La monja que repart¨ªa beb¨¦s
Madres que la han denunciado y padres que lo son gracias a ella retratan a sor Mar¨ªa G¨®mez Valbuena: ¡°Era fr¨ªa, calculadora. Una mujer con dos caras¡±
¡°Fr¨ªa¡±, ¡°calculadora¡±, ¡°como Jekyll y Hyde¡±. As¨ª es como recuerdan a sor Mar¨ªa G¨®mez Valbuena, de 87 a?os, ¨²nica imputada por un juez por presunto robo de ni?os, madres que la acusan de quitarle a los suyos. Matrimonios que se convirtieron en padres gracias a ella cuentan que acudieron a verla tras o¨ªr hablar de ¡°la monja que daba ni?os¡±. Y algunos de esos beb¨¦s dados en adopci¨®n recuerdan hoy que manten¨ªa el contacto con ellos, incluso les preguntaba por las notas. Este es el retrato de una monja acusada de robar beb¨¦s.
¡°Yo estaba muy asustada y me tranquiliz¨®. Me habl¨® de guarder¨ªas. Confi¨¦ en ella. Fue tejiendo una tela de ara?a hasta que me atrap¨®¡±, recuerda Mar¨ªa Luisa Torres, la responsable de que sor Mar¨ªa est¨¦ imputada. Era 1982, acaba de separarse de su marido y estaba embarazada y sola. Acudi¨® a la monja tras ver un anuncio en una revista en el que promet¨ªa ayudas madres en apuros. ¡°Cuando me despert¨¦ tras el parto, ella era otra persona diferente. Ten¨ªa dos caras. Como Jekyll y Hyde. Cruel, altiva. Se qued¨® con mi beb¨¦. Me amenaz¨® con quitarme a mi otra hija, por ad¨²ltera. Y mientras lo dec¨ªa, yo ve¨ªa c¨®mo ella estaba imaginando ese momento¡±.
La religiosa trabajaba como asistente social en la cl¨ªnica Santa Cristina y colaboraba en la de San Ram¨®n, dirigida por el doctor Eduardo Vela, otro de los nombres que m¨¢s se repiten en las denuncias por robo de ni?os. Estaba muy solicitada. A ella acud¨ªan matrimonios de distintas partes de Espa?a frustrados por la dificultad de adoptar por los cauces tradicionales ¡ªen 1980 la Diputaci¨®n de Madrid acumulaba m¨¢s de 6.000 solicitudes¡ª y embarazadas en apuros, como Mar¨ªa Luisa, o j¨®venes solteras que se hab¨ªan quedado embarazadas trabajando de sirvientas o a las que sus padres hab¨ªan echado de casa al conocer la noticia. La religiosa las enviaba a una pensi¨®n en Madrid donde siempre hab¨ªa habitaciones reservadas a su nombre, o a un piso en el barrio de Salamanca. Apenas sal¨ªan, salvo para las revisiones con el doctor Vela. Algunos de los padres que luego adoptaron a esos beb¨¦s guardan las facturas que sor Mar¨ªa les pasaba por la estancia de las chicas. En 1978 ascend¨ªan a 500 pesetas por d¨ªa. Alejandro Alcalde, que adopt¨® a la hija de Mar¨ªa Luisa, Pilar, pag¨® casi 100.000 en 1982 por ¡°gastos de parto, anestesia¡¡±. ?l recuerda a sor Mar¨ªa como ¡°de una terrible frialdad¡±. Le ofreci¨® cambiar al beb¨¦ por otro porque Pilar hab¨ªa nacido enferma.
Muchos matrimonios que quer¨ªan adoptar llegaban a sor Mar¨ªa derivados de la Agencia Espa?ola de la Protecci¨®n de la Adopci¨®n, fundada en 1969 por el fiscal del Supremo Gregorio Guijarro, padre adoptivo de gemelas. En 1980, cuando ya se hablaba de un mercado ilegal de beb¨¦s, Guijarro declaraba a EL PA?S: ¡°Hoy por hoy, el sistema m¨¢s r¨¢pido para conseguir un ni?o en adopci¨®n es ganarse la simpat¨ªa de las personas relacionadas directamente con el tema: asistentes sociales, monjitas... En cuesti¨®n de adoptantes, un buen fichero est¨¢ en manos de sor Mar¨ªa G¨®mez Valbuena¡±.
¡°Hablaba de los ni?os como si fueran manzanas¡±, seg¨²n una v¨ªctima
Los padres adoptivos de Camino, nacida en San Ram¨®n en 1979, estuvieron a punto de denunciarla. ¡°Sor Mar¨ªa debi¨® de ver que no ten¨ªan mucho dinero¡±, cuenta Camino, ¡°y les dijo que la ¨²nica posibilidad que ten¨ªan de adoptar era llev¨¢ndole otra mujer embarazada que no fuera a quedarse el beb¨¦¡±. La monja utiliz¨® el sistema del trueque en al menos otra ocasi¨®n. Mari Carmen Rodr¨ªguez, madre adoptiva de David, nacido en San Ram¨®n en 1981, tambi¨¦n relat¨® a este diario que sor Mar¨ªa le dijo que ten¨ªan que llevarle ¡°otra embarazada a cambio, y que lo hac¨ªa as¨ª para que las madres no tuvieran pistas y no dieran la lata buscando¡±.
Sor Mar¨ªa dio largas a los padres adoptivos de Camino. ¡°Les dijo que ya llamar¨ªa cuando hubiese otro ni?o disponible. Mi madre dice que ¡®ella hablaba de beb¨¦s como si fueran manzanas¡¯. Hasta que la amenazaron con denunciarla, y entonces les cit¨® media hora m¨¢s tarde en San Ram¨®n. Mi madre compr¨® un pijamita azul porque pensaba que le iba a dar al beb¨¦ de la embarazada que ella hab¨ªa llevado, que hab¨ªa sido ni?o, pero sor Mar¨ªa les entreg¨® envuelta en una toalla a una ni?a, yo. Mi madre siempre ha pensado que me ten¨ªan preparada para otros con dinero¡±.
¡°Yo confiaba en ella. Teji¨® una tela de ara?a hasta
Los padres adoptivos de Alfonso, de Alicante, tampoco entraron con buen pie con sor Mar¨ªa en 1983. ¡°Fueron a verla porque una amiga del Opus que hab¨ªa adoptado a tres hermanos en San Ram¨®n les dio su nombre. Me han contado que sor Mar¨ªa se enfad¨® mucho cuando les vio. Ya hab¨ªa salido en los medios la noticia del tr¨¢fico de ni?os en aquellas cl¨ªnicas y estaba nerviosa. Les dijo que era imposible. Pero casi un a?o despu¨¦s les llam¨®. ¡®Tienen ustedes amigos muy importantes¡¯, les dijo, y les dio al ni?o, yo¡±. La entrega se produjo horas despu¨¦s del parto, de forma ilegal. ¡°Todas las Navidades sor Mar¨ªa mandaba una postal y mis padres una cesta con comida. Recuerdo haber hablado con ella por tel¨¦fono. Me pregunt¨® si me gustaban mis padres, si iba a misa, qu¨¦ notas hab¨ªa sacado...¡±.
A Enriqueta Pelayo o¨ªr el nombre de la monja le pone ¡°la piel de gallina¡±. ¡°Sor Mar¨ªa me dijo: ¡®La criatura ha muerto. Es un angelito de Dios¡¯. Yo grit¨¦ que quer¨ªa verla. Me tir¨® encima de la cama la ropita que yo hab¨ªa llevado y me dijo: ¡®Mejor que se te haya muerto esta y no las otras tres que ya tienes criadas¡±. Esta semana presentar¨¢ denuncia. Juan
Antonio Mart¨ªnez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal, declar¨® recientemente: ¡°En esa congregaci¨®n [las Hijas de la Caridad, a la que pertenece sor Mar¨ªa] puede haber y hay pecadores y delincuentes (...) la Iglesia no va a oponer resistencia a que se aclaren, en justicia, las cosas¡±.
¡°Me dijo que mi madre era indigente. Era una viuda¡±
La ¨²ltima vez que vio a sor Mar¨ªa, a Mar¨ªa Jos¨¦ le dio una crisis de ansiedad. Entonces ten¨ªa 22 a?os y hab¨ªa acudido a visitarla al convento con sus padres adoptivos porque deseaba conocer a su madre biol¨®gica y quer¨ªa preguntar a la religiosa que facilit¨® su adopci¨®n si recordaba algo. ¡°Al principio pens¨® que est¨¢bamos all¨ª para darle las gracias y estaba muy contenta. Pero cuando empec¨¦ a hacerle preguntas de mi madre biol¨®gica reaccion¨® muy mal¡±, relata Mar¨ªa Jos¨¦ ¡ªnacida en 1978 en la cl¨ªnica Santa Cristina¡ª, 16 a?os despu¨¦s de aquel encuentro con sor Mar¨ªa.
En aquella entrevista, la religiosa se emple¨® a fondo en convencerla de que ella no se acordaba de nada y que, por tanto, no pod¨ªa darle ninguna pista para que conociera su madre y que en cualquier caso, mejor que no lo hiciera. ¡°Empez¨® a meterme miedo cont¨¢ndome unos casos horribles. Me dec¨ªa que esas madres odiaban a sus hijos. Que una vez le hab¨ªan llevado un beb¨¦ a una para que se decidiera [a qued¨¢rselo o no] y que la hab¨ªan tenido que sujetar porque quer¨ªa estallarlo contra el suelo. ¡®Cada dos por tres ten¨ªa aqu¨ª a una con otro ni?o. Ya le di tres de sus hijos a una familia, pero como ya no pod¨ªan quedarse con m¨¢s, tuve que entregar otros dos a otra¡¯, dec¨ªa... Insist¨ªa en que hab¨ªa pasado mucho tiempo, y que no recordaba nada de mi madre, pero me dio la sensaci¨®n de que sab¨ªa perfectamente qui¨¦n era yo¡±, relata Mar¨ªa Jos¨¦.
¡°Me hablaba de la divina providencia. Dec¨ªa que Dios me hab¨ªa enviado a aquellos padres [los adoptivos] y que mi madre [biol¨®gica] me odiaba. Y entonces me dijo: ¡®Si te la encuentras por la calle, te reconocer¨¢. Ay¨²dala¡¯. Dijo que mi madre biol¨®gica era una indigente. ¡®Y tu padre, vete a saber¡¯, a?adi¨®, insinuando que se acostaba con cualquiera. Al salir, me dio un ataque de ansiedad. No me esperaba aquella falta de ¨¦tica, de sensibilidad, de humanidad. Pens¨¦ que si tantos a?os despu¨¦s me intentaba manipular a m¨ª de esa manera, qu¨¦ no har¨ªa con las madres en el momento¡±.
Mar¨ªa Jos¨¦ sigui¨® buscando. ¡°Cuando al final la localic¨¦, a finales del a?o pasado, mi madre no ten¨ªa nada que ver con lo que sor Mar¨ªa me hab¨ªa contado¡±. No era una indigente, sino una viuda y madre de cinco hijos que qued¨® embarazada de otro hombre. ¡°Me cont¨® que estaba muy asustada. No quer¨ªa que se enterase nadie de su entorno y sor Mar¨ªa la convenci¨® sin mucho esfuerzo de que lo mejor era darme en adopci¨®n porque ella ten¨ªa un matrimonio muy bueno que no pod¨ªa tener hijos y que se iba a encargar de m¨ª. Eso era mentira, porque entonces ella a¨²n no sab¨ªa a qui¨¦n me iban a entregar¡±.
La madre de Mar¨ªa Jos¨¦ regres¨® a casa y actu¨® como si nada hubiera pasado. ¡°A su familia le hab¨ªa dicho que iba a Madrid a hacerse unas pruebas en el h¨ªgado y que iba a estar hospitalizada unos d¨ªas¡±, recuerda Mar¨ªa Jos¨¦. Ese no es su verdadero nombre. Pide uno ficticio porque su madre biol¨®gica a¨²n no ha contado lo ocurrido a nadie. ¡°Mis hermanos a¨²n no saben que existo¡±.
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