Adi¨®s a El Guti
Muere Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez, quien fue director de 'Diario 16'. Periodista incisivo y de fuerte temperamento, es representante de una generaci¨®n de informadores que cambi¨® este pa¨ªs
Nadie en la redacci¨®n de Diario 16 se refer¨ªa a ¨¦l de otra forma que como El Guti. Un d¨ªa de los primeros a?os noventa Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez (Busdongo, Le¨®n, 1943) llamaba a su despacho de director a un joven redactor para aclarar un texto y darle, de paso, algunas pistas que sol¨ªan ser valiosas. El joven redactor entraba al despacho mientras su jefe hablaba por tel¨¦fono y escuchaba cosas como esta dichas a una alta autoridad financiera: "?Que vaya a un desayuno contigo y con otros periodistas? ?Ent¨¦rate de que los banqueros est¨¢n haciendo cola para comer conmigo!".
El Guti, fallecido este lunes, era orgulloso y apasionado en todo lo que hac¨ªa. Impon¨ªa con sus casi dos metros, su voz poderosa, su nervio, sus grandes manos curtidas. Ten¨ªa el temperamento de una generaci¨®n de periodistas (entonces se dec¨ªa que de raza) que se sintieron protagonistas de la Transici¨®n, que ayudaron a traer la democracia y a afianzar la libertad de informaci¨®n, que se metieron en l¨ªos por ser vigilantes del poder. En 1972, Guti¨¦rrez compart¨ªa el atrevido proyecto de Gentleman con Juan Luis Cebri¨¢n. En 1975 estaba en la creaci¨®n del Grupo 16, el proyecto de un tipo impulsivo como ¨¦l, llamado Juan Tom¨¢s de Salas. Antes de que muriera Franco estaba en la calle Cambio 16 y antes de las primeras elecciones democr¨¢ticas nace Diario 16, seis meses despu¨¦s que EL PA?S de Cebri¨¢n. En esos a?os, los medios m¨¢s j¨®venes iban por delante de la democratizaci¨®n pol¨ªtica, tiraban de ella, mientras otros iban a remolque.
Guti¨¦rrez presum¨ªa de su origen humilde en un pueblo de la comarca de La Tercia, de haber sido obrero metal¨²rgico antes que periodista, de sus inicios profesionales en M¨¦xico para Revista SP, de haber estado el 23-F en el Congreso. Pas¨® de Cambio a Diario 16 en 1980 como director adjunto de? Pedro J. Ram¨ªrez, con quien tuvo broncas y reencuentros toda su vida. Por entonces Guti¨¦rrez destacaba sobre todo como columnista, pero en sus columnas, a menudo, pisaba noticias a los redactores. Hasta que, en 1992, cuando Justino Sinova dimite como director de Diario 16 (enfrentado con Salas por la cobertura del caso Ibercorp), a El Guti le toca ponerse al frente de la nave. Fue director de Diario 16 hasta 1996. Eran momentos de ruina econ¨®mica pero de agitaci¨®n informativa. Salas se ech¨® a un lado, dej¨® la gesti¨®n a los bancos acreedores y El Guti se mantuvo como referencia de los hist¨®ricos. Vive momentos memorables: bajo su direcci¨®n se destapa el caso Rold¨¢n (por Irujo y Mendoza, entre otros) que termina con la huida del director de la Guardia Civil al Lejano Oriente, y se hacen aportaciones esenciales al esclarecimiento de los cr¨ªmenes de los GAL. Al otro lado de la balanza, afront¨® un ajuste duro en el peri¨®dico que precipit¨® su ca¨ªda en difusi¨®n y en influencia, adem¨¢s de la fuga de algunas grandes firmas, de Ra¨²l del Pozo o Mart¨ªn Prieto a Gallego y Rey.
No disimulaba su enemistad con Felipe Gonz¨¢lez, en esos a?os l¨ªder de reiteradas mayor¨ªas absolutas, y con el r¨¦gimen que llamaba felipismo, cuya mano (y la de Rubalcaba) cre¨ªa ver en todo tipo de maniobras contra ¨¦l. En su choque con los socialistas se ali¨® con periodistas como Luis Mar¨ªa Anson, Pedro J. Ram¨ªrez, Antonio Herrero o Jim¨¦nez Losantos, con Camilo Jos¨¦ Cela de icono, con quienes form¨® la Asociaci¨®n de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI), el que ser¨ªa llamado (por sus enemigos) sindicato del crimen, una alianza medi¨¢tica de hierro contra un poder socialista ya en declive. Ese posicionamiento no impidi¨® a Guti¨¦rrez mantener una larga relaci¨®n con Carmen Alborch, ministra de Cultura con Gonz¨¢lez.
La publicaci¨®n en Diario 16 de una informaci¨®n que relacionaba a una empresa de Hassan II con el narcotr¨¢fico le cost¨® a Guti¨¦rrez una condena en la justicia espa?ola que no logr¨® levantar ni en el Supremo, ni en el Constitucional. El periodista leon¨¦s batall¨® con el orgullo herido contra esta condena, por la cual se present¨® ante la opini¨®n p¨²blica como una v¨ªctima de un atropello a la libertad de dar informaci¨®n veraz, hasta que Estrasburgo le dio la raz¨®n. Cuando dirig¨ªa Diario 16 consideraba a El Mundo su principal enemigo, y sus arengas eran altisonantes, pero encontr¨® refugio en el diario de Ram¨ªrez cuando sali¨®, muy desgastado, de su rotativo, vendido por Salas por una peseta a un empresario llamado Dom¨ªnguez. El Mundo acogi¨® desde entonces sus brev¨ªsimos art¨ªculos, que firmaba con el seud¨®nimo Erasmo. Esos comentarios los compatibilizaba con la edici¨®n de la revista Leer, en cuya web puede encontrarse uno de sus ¨²ltimos art¨ªculos sobre las amenazas a la libertad de expresi¨®n, en el que recuerda, no sin amargura, su trayectoria profesional. En este texto fechado este mes de mayo, El Guti se declara v¨ªctima de "operativos de espionaje caracter¨ªsticos de los Estados polic¨ªacos, simulaciones de sainete a cargo de malos actores, la violencia, el sadismo recalcitrante y despiadado de los mezquinos y los cobardes, terrorismo light, retribuciones generosas a las conciencias corrompidas".
En aquel despacho, en los primeros a?os noventa, El Guti supo que el joven redactor no podr¨ªa cubrir una informaci¨®n a la ma?ana siguiente porque por las ma?anas estaba haciendo la mili. Levant¨® el tel¨¦fono y dijo a su secretaria: "Ponme con el ministro de Defensa". El joven redactor y recluta tard¨ªo asisti¨® perplejo al di¨¢logo entre su director y su ministro. El Guti parec¨ªa estar abroncando al titular de Defensa al contarle el caso: "?Tenemos cosas m¨¢s importantes que hacer que est¨²pidas guardias! ?Tienes que darle permiso indefinido!". El ministro debi¨® salir del paso como pudo. El joven redactor no se libr¨® de lo que le quedaba de mili, porque la supuesta orden no lleg¨® a los cabos primeros que deb¨ªan ejecutarla, si es que alguna vez sali¨®. Pero el entonces principiante todav¨ªa agradece el intento de su director de resolver las cosas a su manera. Como era ¨¦l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.