Operar de las 'man¨ªas'
La psicocirug¨ªa intenta tratar el trastorno obsesivo compulsivo con implantes de electrodos Encontrar el punto de aplicaci¨®n es el reto
Si los traumat¨®logos son los carpinteros del cuerpo, y los internistas sus fontaneros, los neur¨®logos podr¨ªan ser los electricistas. Con una dificultad a?adida: los circuitos con los que tienen que trabajar no se ven a simple vista. Muchos est¨¢n en impresos en el cerebro, un ¨®rgano que a simple vista es una masa blancuzca sin canales establecidos. Pero en ¨¦l, sutilmente, hay conexiones que se manifiestan en el d¨ªa a d¨ªa de las personas con tareas tan delicadas como mantener la memoria. O regir el comportamiento.
Y en este control entra la psicocirug¨ªa o cirug¨ªa psiqui¨¢trica. Como en otros campos, el nombre m¨¢s po¨¦tico ¡ªel primero¡ª no es el que prefieren los expertos. Juan Antonio Barcia, jefe de Neurocirug¨ªa del hospital Cl¨ªnico de Madrid, defiende la segunda: ¡°No operamos el alma¡±. El caso m¨¢s conocido y logrado hasta la fecha es el de las intervenciones para regular el p¨¢rkinson. Pero hay muchas otras posibilidades. Por ejemplo, y en eso est¨¢ trabajando Barcia, el trastorno obsesivo compulsivo (las man¨ªas, en lenguaje coloquial), una enfermedad que en mayor o menor grado afecta al 1,5% de la poblaci¨®n y que en los casos m¨¢s extremos puede ser ¡°extremadamente incapacitante¡±, como indica la neuropsic¨®loga Roc¨ªo Arza.
Barcia explica que hay varios tipos de este comportamiento: los obsesionados con el orden y la simetr¨ªa, los coleccionistas, los que sufren de pensamientos recurrentes y los de la limpieza, y que desde hace poco se sabe, gracias a un espa?ol, David Mataix-Cols, que aunque pertenecen al mismo al grupo de enfermedades, su base est¨¢ en distintos puntos de una misma zona cerebral: el n¨²cleo accumbens, una peque?a porci¨®n interior que se sabe que est¨¢ vinculada con el placer.
Lo normal en las personas que sufren este tipo de trastorno es tratarlas con terapia y medicaci¨®n, explica la psic¨®loga Arza. Pero hay pacientes refractarios, en los que esta aproximaci¨®n no basta. ¡°Cuando son muy graves y la medicaci¨®n no funciona, son candidatos a la cirug¨ªa¡±.
En el Cl¨ªnico est¨¢n ensayando con un sistema de cuatro electrodos. ¡°Se trata de dar un tratamiento personalizado¡±, dice el neur¨®logo. Estos dispositivos son ¡°como marcapasos cerebrales¡±, que producen una descarga r¨ªtmica y continua. El objetivo es estimular las zonas adecuadas, induciendo o inhibiendo el tr¨¢fico de neurotransmisores cuyo desequilibrio est¨¢ en la base del trastorno.
Mar¨ªa, de 29 a?os, es una de las pacientes con las que se est¨¢ ensayando la t¨¦cnica. Esta joven ten¨ªa trastorno obsesivo compulsivo ¡°de toda la vida¡±. ¡°Pensaba que hac¨ªa cosas normales, pero las repet¨ªa continuamente, me lavaba las manos todo el rato¡±, cuenta la mujer. Durante su infancia y primera juventud, su enfermedad no le impidi¨® estudiar y conseguir un trabajo. Aunque ya entonces aquella obsesi¨®n le pasaba factura. ¡°En los ex¨¢menes lo pasaba fatal. Repasaba continuamente las respuestas. Ten¨ªa muchas dudas con todo¡±, dice Mar¨ªa ¡ªque usa un nombre supuesto porque no quiere que en su trabajo sepan de su problema¡ª.
A los 24 a?os, tuvo ¡°una crisis¡±. ¡°No pod¨ªa hacer nada. Ni limpiar la casa¡±, que era una de sus obsesiones. Tanto, que muchas veces ¡°no hac¨ªa otra cosa¡±. ¡°Me duchaba 10, 12 veces al d¨ªa. Nunca ten¨ªa claro si estaba limpia¡±. La situaci¨®n incluso se convirti¨® en peligrosa. ¡°Iba tan estresada que una vez me ca¨ª al entrar y salir de la ducha¡±, cuenta.
El ensayo se centra en la respuesta del n¨²cleo accumbens
Entonces, Mar¨ªa acudi¨® a la Cl¨ªnica L¨®pez-Ibor, que la deriv¨® al Cl¨ªnico. En el hospital de Madrid tienen en marcha un programa de investigaci¨®n, financiado por el Fondo de Investigaci¨®n Sanitaria (FIS), del Ministerio de Sanidad.
La operaron en octubre pasado. El aparato se coloca en el pecho, y los cables llegan al cerebro. Durante tres meses ha tenido un electro funcionando, pero ni ella ni el m¨¦dico saben cu¨¢l. Lo que se ha hecho es medir su comportamiento.
Mar¨ªa derrocha optimismo. Tanto, que afirma que ya desde el momento de la operaci¨®n ¡°not¨® un subid¨®n¡±. Pero que se le pas¨®, y que luego, ¡°poco a poco¡±, ha ido encontr¨¢ndose mejor.
El m¨¦dico y la psic¨®loga creen que es posible que al principio hubiera cierto efecto placebo. Por eso el proceso de seguimiento ¡ªla paciente tiene que ir una vez al mes al hospital¡ª es fundamental. Ella est¨¢ encantada con su decisi¨®n. ¡°Te das cuenta de que hay cosas que antes hac¨ªas y que ya no haces, no tienes tantas dudas ante todo. Ya no me ducho 11 veces al d¨ªa¡±, cuenta. Su pareja asiente desde un sill¨®n de la consulta del m¨¦dico. ?l no estaba muy convencido de que se operara ¡°por el miedo al quir¨®fano¡±, pero ahora cree que fue una buena idea. Ella no lo duda. ¡°Es lo mejor que he hecho en la vida. Prefer¨ªa quedarme en la operaci¨®n que seguir muri¨¦ndome de angustia y de pena¡±.
Una paciente afirma que not¨® un "subid¨®n" justo despu¨¦s de operarse
Ahora, Mar¨ªa est¨¢ en los 20 d¨ªas de descanso. Cuando pasen, se le conectar¨¢ otro de los electrodos, a ver si hace efecto, y si este es mejor o peor que el anterior. Mientras, la mujer sigue con su medicaci¨®n. Se trata de mantener las condiciones en las que viv¨ªa antes, para asegurar que en algo tan dif¨ªcil de medir el efecto que se note en su comportamiento es por los electrodos y no por otra causa.
Hasta ahora, en el hospital madrile?o han operado a tres pacientes, y tienen a otros dos en marcha. ¡°Pero necesitamos voluntarios¡±, indica Arza. ¡°Eso s¨ª, tienen que ser pacientes que no tengan otra opci¨®n¡±.
No se trata de operar a cualquiera. L¨®gicamente, la primera condici¨®n es que las terapias que se aplican actualmente no est¨¦n funcionando. Luego, dos psiquiatras independientes deben certificar que es un candidato id¨®neo. Y tiene que tener ¡°una p¨¦rdida de calidad de vida evidente¡±, dice la neuropsic¨®loga. Una portavoz del hospital indica que el centro no gana nada con ello. Los dispositivos son muy caros (entre 20.000 y 30.000 euros), aparte del tiempo del personal y las instalaciones.
Los resultados son tan preliminares que todav¨ªa no hay nada que publicar. Pero est¨¢n esperanzados. ¡°Son personas con una calidad de vida muy mala. Lo que habr¨¢ que medir es si mejora¡±, dice el m¨¦dico.
Del p¨¢rkinson a la esquizofrenia
Manipular el cerebro es, seguramente, la intervenci¨®n m¨¢s complicada que se pueda practicar en un ser humano. No solo por la precisi¨®n necesaria, sino b¨¢sicamente por todo lo que a¨²n no se sabe de ¨¦l.
Aun as¨ª, la idea de que se puede actuar sobre ¨¦l es antigua. En Sinu¨¦ el egipcio el protagonista tiene el cargo de trepanador real, pero eso parece m¨¢s una licencia de su autor, ya que no hay constancia de que los egipcios de hace 3.500 a?os realizaran este tipo de intervenciones. Pero la tentaci¨®n de tocar el cerebro estaba ah¨ª, y El Bosco (1.540-1.516) y otros contempor¨¢neos pintaron la extracci¨®n de la piedra de la locura del cerebro, una intervenci¨®n ciertamente arriesgada ¡ªe in¨²til¡ª.
La aproximaci¨®n m¨¢s rigurosa empez¨® en 1.935, con la pr¨¢ctica de la lobotom¨ªa. Aquellas intervenciones eran muy rudas y poco espec¨ªficas, y se basaban en destruir una parte del cerebro. Ha sido a finales del XX cuando se ha comenzado con t¨¦cnicas de estimulaci¨®n cerebral mediante electrodos, sobre todo para el p¨¢rkinson, pero no es la ¨²nica aplicaci¨®n. Los ensayos que est¨¢ haciendo, ente otros, el hospital Cl¨ªnico se centran en el trastorno obsesivo compulsivo, pero tambi¨¦n se estudia su aplicaci¨®n a la depresi¨®n. Hasta la esquizofrenia, ¡°la enfermedad prohibida para la psicocirug¨ªa¡±, empieza a ser menos prohibida. Y ya hay ensayos en ratas. Tambi¨¦n se investiga en alzh¨¦imer.
Pero es todo a largo plazo y complicado. Como muestra, est¨¢ el caso de Andr¨¦s Lozano, el m¨¦dico que en 2008, buscando c¨®mo inhibir mediante electrodos el apetito para tratar la obesidad, se encontr¨® con que la corriente utilizada pod¨ªa activar la memoria.
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