Encuentros, el final de un proceso
"La construcci¨®n de la paz y de la convivencia es mucho m¨¢s que el cese de la violencia"
Los encuentros fueron la conclusi¨®n de un largo proceso de desvinculaci¨®n de la banda de algunas personas. Por hartazgo, por convicciones personales, por influencia de su entorno... Cada uno de los presos que acabaron en Nanclares hab¨ªa hecho su propio recorrido en otro centro. Recorrido en el que se daban alguno de estos elementos, o todos juntos. Una de las cosas que m¨¢s nos empe?amos en valorar en ese momento, antes de dar el paso del acercamiento ¡ªal que d¨¢bamos una connotaci¨®n de explicitar la desvinculaci¨®n del mundo de ETA y que ellos asum¨ªan como una manera de estar ¡°marcados¡± por el viejo mundo al que hab¨ªan pertenecido¡ª, era la sinceridad de la apuesta personal. Algunos no fueron capaces de soportar la presi¨®n del entorno y no se decidieron a dar ese paso o no lo resistieron despu¨¦s.
En nuestra estimaci¨®n, hab¨ªa muchas m¨¢s personas que hac¨ªa tiempo que defend¨ªan el final de la actividad de ETA y que hab¨ªan hecho su particular ruptura con las directrices de la banda. Pero fueron muchos menos los que decidieron ser consecuentes con su postura. La presi¨®n de la banda, de su entorno, el aislamiento al que someten no s¨®lo a los presos sino tambi¨¦n a sus familiares, puede llegar a ser brutal.
Se abri¨® un tiempo de trabajo con los reclusos para afirmar su decisi¨®n y para reforzar la parte ¨¦tica de esa decisi¨®n, ya que consider¨¢bamos que era un elemento fundamental para que el proceso condujese a un futuro diferente. No s¨®lo para ellos, sino para la sociedad. A nadie se le prometi¨® nada en particular, nada relacionado con la duraci¨®n de sus condenas. A todos se les dej¨® claro que es ETA la que ha impuesto unas condiciones de condena particularmente duras para sus presos oblig¨¢ndoles a situarse al margen de la legislaci¨®n penitenciaria; que el cumplimiento de la ley es una premisa del Estado de derecho y que la ley, para aplicarse con todas las posibilidades que la legislaci¨®n ofrece, requiere de una voluntad clara de reinserci¨®n que pasa por asumir el delito cometido y sus consecuencias.
La realizaci¨®n de los encuentros era un eslab¨®n de ese proceso y, por lo tanto, no ten¨ªa premio ni castigo. S¨®lo significaba decidir llevar hasta el final la voluntad de cambiar, de enfrentarse a su pasado y de ayudarles a construir otro futuro. Requiri¨® un trabajo previo muy intenso con los presos para verificar que su decisi¨®n de llegar hasta ah¨ª era sincera y que entend¨ªan que no podr¨ªan librarse nunca de su pasado si no se enfrentaban a ¨¦l, a las consecuencias de sus actos.
Contamos para ello con la ayuda de algunos profesionales que tuvieron largas sesiones de trabajo con ellos. Con la colaboraci¨®n de la Oficina de Atenci¨®n a v¨ªctimas del Pa¨ªs Vasco, detectamos que hab¨ªa algunas v¨ªctimas que tambi¨¦n entend¨ªan que para superar no ya su dolor sino la manera de enfrentarse a ¨¦l y a la sinraz¨®n que les hab¨ªa producido un da?o tan irreparable, estaban dispuestas a tratar de convertir su amarga experiencia en el inicio de un camino de b¨²squeda de futuro. Y que estaban dispuestas a realizar este encuentro. Aunque haya quien no lo entienda, para algunas personas intentar contribuir a una paz duradera era algo que deb¨ªan al sacrificio de sus seres queridos despu¨¦s de muchos a?os de sufrimiento. El testimonio directo de las v¨ªctimas ha causado una conmoci¨®n tan intensa en quienes fueron responsables de tantos cr¨ªmenes, a los que nunca quisieron poner cara, que ha resultado determinante para muchos de ellos en su particular ajuste de cuentas con el pasado.
Tambi¨¦n se realiz¨® un trabajo previo con las v¨ªctimas, porque iban a vivir una experiencia muy dif¨ªcil y muy dura al sentarse frente a alguien que, directa o indirectamente, era responsable de su dolor y de la p¨¦rdida de sus seres m¨¢s queridos.
La construcci¨®n de la paz y de la convivencia es mucho m¨¢s que el cese de la violencia. Y no es f¨¢cil saber c¨®mo avanzar en esa direcci¨®n. No hab¨ªa muchas experiencias sobre ello, pero consider¨¢bamos que se pod¨ªa abrir un camino por el que, tarde o temprano, deb¨ªan transitar muchos m¨¢s si quer¨ªamos llegar alg¨²n d¨ªa a ese objetivo.
Por eso era tan importante no improvisar. Tomarse tiempo. Hacerlo bien. Recurrir a profesionales, sobre todo a psic¨®logos, capaces de romper capas para llegar a lo m¨¢s profundo del alma humana. Y capaces, m¨¢s que de mediar, de ordenar un di¨¢logo de manera positiva y de escuchar. Y era muy importante tambi¨¦n estar seguros de que el paso dado iba a ser ¨²til y de que las personas que lo diesen no iban a quebrarse en ¨¦l. No todas las v¨ªctimas con las que se trabaj¨® llegaron a tener encuentros. Fueron los profesionales quienes tomaron la decisi¨®n sobre esto.
El futuro de la paz o la paz del futuro tendr¨¢ sin duda una deuda con las personas que se atrevieron, frente a muchas incomprensiones, a hacer frente al pasado, sin concesiones, sin mixtificaciones, descarnadamente, y que decidieron que pod¨ªan aportar algo a ese futuro.
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