Ni un paso atr¨¢s
No podemos ser meros testigos de c¨®mo Espa?a vuelve desde una posici¨®n de pa¨ªs moderno hacia otro agricultores y turistas
El fuerte impulso a la I+D durante los Gobiernos de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero es un legado objetivo, motivo de orgullo del expresidente y los responsables de las pol¨ªticas cient¨ªficas de sus Gobiernos. Sin embargo, ocho a?os es un recorrido corto para la ciencia, un sprint en una larga carrera de relevos para cuya continuidad es imprescindible que el nuevo Gobierno recoja el testigo. Esta tarea recae en la doctora Carmen Vela, secretaria de Estado de Investigaci¨®n, Desarrollo e Innovaci¨®n, una investigadora que ha sabido compatibilizar la excelencia en la investigaci¨®n con la innovaci¨®n y cuyos logros le han valido un papel destacado en el proceso de construcci¨®n de la I+D+i europea. La secretaria de Estado inicia su etapa con el desaf¨ªo de lidiar con un nuevo recorte presupuestario de 600 millones de euros en I+D que acompa?a su nombramiento y que es particularmente da?ino porque se suma a los recortes de los ¨²ltimos dos a?os.
El testigo que recoge la doctora Vela toma la forma de la Ley de la Ciencia aprobada este a?o con los votos a favor, entre otros, del PSOE y el PP; una singularidad en la ¨²ltima legislatura que debiera anticipar que se ha asumido la necesidad de correr esta carrera de relevos como pol¨ªtica de Estado. El relevo se ha iniciado con agilidad, al haberse publicado ya la convocatoria de proyectos del prorrogado Plan Nacional de I+D. Debe ahora desarrollar la Agencia Estatal de Investigaci¨®n contemplada en la ley, que ha de ser independiente y guiarse por criterios de excelencia, tomando como modelo el exitoso European Research Council (erc.europa.eu). Urge tomar medidas para evitar, ya in extremis (v¨¦ase mi tribuna en este peri¨®dico de 16 de septiembre de 2010), que se pierda toda una generaci¨®n de j¨®venes investigadores, precisamente aquellos a quienes corresponde dar un nuevo impulso a la ciencia espa?ola. Para ello se deben prorrogar, tras evaluaci¨®n, los contratos Ram¨®n y Cajal a punto de concluir, medida con una m¨ªnima repercusi¨®n presupuestaria, y establecer este mismo a?o una nueva carrera investigadora desligada definitivamente del modelo de funcionariado que tiene atrapada a toda una generaci¨®n de capaces investigadores espa?oles en la congelaci¨®n de la funci¨®n p¨²blica, a la vez que debilita nuestro sistema de I+D al no compensarse las jubilaciones. Finalmente, no deber¨ªa temblarle el pulso a la hora de acabar con duplicidades y redundancias en nuestro sistema de I+D y aplicar criterios de excelencia y calidad para acomodar el recorte de 600 millones, cerrando aquellas estructuras y plataformas de investigaci¨®n que no superen evaluaciones independientes.
Pero los investigadores espa?oles no podemos limitarnos simplemente a aplaudir o abuchear a la portadora del testigo, seg¨²n nos gusten m¨¢s o menos sus decisiones. Sobre nosotros recae una responsabilidad particularmente importante: ni m¨¢s ni menos que la de clavar los talones en la pendiente por la que nuestro pa¨ªs parece desplazarse hacia atr¨¢s en el tiempo para frenar esa ca¨ªda y volver a avanzar, por duro y dif¨ªcil que sea.
No podemos ser meros testigos de c¨®mo nuestro pa¨ªs se desliza desde una posici¨®n de pa¨ªs moderno con un papel relevante como potencia mediana hacia el pa¨ªs que conoc¨ª en mi infancia: un pa¨ªs de agricultores y turistas (actividades importantes, pero que no puede ser los ¨²nicos pilares de un pa¨ªs moderno) y una sociedad sometida que aceptaba limitaciones en servicios, derechos y libertades, y en la que los j¨®venes mejor preparados emigraban por falta de oportunidades. Dos generaciones de espa?oles trabajaron duro y asumieron enormes sacrificios para salir de esa situaci¨®n. En ese sacrificio de nuestros padres y abuelos debemos encontrar la inspiraci¨®n necesaria para asumir el esfuerzo que todos hemos de hacer y del que depender¨¢ el bienestar de nuestros hijos. Ya nos hemos desplazado casi diez a?os por esa pendiente de vuelta al pasado, pues el ¨ªndice europeo de riqueza por habitante ha ca¨ªdo en Espa?a hasta niveles de 2002. No consintamos ni un paso m¨¢s atr¨¢s.
Los investigadores tenemos una responsabilidad especial en la reacci¨®n necesaria, porque la sociedad nos ha tratado de forma particularmente generosa, invirtiendo importantes recursos en nuestra formaci¨®n e investigaci¨®n y resguardando en buena medida la financiaci¨®n de nuestra actividad de los recortes y sacrificios que han afectado a otras actividades financiadas con fondos p¨²blicos en estos tres ¨²ltimos a?os. Estamos, adem¨¢s, preparados para ello, pues nuestro trabajo requiere de sacrificio, paciencia, perseverancia rayana en la cabezoner¨ªa, dedicaci¨®n, renuncia a la auto-complacencia, iniciativa y creatividad.
Los investigadores espa?oles nos enorgullecemos de nuestra buena posici¨®n en el contexto internacional. Pues bien, ha llegado la hora de demostrarlo. La estrategia de internacionalizaci¨®n de la ciencia espa?ola, impulsada por el Gobierno y las instituciones de I+D, debiera servir para que podamos competir en el concierto internacional de la ciencia. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para captar financiaci¨®n internacional y establecer colaboraciones que reviertan en inversi¨®n, oportunidades y mejoras en nuestra investigaci¨®n. Esto requiere que nos organicemos y colaboremos en equipos con masa cr¨ªtica suficiente. Es la hora de re-equilibrar la cultura de la competici¨®n, exagerada y a veces malentendida, con una cultura de la cooperaci¨®n, que nos permita hacer m¨¢s con menos, asegure el uso eficiente de nuestras grandes infraestructuras de investigaci¨®n y canalice nuestras capacidades individuales de forma constructiva.
Es la hora tambi¨¦n de que el sector privado espa?ol asuma su responsabilidad en el impulso de la ciencia, a la que, con pocas excepciones, se ha sustra¨ªdo durante la ¨¦poca de vacas gordas, pero que ahora no debe eludir. Reequilibrar el flujo de capital humano y conocimiento financiado por fondos p¨²blicos hacia las empresas con una inversi¨®n compensatoria en la direcci¨®n contraria es fundamental para que la ciencia espa?ola supere la coyuntura actual. El compromiso del sector privado no puede ce?irse a financiar las aplicaciones inmediatas del conocimiento o recoger los frutos maduros producidos con fondos p¨²blicos, sino que les corresponde tambi¨¦n contribuir a la financiaci¨®n de la ciencia b¨¢sica, de la que hist¨®ricamente se han desprendido los grandes avances para la humanidad.
Ahora m¨¢s que nunca hay que mirar la realidad de frente. Todos, Gobierno, sector privado y sociedad, debemos abandonar el mito del modelo lineal de la I+D+i, seg¨²n el cual la inversi¨®n en ciencia aplicada resulta necesariamente en oportunidades de innovaci¨®n. Thomas Sprat, presidente de la Royal Society, dijo en 1667 que ¡°lamentarse de que los descubrimientos cient¨ªficos no lleven de manera inmediata a aplicaciones ¨²tiles es tan fatuo como lamentarse de que todas las estaciones del a?o no sean de cosecha y vendimia¡±. Es claro y evidente: no podemos esperar cosechar innovaciones sin haber sembrado conocimiento primero. Por otro lado, los investigadores dedicados a la ciencia b¨¢sica no podemos fiar el descubrimiento de nuevas aplicaciones de nuestra investigaci¨®n a la casualidad o a terceros, sino que hemos de perseguir las oportunidades de innovaci¨®n de forma deliberada.
Los investigadores podemos y debemos liderar una reacci¨®n social a la situaci¨®n actual. Es hora de remangarse, apretar los dientes y aparcar las quejas y lamentaciones. Clavemos nuestros talones para dejar de resbalar por la rampa del desencanto y comencemos a remontar la pendiente. No demos ni un paso atr¨¢s.
Carlos M. Duarte es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y miembro del Consejo Cient¨ªfico del European Research Council.
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