¡°Un padre me dijo con naturalidad que mat¨® a su hija¡±
El hijo de Vicente Ferrer denuncia la exclusi¨®n de las indias desde antes de nacer
Moncho Ferrer (Anantapur, 1971) ha estado siempre rodeado de mujeres: su madre, sus hermanas, su esposa, sus dos hijas. Y las miles de indias cuyas vidas comparte en el Estado de Andhra Pradesh, uno de los m¨¢s pobres del pa¨ªs y escenario del trabajo de la fundaci¨®n que lleva el nombre de su padre, Vicente Ferrer. La campa?a Mujeres, la fuerza del cambio en India le trae desde el t¨®rrido Anantapur ¡ª¡°All¨ª ya es verano, estamos a 43 grados¡±¡ª a un Madrid de primavera veleidosa, ¡°y mucho fr¨ªo¡±.
A trav¨¦s de siete historias cotidianas de la India rural una exposici¨®n fotogr¨¢fica -puede verse desde el 11 de abril en la Plaza de Felipe II de Madrid-, que recorrer¨¢ 22 ciudades espa?olas, muestra la vida de mujeres sobre las que recaen todos los factores de discriminaci¨®n posibles: g¨¦nero, clase, casta, enfermedad, prejuicios. Son dalits (intocables) o de grupos tribales: una es discapacitada; otra, seropositiva. Y, aunque no presentasen estas caracter¨ªsticas, tampoco lo tendr¨ªan mucho m¨¢s f¨¢cil: India es el cuarto pa¨ªs m¨¢s peligroso del mundo para ser mujer, tras Afganist¨¢n, Congo y Pakist¨¢n. Seg¨²n la ONU, los abortos selectivos, los infanticidios y los feminicidios han restado 50 millones de mujeres al censo desde que hay registros (ocho millones en una d¨¦cada).
¡°La palabra discriminaci¨®n se queda corta, es aut¨¦ntica exclusi¨®n, y empieza antes de nacer. Aunque est¨¢ prohibido revelar el sexo del feto para evitar abortos, siguen produci¨¦ndose, o infanticidios al nacer. En el norte se dan muchos. Pero las mujeres conocen cada vez m¨¢s sus derechos, gracias a campa?as del Gobierno, ONG y los shangam, grupos comunales de mujeres. Una mujer sola tiene miedo a reclamar sus derechos, pero en grupo no¡±, explica Ferrer entre sorbos de zumo.
Cada una de las historias ilustra uno de los sectores en los que trabaja la Fundaci¨®n Vicente Ferrer: ecolog¨ªa, vivienda, sanidad, discapacidad, educaci¨®n, desigualdad, g¨¦nero. Una de las protagonistas es Yellamma, con movilidad reducida, que fue devuelta por su marido al ver que no pod¨ªa trabajar. Hoy hace objetos de yute para la fundaci¨®n, pero otras no tienen tanta suerte. ¡°En un poblado, el padre de una ni?a discapacitada, viudo, que quer¨ªa volverse a casar, mat¨® a su hija. Le pregunt¨¦ y me contest¨® con naturalidad: ¡®La tir¨¦ ah¨ª, a un embalse¡±, cuenta Ferrer.
De los siete ejemplos, Moncho Ferrer, que a estas alturas de la charla sigue en ayunas, escoge a Nagamma: 43 a?os, cuatro hijos, sin estudios. ¡°De peque?a no ten¨ªa futuro. Hoy es la comadrona del pueblo, trabaja en el campo y lidera los shangam locales; adem¨¢s, elabora incienso en su casa para venderlo. Como l¨ªder, goza del respeto de la comunidad; puede ir a los bancos y tener firma¡±. Pero los retos siguen siendo may¨²sculos: violencia dom¨¦stica, explotaci¨®n sexual o bodas precoces. ¡°En pocos meses hemos impedido m¨¢s de 30. ?Una de las novias ten¨ªa 13 a?os!¡±.
Evoca emocionado que en cada pueblo donde trabaja la fundaci¨®n rinden homenaje a su padre dos veces al a?o, ¡°la fecha de su nacimiento y la de su muerte, todos juntos, sin distinci¨®n de castas¡±. Ser hijo de Vicente Ferrer le ha granjeado un cari?o sin l¨ªmites, as¨ª que no resulta dif¨ªcil averiguar cu¨¢l de los tres pa¨ªses que definen su vida (Espa?a; Reino Unido, por su madre, e India, donde naci¨® y vive) es m¨¢s importante para ¨¦l. ¡°De peque?o me abrasaba el sol porque quer¨ªa estar en la calle jugando; pero soy muy poco brit¨¢nico y hablo mal espa?ol. Soy indio. Un indio muy clarito, pero indio¡±.
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