Lo que de verdad est¨¢ en juego en Atenas
Europa est¨¢ sumiendo a Grecia, un pa¨ªs miembro, en la anarqu¨ªa o, lo que viene a ser lo mismo, en un orden forzado, una dictadura, o incluso, un fascismo

La aprobaci¨®n por parte de Parlamento griego, durante la noche del domingo al lunes, del plan de austeridad impuesto por la Uni¨®n Europea como requisito previo para el desbloqueo de las nuevas ayudas econ¨®micas era inevitable.
Es evidente que la alternativa al plan era, a corto plazo, la exclusi¨®n de la zona euro, es decir, la bancarrota y, en consecuencia, un estado de miseria a¨²n m¨¢s insoportable que el que padece el pa¨ªs en la actualidad.
Por fin se comprende que la incuria de los Gobiernos que vienen sucedi¨¦ndose en Atenas en los ¨²ltimos treinta a?os, su demagogia, su clientelismo, su miop¨ªa pol¨ªtica y su mala fe hayan obligado a sus socios a levantar la voz.
Aun as¨ª...
En un asunto como este, pol¨ªtico tanto como econ¨®mico, y en el que se manipula esa materia altamente inflamable que son los pueblos, su voluntad, su orgullo, su memoria, su rebeld¨ªa, su supervivencia, se ha echado en falta un poco de tacto.
En algunas declaraciones de los responsables alemanes o franceses hubiera sido de agradecer un tono distinto del de la imposici¨®n y el desprecio.
Habr¨ªa sido preferible que no se hubiese contemplado la sustituci¨®n del ministro griego de Finanzas por un comisario europeo; una idea que solo pod¨ªa ser percibida como una humillaci¨®n in¨²til.
M¨¢s importante a¨²n: hubiera sido deseable que los bur¨®cratas que concibieron el plan no hubiesen mezclado unas medidas indispensables y justas con una reducci¨®n dr¨¢stica de los gastos sanitarios, que han sido colocados en la misma balanza que el despilfarro de un Estado rebosante.
En otras palabras, quisi¨¦ramos estar seguros de que los evaluadores encargados de salvar al pa¨ªs de la quiebra no ten¨ªan m¨¢s remedio que recortar por todas partes, a ciegas, y reducir el presupuesto de los servicios p¨²blicos m¨¢s esenciales, es decir, de los que depende la supervivencia biopol¨ªtica de los ciudadanos tanto como el de defensa, pongamos por caso.
De paso, habr¨ªa que asegurarse de que esos evaluadores son conscientes de la mec¨¢nica diab¨®licamente compleja que est¨¢n poniendo en marcha y de que, al obligar a Grecia a reembolsar su nueva deuda con un crecimiento que se contraer¨¢ autom¨¢ticamente tras este nuevo mazazo, su ¨²nico efecto ser¨¢ el de conducir al pa¨ªs, en 2020, al nivel de endeudamiento que ten¨ªa en 2009, es decir, antes del salvamento.
En todo caso, es una l¨¢stima que esta crisis no sea la ocasi¨®n, y no solamente en Grecia, sino en toda Europa, de un amplio debate democr¨¢tico del que saldr¨ªan: una verdadera auditor¨ªa de esa deuda cuya historia y engranajes tienen derecho a conocer los electores (despu¨¦s de todo, ?no es la ¨²nica oportunidad de que sean tomados en cuenta para la puesta en marcha del plan que se les impone?); una delimitaci¨®n, tan clara como sea posible, de responsabilidades entre determinados gobernantes (socialistas, conservadores), determinados banqueros (incluidos los que fueron reciclados a la cabeza de las instituciones internacionales que, de pronto, les leen la cartilla a los griegos) y determinadas categor¨ªas sociales (que hab¨ªan convertido y siguen convirtiendo el fraude fiscal en una de las bellas artes); la visi¨®n de las distintas elecciones que se le presentaban y se le siguen presentando a esta sociedad con el agua al cuello (la elecci¨®n, s¨ª... esa deliberaci¨®n ciudadana entre un abanico, por reducido que sea, de posibilidades que es la esencia de esa democracia que, precisamente, inventaron los griegos y de la que ning¨²n estado de emergencia puede dispensar a los Gobernantes...).
Todo esto no es una cuesti¨®n de forma, sino de fondo, e incluso, de destino.
Primero porque las im¨¢genes que llegan de Atenas no son las de unas simples manifestaciones, sino las de un v¨ªnculo social que se desintegra, que explota, que se disuelve, y es como una especie de fin del mundo.
Despu¨¦s, porque, aunque el pueblo no siempre tenga raz¨®n, nunca se tiene raz¨®n contra el pueblo, salvo cuando este se precipita en una u otra forma de esa execraci¨®n desnuda, sin palabras ni fe, suicida, extra?o remolino de pasiones apagadas y, parad¨®jicamente, tanto m¨¢s virulentas, que es el eterno refugio de las sociedades exhaustas y que toma indistintamente la forma del caos o, como reacci¨®n al caos, de la tiran¨ªa.
Y porque todo el continente se encuentra confrontado a una perspectiva pol¨ªtica, moral y metaf¨ªsicamente insoportable: Europa tuvo, entre otras (la paz, la prosperidad...), la virtud de reconciliar con la pr¨¢ctica de la libertad a unos pueblos que, tanto en el Sur como en el Este, hab¨ªan estado privados de ella durante un tiempo m¨¢s o menos largo. He aqu¨ª que las mismas instituciones, las mismas reglas comunitarias, la misma moneda, en resumen, la misma Europa, parece tener el efecto inverso, pues est¨¢ sumiendo a un pa¨ªs miembro en la anarqu¨ªa o, lo que viene a ser lo mismo, en un orden forzado, una dictadura, o incluso, un fascismo.
Ser¨ªa un fracaso cuya onda de choque ir¨ªa mucho m¨¢s all¨¢ de la simple fragmentaci¨®n de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria.
Y, para los ¡°buenos europeos¡± ¡ªNietzsche predec¨ªa que, llegado el momento, ser¨ªan los ¨²nicos que intentar¨ªan frenar la avalancha del nihilismo¡ª, ser¨ªa una iron¨ªa de la historia casi inimaginable y, sin embargo, bien real.
Pero lo peor nunca es seguro. Y queda un poco de tiempo para salvar, todos juntos, el sue?o de nuestros ilustres pioneros.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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