Que nadie se enga?e, aqu¨ª y all¨¢ hay dopaje
El positivo de Alberto Contador hace estallar el populismo patriotero A un lado y otro de los Pirineos se miran con recelo mientras los deportistas se convierten en s¨ªmbolos intocables
La tensi¨®n y el mal rollo han estallado con Alberto Contador. Pero la relaci¨®n deportiva franco-espa?ola lleva a?os levantando pasiones y recelos mutuos. Primero fue el desprecio original con que los atletas franceses miraban a los espa?oles; luego el espectacular sorpasso del vecino del sur; hoy estamos en las sospechas al norte y la defensa ciega de la marca Espa?a. Espa?a se moderniz¨® y se convirti¨® en una gran potencia mundial deportiva. Francia limpi¨® la casa, se estanc¨® y hoy solo tiene garantizadas las victorias en petanca.
?Hay un rito en el ciclismo que lleva tanto tiempo practic¨¢ndose que forma parte ya de las tradiciones m¨¢s entra?ables del pelot¨®n y cada a?o se repite. Su existencia apenas la conoc¨ªan cuatro m¨¢s all¨¢ del mundillo ciclista, pero el otro d¨ªa un Twitter quejica, y errado, la dio a conocer urbi et orbi. ¡°Primer franc¨¦s de mierda del a?o, G¨¢rate, espa?ol del Rabobank¡±. Lo lanz¨® al ¨¦ter J¨¦r¨¦mie Galland, veterano ciclista franc¨¦s. El error consist¨ªa en que el corredor al que denunciaba por llamarle ¡°franc¨¦s de mierda¡± en un momento de tensi¨®n de una etapa en la reciente Vuelta a Mallorca, no era G¨¢rate sino su compa?ero en el Rabobank, el asturiano Carlos Barredo. La tradici¨®n denunciada es, claro, la del peyorativo acompa?amiento al gentilicio con que se dirigen habitualmente a los corredores de encima de los Pirineos los del sur, y dice bastante sobre unos y otros: sobre el victimismo quejica que tan grato les resulta a los ciclistas franceses, y sobre la consideraci¨®n de estos como malos compa?eros por parte de los espa?oles.
Tambi¨¦n dice mucho sobre c¨®mo la visi¨®n del dopaje en uno y otro pa¨ªs marca m¨¢s que otros asuntos la distancia cultural y espiritual entre los dos pa¨ªses condenados a compartir los Pirineos, unas monta?as que, como creen los idealistas y proclama el escritor provocador de Pau, Christian Laborde, Dios los cre¨® no para distinguir Espa?a de Francia, sino para diferenciar a los escaladores de los rodadores.
?Yannick Noach dijo que Espa?a hab¨ªa encontrado la ¡°poci¨®n m¨¢gica¡±
La fractura comenz¨® en el Tour de 1998, el del esc¨¢ndalo del equipo Festina. Ning¨²n espa?ol acab¨® aquel Tour: se retiraron todos en protesta por la redada que destruy¨® a Richard Virenque, ¨ªdolo franc¨¦s de entonces, por la inexplicable, para ellos, conversi¨®n del dopaje en un asunto moral que, como los Pirineos, permit¨ªa separar a los honestos de los tramposos.
¡°El ¡®doping¡¯ es consustancial a la alta competici¨®n¡±, dice un experto
De aquella retirada masiva y de los ejercicios espirituales que la sociedad francesa, liderada entonces por la ministra comunista Marie-George Buffet, autora de la primera ley antidopaje europea, oblig¨® a emprender a su pelot¨®n, naci¨® un concepto de ¨¦xito, el del ciclismo de dos velocidades ¡ªla lenta, la de los limpios que corr¨ªan al agua clara, franceses, por supuesto, y la r¨¢pida, ya se sabe qui¨¦nes¡ª, personificado el a?o siguiente en el ciclista misionero Christophe Bassons, al que el pelot¨®n hizo imposible la vida en los pocos d¨ªas que resisti¨® en el Tour.
Ese es, quiz¨¢s, el pecado original que a¨²n mancha a los deportistas espa?oles, y parte de la raz¨®n de que cualquier ¨¦xito deportivo con color rojo sea considerado sospechoso en Francia, el pa¨ªs limpio que no gana.
Otra parte del pecado se podr¨ªa buscar en el campo de los poderes pol¨ªtico-deportivos. Seguimos hablando de dopaje, claro, de por qu¨¦ se ha convertido en un tab¨² intocable, imagen de lo sagrado ¡ªcon el dopaje hemos topado, dir¨ªa el cl¨¢sico¡ª, que justifica perder la raz¨®n y la medida cuando se aborda, pero cuya erradicaci¨®n nunca se ha tomado en serio en Espa?a.
Cualquier ¨¦xito con color rojo es visto en Francia como sospechoso
En 2007, el presidente de la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), el irland¨¦s Pat McQuaid, afirm¨®: ¡°En Espa?a hay un verdadero problema de dopaje¡±. Y en noviembre pasado, el extenista franc¨¦s Yannick Noah, el personaje m¨¢s popular del pa¨ªs, se atrevi¨® a decir lo que todos piensan pero nadie ha probado, que el dopaje es la clave que explica la avalancha de ¨¦xitos del deporte espa?ol en los ¨²ltimos tiempos.
Noah escribi¨® en Le Monde que Espa?a ¡°hab¨ªa encontrado la poci¨®n m¨¢gica¡± y llam¨® a poner fin de una vez a ¡°tanta hipocres¨ªa¡±. ¡°?C¨®mo puede una naci¨®n dominar el deporte de la noche a la ma?ana?¡±, se preguntaba. ¡°El dopaje es una realidad en el deporte mundial. Y el mejor es el que m¨¢s se dopa: el deporte es como Ast¨¦rix en los Juegos Ol¨ªmpicos. Si no tienes la poci¨®n m¨¢gica, es dif¨ªcil ganar. Y parece que, como Ob¨¦lix, ellos (Espa?a) fueron los afortunados que cayeron en la marmita¡±.
¡°Algunos nos acusan de tener envidia¡±, afirma el jefe de Deportes de Le Monde, St¨¨phane Mandard, ¡°pero cuando denunciamos el dopaje de Virenque o Longo nos llaman antifranceses. La reacci¨®n vista estos d¨ªas es muy normal, sirve como desahogo a un problema que est¨¢ ah¨ª, latente desde hace tiempo, y que los medios y los pol¨ªticos no se atreven a mirar de frente porque, entre otras cosas, en este terreno funciona no ya tanto la censura como la autocensura¡±.
Especialista en dopaje y exfutbolista de cierto nivel, Mandard no ha parado de dar entrevistas esta semana a medios espa?oles. El editorial ¡®Espa?a debe mirar de frente al dopaje¡¯ ha escocido, y ¨¦l ha tratado de explicar que solo refleja la opini¨®n ¡°del presidente de la Agencia Mundial Antidopaje, la AMA, que ha dicho que fue una injerencia pol¨ªtica el que Rodr¨ªguez Zapatero dijera que no hab¨ªa pruebas jur¨ªdicas para condenar a Contador¡±.
El ciclismo es solo una parte del problema, la m¨¢s expuesta, porque Francia tiene la vuelta m¨¢s seguida del mundo. En 2006 la operaci¨®n Puerto destap¨® una extensa red de dopaje sangu¨ªneo organizada desde Madrid y en la que estaban implicados el director ciclista m¨¢s importante del pa¨ªs, Manolo Saiz, y el m¨¦dico canario Eufemiano Fuentes, que ten¨ªa o hab¨ªa tenido clientes en varios deportes distintos. Fuentes, o como lo llaman en Francia el ¡°buen doctor Fuentes¡±, ser¨¢ juzgado este a?o. Mandard recuerda que en 2006 le hizo una entrevista en la que admiti¨® que la Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo le envi¨® a Europa del Este ¡°para aprender¡±.
La ¡®Operaci¨®n Puerto¡¯ destap¨® una trama sangu¨ªnea con base en Madrid
La historia cuenta que la medicina deportiva se invent¨® en Francia porque lo decidi¨® el general De Gaulle, que quer¨ªa ver triunfar a los suyos en los Juegos Ol¨ªmpicos. Ah¨ª empez¨® todo: m¨¦dicos especializados en mejorar el rendimiento, vitaminas, pastillas, inyecciones, transfusiones... Les mov¨ªa una idea noble: ganar. Los pa¨ªses comunistas imitaron el modelo. Y con el tiempo, lleg¨® el capitalismo global, el gran negocio: la televisi¨®n, el espect¨¢culo sublime y permanente, la explotaci¨®n de los derechos y de los cuerpos hasta l¨ªmites inhumanos.
Mandard cita el reciente partido Nadal-Djokovic como el paroxismo de esfuerzo y sufrimiento antinatural. ¡°Cinco horas y media de pelotazos y carreras, tras otras cuatro horas en las semifinales 48 horas antes. ?Es posible aguantar eso solo con agua?¡±, se pregunta.
?Acaso la federaci¨®n internacional de tenis no hace controles? ¡°Los hace, pero no por sorpresa. En los a?os setenta, Beckenbauer confes¨® en una entrevista que le cambiaban la sangre y por eso segu¨ªa rindiendo bien siendo tan viejo¡±, recuerda Mandard. ¡°Con el tiempo eso se prohibi¨®, y fueron apareciendo nuevas t¨¦cnicas. Los controles siempre van por detr¨¢s del dopaje. Hoy, para poder detectar una sustancia prohibida, es indispensable hacer controles por sorpresa. Pero el tenis y las grandes ligas de f¨²tbol se niegan. Mueven mucho dinero y nadie quiere entrar ah¨ª. La UEFA y la FIFA tampoco se atreven, con lo cual la Champions y los Mundiales tampoco son controlados debidamente. Y, como ha dicho el presidente del AMA, hoy solo los tontos dan positivo con los controles pospartido¡±.
Los expertos antidopaje creen que los ¨¦xitos espa?oles se han ido encadenando mientras en el pa¨ªs operaban, protegidas por los agujeros legales y la tolerancia pol¨ªtica, una o varias redes organizadas de dopaje al m¨¢s alto nivel, mientras el poder miraba hacia la bandera en el m¨¢stil y los aficionados sacaban pecho sin hacerse preguntas. Mandard explica que ¡°el doping es consustancial al deporte de alto nivel, y la industria del dopaje se ha ido trasladando de pa¨ªs en pa¨ªs europeo seg¨²n las autoridades iban estrechando el cerco. Desde Francia pas¨® a Italia, y desde all¨ª a Espa?a y a Inglaterra¡±.
Los ¨¦xitos han sido un motor para la generaci¨®n de la autoestima social
¡°Espa?a deber¨ªa haber hecho en 2006 lo que hizo Francia en 1998 tras el esc¨¢ndalo del equipo Festina, o los italianos tras la redada de San Remo en el Giro de 2001: limpiar. Pero no fue as¨ª¡±, a?ade Mandard. ¡°Mientras en Francia y en Italia el poder puso coto al doping, a costa de rebajar casi de inmediato las prestaciones de sus deportistas y sus equipos, Espa?a no ha hecho ese ejercicio¡±.
Tras la operaci¨®n Puerto, el expresidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Jaime Lissavetzky, siempre tuvo claro que el bien jur¨ªdico a proteger no era la limpieza sino el llamado deporte espa?ol. El mismo Manolo Saiz sufri¨® una crucifixi¨®n p¨²blica porque, en un intento de librar a los ciclistas de la exclusiva en la carga de la sospecha, se permiti¨® dudar del espectacular desarrollo fisiol¨®gico de Pau Gasol tras su pase a la NBA. El positivo del futbolista del Athletic Gurpegi fue visto como un ataque frontal a un pueblo y a una cultura.
Por razones hist¨®ricas, quiz¨¢s por el aislamiento cultural y social, y el retraso econ¨®mico engendrados por el franquismo, en Espa?a, curiosamente, nunca se ha exigido a los grandes deportistas pagar esa deuda por sus privilegios con la amenaza de la aplicaci¨®n inapelable de las leyes antidopaje. Es lo que en Francia llaman permisividad. Antes al contrario, ha sido el Estado, representado en los diferentes Gobiernos que, sean del PP o del PSOE, siempre han actuado de la misma manera, quien ha hecho a la sociedad sentirse en deuda con los deportistas, verdaderos acreedores, ya que sus ¨¦xitos han sido transformados en escaparate de los fabulosos avances sociales y econ¨®micos de la Espa?a posfranquista, y en motor generador de autoestima.
¡°Una de las justificaciones populares para el hecho de que los deportistas profesionales est¨¦n expuestos a una forma de ley que no encaja netamente con los conceptos tradicionales de la ley, e incluso puede ser razonablemente contraria a los conceptos de derechos constitucionales o derechos humanos, es la de que el deportista ocupa un lugar privilegiado en la sociedad¡±, escribe en La historicidad del Estado neoliberal el antrop¨®logo belga Mathieu Hilgers. ¡°Y debido a este privilegio est¨¢n en deuda con la sociedad y obligados a repagar esta deuda (que quiz¨¢s no es exigible) cumpliendo su funci¨®n de buenos modelos de comportamiento e inculcando la l¨®gica del individuo como ser emprendedor dentro de una sociedad competitiva. Como tal, el deportista, siempre en deuda, est¨¢ siempre expuesto a amenaza de la insolvencia social: la sanci¨®n si, y cuando, fallan en su papel de propagar la ¨¦tica de la competici¨®n pura. El aparato antidopaje regula la asignaci¨®n de esta insolvencia social, delimita el campo de la competici¨®n pura y refuerza el mito de la competici¨®n natural y en igualdad de condiciones de la econom¨ªa¡±.
Las palabras de Zapatero y de Rubalcaba en defensa de Contador, y ahora las de los dirigentes populares del m¨¢s alto nivel, que se han envuelto, escandalizados, en la bandera nacional (un recurso perfecto para que en la calle se hable menos de la crisis, de la reforma laboral, del juez Garz¨®n) y han preferido mirar antes al dedo que a la Luna, demuestran que en Espa?a la lucha contra el doping va muy por detr¨¢s del pan y circo y de la populista defensa de nuestros h¨¦roes.
Zapatero defendi¨® a Contador. No fue sancionado por la federaci¨®n nacional
En 1988 sucedi¨® ya con Perico Delgado. Acusado de dopaje por el Tour, que amenazaba la primera victoria de un espa?ol en el Tour en democracia, al corredor segoviano, y a su maillot amarillo, lo salv¨® la decidida intervenci¨®n del secretario de Estado para el Deporte, Javier G¨®mez Navarro, que viaj¨® de urgencia a Par¨ªs para dejar las cosas claras. ¡°Pero eran otros tiempos y otras circunstancias¡±, dice Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, director del Reynolds de Delgado entonces. ¡°Y, aparte, estaba claro que lo que le hab¨ªan encontrado a Perico no estaba en la lista de la UCI. Y Perico lo era todo¡±.
Perico, le fou du Peyresourde, primero, y, sobre todo, Indurain, despu¨¦s, contribuyeron como nadie a cambiar positivamente la imagen de Espa?a, a modernizarla en el exterior. ¡°En el primer Tour que corr¨ª, el de 1983, los franceses nos miraban a los espa?oles por encima del hombro, como si fu¨¦semos lo ¨²ltimo¡±, dice el exciclista ?ngel Arroyo, segundo aquel a?o. ¡°Nos miraban como si fu¨¦ramos et¨ªopes¡¡±
Ahora estamos en lo que se llama marca Espa?a. Elevado el deporte por el poder a la consideraci¨®n de m¨¢ximo factor de cohesi¨®n nacional y de integraci¨®n social, si¨¦ntase orgulloso de ser espa?ol. Y se ha llegado a tal grado de identificaci¨®n que dudar de los deportistas es dudar de Espa?a, y dudar en un asunto tan elevado como el dopaje es no solo dudar de la integridad moral de todos, sino, sobre todo, de la legitimidad de las victorias.
Pese a todo, poco parece haber cambiado en Espa?a. A Contador se le ha defendido. Zapatero, siendo presidente del Gobierno, impidi¨® que se le sancionara en Espa?a ¡ªdesde el momento en que el corredor dijo a la federaci¨®n espa?ola que recurrir¨ªa al tribunal de arbitraje deportivo (TAS, en siglas francesas) si se le suspend¨ªa un a?o, el organismo no pod¨ªa sancionarlo, pues se habr¨ªa visto en la incomod¨ªsima posici¨®n de tener que actuar contra un ciudadano espa?ol ante un tribunal extranjero: el Twitter de Zapatero le quit¨® de encima el peso de una absoluci¨®n indefendible¡ª y a¨²n se fomenta la duda sobre la decisi¨®n del TAS. Y los representantes pol¨ªticos han puesto la credibilidad de Marta Dom¨ªnguez por encima de la de la mism¨ªsima Guardia Civil que la investig¨®, registr¨® y detuvo, y encontr¨® pruebas de que presuntamente se dop¨® para conseguir sus grandes ¨¦xitos. Ahora es senadora y tiene una estatua en su ciudad, Palencia.
Los ¨²nicos grandes deportistas espa?oles que no han contado con la protecci¨®n de la superioridad han sido, quiz¨¢s, Johan M¨¹hlegg, el esquiador alem¨¢n nacionalizado despose¨ªdo de sus medallas de oro en los Juegos de Salt Lake City por dopaje, o la vallista de origen nigeriano Josephine Onyia, esperanza de medalla ol¨ªmpica, que dio positivo por la misma sustancia que Contador y tambi¨¦n dijo que la culpa era de la carne, o el fondista de origen et¨ªope Alemayehu Bezabeh, el ¨²nico sancionado por la operaci¨®n Galgo.
?Quiz¨¢ eran menos espa?oles que los dem¨¢s? ?Habr¨¢ llegado el momento de librarnos del sambenito y las sospechas? ?O seguiremos echando la culpa a los gui?oles y a la p¨¦rfida Francia?
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