El jefe de la Iglesia anglicana se va sin despejar el fantasma del cisma
El arzobispo de Canterbury deja el cargo para dedicarse a la docencia sin cerrar el divisi¨®n sobre el papel de las mujeres y los homosexuales
Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, l¨ªder y jefe simb¨®lico de la Comuni¨®n Anglicana, ha anunciado hoy que dejar¨¢ el cargo a final de este a?o para incorporarse en enero como patr¨®n del Magdalene College, en Cambridge. Williams, de 61 a?os, ha estado 10 a?os al frente de los anglicanos. De conocidas posiciones liberales, deja el cargo sin haber cerrado el peligro de cisma que afrontan los anglicanos en todo el mundo, divididos sobre el papel de las mujeres y de los sacerdotes homosexuales en la Iglesia Anglicana.
Se va dejando un compromiso que no satisface a casi nadie en el espinoso asunto del acceso de las mujeres al obispado: un compromiso que permitir¨¢ la existencia de mujeres obispo pero eximir¨¢ de someterse a su autoridad a quienes reniegan del obispado femenino.
Pero es quiz¨¢ la cuesti¨®n homosexual en la que m¨¢s ha decepcionado a quienes esperaban un avance de la mano de un hombre que en los a?os 80 lleg¨® a sopesar el abandono de la Iglesia de Inglaterra para convertirse en arzobispo de la independiente Iglesia de Gales para ordenar ¨¦l mismo a sacerdotes homosexuales. Y que en 1998 public¨®, junto a su amigo y sacerdote Jeffrey John, un manifiesto a favor del sacerdocio de los homosexuales.
Al llegar a Canterbury en 2002, Williams sac¨® a John de la lista negra en la que le hab¨ªa puesto su antecesor, George Carey, abriendo las puertas a su nombramiento como obispo de Reading. Pero la propuesta provoc¨® tal reacci¨®n entre los sectores conservadores que Williams dio marcha atr¨¢s.
Aquel incidente, y el nombramiento del homosexual Gene Robinson como obispo de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos, marcar¨ªa el inicio de una creciente pol¨¦mica sobre el sacerdocio homosexual y un cisma larvado del anglicanismo, dividido entre las posiciones liberales en Estados Unidos y Canad¨¢ y las reaccionarias en ?frica y Am¨¦rica Latina.
Al final, Williams promovi¨® una f¨®rmula por la que, sin referirse directamente a la cuesti¨®n homosexual, establece que toda medida que pueda provocar controversia ha de tener el apoyo de la mayor¨ªa de las 44 congregaciones anglicanas en el mundo. La oposici¨®n de los liberales a un acuerdo semejante hace pensar que no llegar¨¢ a ser aprobado, aumentando la posibilidad de cisma en una Iglesia cada vez m¨¢s insignificante, con solo 80 millones de fieles en el mundo.
A pesar de esas sombras, Rowan Williams deja el liderazgo de la Iglesia anglicana con un enorme prestigio personal como escolar y te¨®logo. Un hombre de una ¡°sublime inteligencia¡± que parece m¨¢s dotado para la reflexi¨®n y la denuncia que para ejercer un cargo que a menudo es m¨¢s pol¨ªtico que espiritual.
Sus dudas y vacilaciones a la hora de tomar decisiones han contrastado con la valent¨ªa con la que ha afrontado el debate y la denuncia social. No le ha importado debatir en p¨²blico con un ateo, de intelectual a intelectual, defender la necesidad de introducir en la vida brit¨¢nica ciertos aspectos de la sharia, la ley isl¨¢mica, o incrementar el di¨¢logo con la Iglesia cat¨®lica. De la misma manera que no le ha importado atacar las pol¨ªticas de ajuste de la coalici¨®n brit¨¢nica, criticar los excesos de los banqueros de la City o defender un impuesto que grave las transacciones financieras, la llamada tasa Tobin.
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