los mejores profesores
¡°Los directores y los maestros quieren un sistema m¨¢s sencillo y m¨¢s r¨¢pido para afrontar el problema de los profesores que no rinden. Las escuelas han estado atrapadas durante demasiado tiempo en una compleja burocracia¡±, sostuvo el ministro de Educaci¨®n, Michael Gove. ¡°La propuesta pone en manos de los directores el control de la eficacia de los maestros. En lugar de ayudar a los maestros a mejorar su ense?anza va a dar a los directores una manera f¨¢cil de quitarse de encima a los profesores que no les gustan¡±, ha denunciado Mary Bousted, l¨ªder del sindicato de maestros ATL.
¡°Desde luego, en Espa?a y en todas partes profesores y centros se eval¨²an, y continuamente. Lo que no se hace es pagarles seg¨²n los resultados de sus alumnos en unas pruebas, es decir, pagarles a destajo. La raz¨®n es muy simple: es imposible controlar totalmente desde fuera su actividad¡±, insiste Caraba?a, y contin¨²a: ¡°Por eso no queda m¨¢s remedio que confiar en ellos, y esperar que act¨²en por motivos morales. Por eso, como a los periodistas, se les considera profesionales. Y por eso, como los m¨¦dicos, tienen siempre un margen de actuaci¨®n libre, que puede ser mejor o peor, pero que no puede controlar el due?o o se?or de la organizaci¨®n, sea este p¨²blico o privado¡±.
Tambi¨¦n insiste Fern¨¢ndez Enguita: ¡°El mundo de la educaci¨®n tiene una caracter¨ªstica notable: hables de lo que hables, alguien saldr¨¢ afirmando que ¡®ese no es el verdadero problema¡¯, lo cual se revela como una t¨¢ctica muy eficaz para no resolver jam¨¢s ninguno. Son muchas las cosas que importan en la educaci¨®n: profesores y centros, familias y comunidades y, por supuesto, los alumnos. Podemos dedicarnos a teorizar las limitaciones de cada uno de ellos si no le acompa?an los otros, o sea, a teorizar sobre la impotencia para no hacer nada, culpar a los otros y lamentar lo mal que est¨¢n las cosas, o podemos preguntarnos qu¨¦ es lo que puede hacer cada uno¡±.
Con informaci¨®n de J. A. AUNI?N
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