Solo el 26% de los grandes dependientes est¨¢n en residencias
Familiares sin formaci¨®n cuidan a los ancianos graves El Gobierno planea un cambio que amenaza a miles de usuarios
Dos tercios de los dependientes m¨¢s graves est¨¢n atendidos en su domicilio y, de ellos, la inmensa mayor¨ªa al cuidado de sus familiares, cuando muchos necesitar¨ªan ayuda especializada. Se trata de enfermos de alzh¨¦imer en su fase m¨¢s aguda, por ejemplo, o ancianos encamados de escasa movilidad. Solamente el 26% de los grandes dependientes est¨¢n en residencias, un servicio que se considera el adecuado para estas personas porque ah¨ª recibir¨ªan ayuda profesional d¨ªa y noche. Son, por primera vez, datos oficiales a los que ha tenido acceso este peri¨®dico. Datos que maneja el Gobierno antes de proceder a aligerar la burocracia que lastra el sistema de atenci¨®n a la dependencia.
Porque otra de las conclusiones de este informe es que los dos niveles de gravedad en que se dividen los grandes dependientes (nivel II y nivel I) se atienden pr¨¢cticamente con las mismas ayudas. Quiz¨¢ por eso la ministra de Sanidad y Servicios Sociales, Ana Mato, recuerda siempre que es necesario simplificar los tr¨¢mites, y ya desde su llegada al Gobierno se presume que los dos niveles en que se divide cada uno de los tres grados de dependencia (grandes dependientes, dependientes severos y dependientes moderados) puedan eliminarse.
Pero eso puede tener sus pros y sus contras. Desde luego la burocracia se simplificar¨ªa y posiblemente se ganar¨ªa en tiempo, porque los dependientes m¨¢s graves normalmente empeoran pronto: el que se calific¨® como nivel I no tardar¨¢ en pasar al nivel II. Revisar todos esos casos lleva su tiempo y, finalmente, las ayudas no son muy diferentes. Pero una reforma as¨ª no es ajena a ciertos riesgos. ?Cu¨¢ntos de los grandes dependientes en su nivel m¨¢s bajo pasar¨ªan directamente al grado anterior, es decir, a ser solo dependientes severos, y cu¨¢ntos de los severos se caer¨ªan al apartado de los moderados? La consecuencia de este desplazamiento tiene un final l¨®gico: los m¨¢s leves de los moderados (grado I, nivel I) ya no podr¨ªan pasar a ning¨²n sitio, directamente se saldr¨ªan de la ley.
Los responsables de la dependencia en el Ministerio justifican esta posible reforma en que muchos de estos dependientes leves est¨¢n ya atendidos por los servicios sociales b¨¢sicos, puesto que su incorporaci¨®n en el calendario de la ley est¨¢ establecida para 2013, aunque esta fecha puede aplazarse, como ha ocurrido este a?o: el Gobierno ha suspendido la entrada al sistema de los moderados prevista para 2012. Pero no es lo mismo estar bajo el sistema de la dependencia, cuyas ayudas se garantizan por derecho, que quedar al albur de los servicios sociales b¨¢sicos, muy mermados por la crisis (y por la propia Ley de Dependencia). En estos casos, si hay dinero habr¨¢ ayuda, si no lo hay...
Cambiar la valoraci¨®n puede traer ahorro, pero peligra la calidad
Por otro lado, la mudanza de los dependientes de un grado a otro inferior conllevar¨ªa ahorros puesto que el Gobierno no paga lo mismo por un usuario grave que por uno m¨¢s leve. Todo ello ser¨¢ materia de debate entre las comunidades antes de que se tome una decisi¨®n, pero ninguna est¨¢ en disposici¨®n de hacer ascos a un alivio econ¨®mico. El asunto, en ese caso, ser¨ªa la calidad de la asistencia, el peligro de que un gran dependiente sea atendido como corresponder¨ªa a un caso m¨¢s leve.
En este informe, el Gobierno lamenta la ¡°infrautilizaci¨®n¡± de los servicios de la red p¨²blica. ¡°No parece que se utilicen de forma prioritaria ni en funci¨®n de una mayor necesidad de cuidados profesionales¡±, advierten. Solo un 26% de los grandes dependientes est¨¢n en residencias, pero casi el 46% (y el 47% de los severos) est¨¢n atendidos por sus familiares, ¡°cuando la formaci¨®n de estos cuidadores se realiza con posterioridad¡±. Cabr¨ªa a?adir que, en muchos casos, no hay ni siquiera una formaci¨®n, ni periodos de respiro para las mujeres que pasan el d¨ªa entero, y quiz¨¢ la noche, al cuidado de dependientes. Situaciones as¨ª generan m¨¢s dependencia y de forma prematura, como advierten siempre los expertos. El Gobierno plantea para estos cuidadores una formaci¨®n adecuada.
Sorprende tambi¨¦n el porcentaje (10%) de grandes dependientes atendidos con teleasistencia, que no es m¨¢s que un bot¨®n para avisar de una ca¨ªda, por ejemplo. Podr¨ªa decirse que esta ayuda no es ¨²nica, puesto que es compatible con otras, pero tambi¨¦n es cierto que la ratio de ayudas por cada dependiente es de 1,24 como media, as¨ª que puede que algunos de los m¨¢s afectados solo reciban esa. No est¨¢ aclarado en los datos.
El Ministerio de Servicios Sociales prev¨¦ reformar tambi¨¦n el copago
A la vista de todo esto, el Ministerio propone simplificar el ¡°entramado de grados y niveles¡± con que se clasifican las situaciones de dependencia, dado que no encuentran muchas diferencias ni en las valoraciones que se les hacen ni en el tipo de ayuda que conceden para cada nivel dentro de un mismo grado. Proponen tambi¨¦n ajustar las prestaciones a las necesidades verdaderas del dependiente. La paga para el cuidador familiar, que se preve¨ªa como algo excepcional en la ley, se ha convertido en norma, en parte porque as¨ª lo solicitaban los usuarios ¡ªaunque su opini¨®n no es determinante¡ª, en parte porque no hab¨ªa servicios suficientes para atenderlos. Revertir esa situaci¨®n requerir¨¢ llevar los servicios (residencias, centros de d¨ªa) all¨¢ donde no los haya. Pero en estos tiempos ser¨¢ dif¨ªcil convencer a los empresarios de que acojan a los dependientes en sus geri¨¢tricos cuando algunas comunidades, como Castilla-La Mancha, ya han advertido que recortar¨¢n las subvenciones p¨²blicas que les dan. A menos que el dinero que resta salga del bolsillo del ciudadano. No es descabellado, puesto que el Ministerio tiene previsto reformar tambi¨¦n el copago, es decir, determinar la situaci¨®n econ¨®mica del usuario y su aportaci¨®n, muy dispar entre las comunidades.
La dependencia experimentar¨¢ grandes cambios, en la valoraci¨®n de los usuarios, en la financiaci¨®n del sistema y, posiblemente, en las prestaciones que se reciban. La m¨²sica parece acertada, pero la letra peque?a est¨¢ por ver.
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