Enganchados a las p¨ªldoras
Entre 2002 y 2009, el gasto por persona en la Sanidad p¨²blica creci¨® un 41%
La idea de que Espa?a dedica a Sanidad un presupuesto inferior al de los pa¨ªses de su nivel de desarrollo contin¨²a plenamente instalada en el sistema, pese a que, analistas econ¨®micos como Juan Oliva la consideran dudosa, todo lo m¨¢s, una verdad a medias, sobre todo ahora que la recesi¨®n asoma. ¡°Hay muchas maneras de comparar. Los ¨²ltimos datos publicados por la OCDE indican que en 2009 Espa?a dedic¨® a Sanidad el 9,5% de su PIB, porcentaje que, efectivamente, est¨¢ algo por debajo del de Francia, Alemania o Suecia, pero el gasto sanitario por habitante (3.067 d¨®lares en 2009) es similar al sueco, algo superior al italiano y manifiestamente superior al de Reino Unido. Entre 2002 y 2009, el gasto real por persona en la Sanidad p¨²blica creci¨® un 41%, cuatro veces m¨¢s r¨¢pido que el PIB. No solo cuenta el nivel, sino tambi¨¦n la inercia generada porque no mata la bala, mata la velocidad. Ahora no podemos cerrar los 11 nuevos hospitales creados en Madrid en los ¨²ltimos a?os, eliminar el personal y devolver la alta tecnolog¨ªa adquirida¡±, destaca este profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha. Aunque no sea achacable ¨²nicamente al consumo farmac¨¦utico, el incremento del gasto da cuenta de un aumento persistente del n¨²mero de recetas que mitiga las rebajas en los precios de los medicamentos obtenidas con la extensi¨®n de los gen¨¦ricos.
Seg¨²n la Agencia Espa?ola de Medicamentos y Productos Sanitarios, las dosis diarias definidas por mil habitantes y d¨ªaa cargo del SNS pasaron de 502 en el a?o 2000 a 754 en 2006 y el n¨²mero de recetas aument¨® ininterrumpidamente desde los 764,6 millones de 2005 (17,3 por habitante) a los 957,9 millones de 2010 (20,4 por habitante). Seg¨²n la OCDE, el gasto en medicamentos supuso en 2009 el 18,9% del gasto sanitario total, cuando en pa¨ªses con un sistema similar, como Suecia y Reino Unido, ese porcentaje fue del 12,5% y del 11,6%, respectivamente. Nuestro 18,9% es el r¨¦cord absoluto en los pa¨ªses desarrollados: Alemania (14,9%), Francia (16,1%), Holanda (9,6%), Dinamarca (7,3%), EE UU (12%), Canad¨¢ (17%) Suiza (12%), Noruega (7,3%)¡
¡°El Estado paga, pero ni decide, ni consume¡±, recalca un m¨¦dico
¡ª?Somos un pa¨ªs pastillero?, le pregunto a Joan-Ramon Laporte, director del Instituto Catal¨¢n de Farmacolog¨ªa y responsable de Farmacolog¨ªa del hospital Vall d¡¯Ebron, de Barcelona.
¡ªS¨ª, por ejemplo, consumimos el doble de benzodiacepinas (para combatir el insomnio y la ansiedad) que EE UU, un pa¨ªs muy pastillero, responde.
¡ª?Y c¨®mo se explica esa particular adicci¨®n?
¡ªPor las promociones de la industria. Con sus campa?as influyen sobre los m¨¦dicos, farmac¨¦uticos y usuarios. Tambi¨¦n act¨²an en el terreno de la pol¨ªtica.
¡ª?Es un consumo inducido artificiosamente?
¡ªEn buena medida, s¨ª. El consumo depende m¨¢s del esfuerzo vendedor y del actual sistema de regulaci¨®n de precios que de las patolog¨ªas. No estamos ante un mercado convencional de oferta y demanda. Aqu¨ª, el m¨¦dico decide el consumo, pero ni consume, ni paga; el paciente consume, pero solo paga una parte del precio, adem¨¢s de sus impuestos, y tampoco decide. El Estado paga, pero ni decide, ni consume.
¡ª?El Gobierno no decide pese a que fija el precio m¨¢ximo de los medicamentos?
¡ªLa determinante en el mercado es la industria farmac¨¦utica porque influye mucho sobre todos. Presiona a los Gobiernos, induce a los m¨¦dicos y farmac¨¦uticos a dispensar determinados medicamentos y organiza y sufraga a asociaciones de pacientes y sociedades m¨¦dicas para que a su vez presionen a los dem¨¢s actores. En este pa¨ªs, tenemos la m¨¢s amplia oferta de medicamentos de Europa, 12.680 especialidades farmac¨¦uticas. Cuando, seg¨²n la Sociedad Espa?ola de Medicina Familiar y Comunitaria, para abordar la totalidad de los problemas de salud en atenci¨®n primaria bastar¨ªa con unos 400 medicamentos. El problema es que la Administraci¨®n central financia cualquier tipo de f¨¢rmaco, sin distinguir entre los que suponen una aportaci¨®n provechosa y los que no.
¡ª?Y por qu¨¦?
Laporte mira con un punto de extra?eza e incomodidad por tener que exponer lo que considera una obviedad. ¡°Porque, como usted sabe, los laboratorios tienen un enorme poder¡±, responde para, a continuaci¨®n, enumerar casos en los que las multinacionales han tenido que abonar indemnizaciones millonarias por haber ocultado contraindicaciones de sus productos. ?l forma parte de la plataforma m¨¦dica NoGracias que rechaza informarse a trav¨¦s de las compa?¨ªas farmac¨¦uticas. Y es que el Estado ha hecho dejaci¨®n de dos tareas cruciales: la investigaci¨®n cl¨ªnica, hoy promovida por la industria, y la formaci¨®n continuada de los m¨¦dicos.
Se calcula que entre el 30% y el 40% de los nuevos medicamentos financiados por el SNS no aportan nada significativo sobre la mol¨¦cula ya existente y vienen a ser copias m¨¢s o menos sofisticadas y car¨ªsimas. Y es que la industria, que exige poder recuperar en 10 a?os el dinero invertido en el proyecto. Un ejemplo es la presentaci¨®n de f¨¢rmacos que se disuelven en la boca. No se discute la mejora, lo que se discute es el precio, como tampoco se discute la subvenci¨®n de f¨¢rmacos que aportan una mejora significativa y eso que hay pacientes que cuestan a las arcas p¨²blicas m¨¢s de 300.000 euros anuales. Ante la inhibici¨®n del ministerio, Andaluc¨ªa, Pa¨ªs Vasco, Navarra, Arag¨®n y Catalu?a han creado un comit¨¦ de evaluaci¨®n para identificar y poder soslayar aquellas novedades farmac¨¦uticas que se presentan como innovadoras, pero apenas aportan nada. Crecen las voces que reclaman a la Administraci¨®n central la creaci¨®n de un ¨®rgano dedicado a valorar el coste-efectividad de los medicamentos, como el NICE (Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Cl¨ªnica) brit¨¢nico. Siempre que no est¨¦ en juego la vida del paciente, el NICE tiene muy en cuenta la relaci¨®n coste-mejora terap¨¦utica. As¨ª, puede negarse a subvencionar un f¨¢rmaco dirigido a mejorar la movilidad de un paciente si su coste es desorbitado.
¡°No podemos seguir financiando todo lo que sale al mercado, tenemos que saber por qu¨¦ aumenta el n¨²mero de recetas. M¨¢s que reducir la oferta de medicamentos, se trata de racionalizarla. Los ensayos cl¨ªnicos son una aportaci¨®n al I+D pero tenemos que lograr que la investigaci¨®n sea la que necesita el sistema sanitario. Aunque el ministerio carece de poder jer¨¢rquico en el terreno sanitario porque se trata de competencias transferidas, podemos y debemos reconducir el sistema para que los poderes p¨²blicos tomen el tim¨®n. No va a ver recortes de servicio¡±. Eso dice Sagrario P¨¦rez Castellanos.
Si no va a haber recortes y el aumento presupuestario es ilusorio, la v¨ªa seguir¨¢ siendo la de optimizar la gesti¨®n. Dejar de financiar ese 30% o 40% de medicamentos y equipamientos t¨¦cnicos de dudosa aportaci¨®n ya ser¨ªa un gran ahorro, al igual que el aprovechamiento de las econom¨ªas de escala para la adquisici¨®n de medicamentos al por mayor, la creaci¨®n de infraestructuras comunes a varias autonom¨ªas, la formaci¨®n econ¨®mico-empresarial de los responsables de los centros, la concienciaci¨®n de los m¨¦dicos y usuarios. Claro que para que llegue a producirse semejante sacudida estructural, har¨¢ falta asegurar antes la transparencia de los flujos informativos entre las comunidades aut¨®nomas y homogeneizar el conjunto de indicadores comunes del sistema.
Conviene no perder de vista que si la crisis econ¨®mica no ha derivado hasta ahora en crisis social ha sido, en gran medida, gracias a la tabla de salvaci¨®n de la sanidad p¨²blica. ¡°Si el conjunto de la ciudadan¨ªa no renueva su confianza en el sistema p¨²blico de salud, estaremos abocados a una sanidad de doble v¨ªa: una para ricos y otra para pobres. Eso es lo que va a ponerse en juego en los pr¨®ximos meses¡±, dice Oliva.
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