Renato Dulbecco, el genetista que vincul¨® virus y c¨¢ncer
El cient¨ªfico italiano recibi¨® el Premio Nobel de Medicina en 1975 por su estudio de los oncovirus
Renato Dulbecco, el genetista y bi¨®logo italiano cuyas investigaciones sobre las infecciones v¨ªricas dieron un giro radical a la forma de combatir el c¨¢ncer, falleci¨® ayer en su casa de La Jolla, en California, donde resid¨ªa y trabajaba. Dulbecco, que obtuvo el premio Nobel de Medicina en 1975 por sus trabajos, era un hombre de sonrisa dulce, modales de se?or de anta?o y un humorismo casi t¨ªmido. Hab¨ªa nacido en Catanzaro, en el sur de Italia, el 22 de febrero de 1914. Muri¨® al otro lado del oc¨¦ano dos d¨ªas antes de cumplir los 98 a?os.
Este cient¨ªfico de car¨¢cter amable fue un genio precoz: con 16 a?os se apunt¨® en la Facultad de Medicina de Tur¨ªn, donde asisti¨® a las clases del anatomista Giuseppe Levi junto con Rita Levi Montalcini y Salvador Luria, tambi¨¦n galardonados con el Nobel. Se licenci¨® en 1934, con 20 a?os y las m¨¢ximas calificaciones. Durante la II Guerra Mundial prest¨® servicio como oficial m¨¦dico en el frente franc¨¦s y en el ruso. Cuando se derrumb¨® el r¨¦gimen de Benito Mussolini, particip¨® en la Resistencia pero aprovech¨® poco la llegada de la paz y la libertad a su pa¨ªs natal: en 1947 se mud¨® a Estados Unidos para reunirse con su viejo compa?ero de estudios, Luria, que hab¨ªa abandonado Italia para ponerse a salvo de las leyes raciales impuestas por el fascismo.
Su trabajo cambi¨® para siempre la forma de combatir los tumores
Dulbecco accedi¨® a un puesto docente en el Instituto de Tecnolog¨ªa de California (Caltech), donde empez¨® a estudiar los tumores. A principios de la d¨¦cada de los sesenta descubri¨® que algunos tipos de c¨¢ncer son causados por la infecci¨®n de virus que penetran en el ADN de la c¨¦lula, alteran su funcionamiento y determinan su degeneraci¨®n. Es el hallazgo que le llevar¨¢ al Nobel (junto a David Baltimore y Howard Temin) y que cambiar¨¢ para siempre la manera de curar tumores. Sus ¨²ltimos a?os de investigaci¨®n estuvieron dedicados a la g¨¦nesis de estas enfermedades, sobre todo al c¨¢ncer de mama. Impuls¨® adem¨¢s el proyecto internacional genoma humano, cuyo objetivo era trazar un mapa del ADN de nuestra especie. Para coordinar el equipo italiano del genoma, en 1987 volvi¨® a su pa¨ªs, al Instituto de Tecnolog¨ªas biom¨¦dicas del Consejo Nacional de Investigaci¨®n (CNR) de Mil¨¢n. Sin embargo, en 1995 el Estado suprimi¨® la financiaci¨®n y el proyecto naufrag¨®. Fue una gran decepci¨®n para Dulbecco, que volvi¨® a Estados Unidos con un regusto de amargura.
¡°Recuerdo que el CNR no consider¨® oportuno seguir las investigaciones justo cuando est¨¢bamos a punto de entrar en el meollo de nuestro trabajo: Dulbecco no pod¨ªa contar con el apoyo de personas influyentes que defendieran su obra¡±, declar¨® Paolo Vezzoni, compa?ero suyo en el proyecto del genoma. Al igual que centenares de j¨®venes cient¨ªficos, ninguneados por las academias aut¨®ctonas y humillados con a?os de precariedad, el premio Nobel Renato Dulbecco llen¨® su maleta y vol¨® a California. Esta vez, para siempre.
La fuga de cerebros, por la que se ven casi obligados a optar numeros¨ªsimos investigadores transalpinos, fue una las mayores preocupaciones de este brillante y cort¨¦s cient¨ªfico. Tanto fue as¨ª, que en 1999 se trag¨® su decepci¨®n y acept¨® presentar el Festival de San Remo para promover el retorno de los cient¨ªficos italianos. Durante aquella semana de febrero, los italianos aprendieron a conocerle y a quererle: ligeramente inc¨®modo encima del escenario, de humor brillante y actitud humilde, conquist¨® a toda la audiencia. Fabio Fazio, periodista y presentador que estuvo a su lado en el escenario del Teatro Ariston, le recordaba as¨ª ayer: ¡°Vivi¨® la vida larga y llena de satisfacciones propias de los hombres libres. Se caracterizaba por esa apertura mental tan fundamental para los investigadores. Era una persona especial, dulce, siempre accesible a todos¡±.
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