Guante blanco para agresores
Una sentencia en Italia reaviva la indignaci¨®n por la falta de sensibilidad ante cr¨ªmenes de g¨¦nero
El Tribunal Supremo italiano ha establecido que los imputados por violaci¨®n en grupo no deben esperar el juicio obligatoriamente en la c¨¢rcel, sino que algunos quiz¨¢ pueden permanecer en arresto domiciliario. Pol¨ªticos y asociaciones feministas han mostrado su indignaci¨®n al interpretar que la sentencia quita fuerza a las penas para este delito. Una reacci¨®n quiz¨¢ desmesurada, pero que pone claramente en evidencia el hartazgo ante la superficialidad con que se encara la violencia de g¨¦nero en el pa¨ªs.
La clase pol¨ªtica italiana se escandaliza cuando las noticias sobre este asunto inundan la prensa, pero permanece indiferente el resto del tiempo. Mientras, crece el malestar de las mujeres, que se sienten desprotegidas e impotentes: el 13 de febrero de 2011, un mill¨®n y medio de personas se manifestaron para pedir respeto hacia las mujeres. Un a?o m¨¢s tarde, Silvio Berlusconi ha dejado la primera l¨ªnea del poder, pero ellas siguen sinti¨¦ndose igual de aisladas.
Las agresiones sexuales no siempre tendr¨¢n prisi¨®n preventiva
Tras la sentencia del Supremo, la prensa local public¨® titulares como ¡°Ya no es obligatoria la c¨¢rcel para la violaci¨®n de grupo¡± (La Repubblica) o ¡°Violaci¨®n de grupo, c¨¢rcel opcional¡± (La Stampa). No es exactamente as¨ª. La sentencia ¡ªque se refiere a medidas provisionales, ya que el delito sigue siendo castigado con penas de entre seis y doce a?os de c¨¢rcel ¡ªestablece que el juez decida, caso por caso, qu¨¦ hacer con el imputado que espera veredicto, y la c¨¢rcel es la opci¨®n obligatoria si existe riesgo de huida, de borrar pruebas o de cometer otro crimen. Sin embargo, la indignaci¨®n prendi¨® de inmediato en buena parte de la sociedad italiana. Mara Carfagna, ministra de Igualdad durante el Gobierno de Berlusconi, espet¨®: ¡°Una sentencia imposible de compartir: quien viola a una mujer merece la c¨¢rcel¡±; Barbara Pollastrini, del izquierdista Partido Democr¨¢tico, dijo: ¡°No queremos venganza, pero s¨ª tenemos que poder confiar en que se haga justicia¡±.
Las organizaciones feministas tambi¨¦n pusieron el grito en el cielo. ¡°Nos sentimos poco escuchadas ¡ªse?ala Giovanna Cosenza, periodista de Il Fatto quotidiano¡ª, como si los problemas de desempleo, marginaci¨®n y discriminaci¨®n que sufrimos en el d¨ªa a d¨ªa existieran solo en la cabeza de las feministas y no en la realidad del pa¨ªs. ?Podemos asombrarnos si, leyendo ciertos titulares, muchas saltaron? Creo que no¡±. Est¨¢ de acuerdo Loredana Lipperini, escritora y autora de uno de los blogs m¨¢s seguidos: ¡°La reacci¨®n visceral de las mujeres es el s¨ªntoma de una exasperaci¨®n originada por la distracci¨®n de quienes (pol¨ªtica y medios de informaci¨®n) cabalgaron las instancias del movimiento feminista para luego abandonarlo¡±.
Los medios a¨²n describen el asesinato machista como ¡®pasional¡¯
El 7 de febrero, en Palermo (Sicilia), un carabiniere de 39 a?os asesin¨® a su mujer, de la que se estaba divorciando, de 37, y se suicid¨®. Il corriere della sera, el peri¨®dico m¨¢s vendido en Italia, lo cont¨® as¨ª: ¡°Presa de un momento de locura, el hombre cogi¨® la pistola de servicio, apunt¨® al pecho de la esposa e hizo fuego. Luego se dispar¨® en la sien¡±. En Italia no existe el delito de violencia de g¨¦nero y la conciencia colectiva lo desconoce. Si un marido mata a su pareja y luego a s¨ª mismo, los dos se perciben como v¨ªctimas: el m¨®vil es el ¡°amor violento¡±, el delito es un ¡°crimen pasional¡±, la justificaci¨®n, siempre la misma: ¡°No pod¨ªa soportar la idea de separarse de su esposa¡±. Tampoco existe un organismo centralizado e institucional que se ocupe de los casos de acoso cotidiano. No existen datos oficiales de cu¨¢ntas mujeres mueren, ni de cu¨¢ntas denuncian abusos o acuden a los centros buscando protecci¨®n, asesoramiento legal o m¨¦dico: son las asociaciones, una red de organismos financiados por las administraciones locales, las que recogen los datos: 18 mujeres han sido asesinadas este a?o. En 2011 fueron 127. Una matanza que permanece silenciada, mal contada por los medios de comunicaci¨®n, olvidada por la pol¨ªtica y que la gente ni siquiera sabe llamar por su nombre.
Rashida Manjoo, abogada sudafricana y relatora para Naciones Unidas sobre el tema, visit¨® Italia en enero y denunci¨® que ¡°la mayor¨ªa de los actos violentos no se denuncian porque se desarrollan en un contexto a¨²n caracterizado por una sociedad patriarcal, pero tambi¨¦n porque la violencia machista no siempre se percibe como delito. Un marco jur¨ªdico fragmentado contribuye a construir un muro de invisibilidad sobre el asunto¡±.
Barbara Spinelli lleva a?os defendiendo a v¨ªctimas de violencia. ¡°El caso del Supremo lo deja claro¡± ¡ªdice la joven abogada¡ª ¡°es f¨¢cil judicializarse y convertirse en populistas. Como est¨¢ la cosa, parece lo ¨²nico que nos queda para sentirnos amparadas. Sin embargo, una norma no ayudar¨ªa a cambiar la mentalidad patriarcal que est¨¢ en la base de la violencia sexista y de la impunidad de quien la perpetra. Tenemos que pensar en la formaci¨®n de magistrados y agentes¡±. El problema, se?ala Spinelli, ¡°no es lucir una ley que obligue a encerrar a todos los sospechosos, sino tener jueces que sepan captar la mezquindad de estos cr¨ªmenes. Esto necesitamos: cultura¡±.
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