Robots, banderas y cambios
¡°Pero, ?cu¨¢ndo llegaremos a Marte?¡±, me pregunt¨® hace poco un viejecito, tras una conferencia en un pueblo leon¨¦s. Yo le contest¨¦ que no estaba muy seguro de que fu¨¦semos a llegar. Para ¨®rbitas t¨ªpicas, la estancia m¨ªnima en Marte es de dos a?os, y esto implica construir una base. Pero una base para una sola estancia tendr¨ªa poco sentido, por lo que la consecuencia m¨¢s l¨®gica de ese te¨®rico viaje inaugural ser¨ªa la colonizaci¨®n del planeta. La tecnolog¨ªa necesaria para ello existe, o es imaginable; los recursos, no. Tanto m¨¢s cuanto que la exploraci¨®n rob¨®tica est¨¢ desvelando, de forma lenta pero segura, la historia marciana.
La misi¨®n del Curiosity no tiene como objetivo fundamental la b¨²squeda de vida, sino confirmar un cambio ambiental de envergadura planetaria en la historia de Marte: el que separ¨® una etapa primordial h¨²meda de la actual seca y g¨¦lida. En los sedimentos que rellenan el cr¨¢ter, los orbitadores han identificado distintos minerales: en la base (la zona m¨¢s antigua) predominan las arcillas, mientras que en la parte superior, m¨¢s reciente, hay olivino. En principio, estos minerales delatan el clima del planeta: las arcillas se suelen originar en presencia de agua, mientras que el olivino es incompatible con ella, ya que se descompone ante la m¨¢s m¨ªnima traza de humedad.
?Estamos ante la huella, escrita en las rocas, de un cambio clim¨¢tico global? Es posible, pero no seguro. En la ¨²ltima Conferencia Lunar y Planetaria (el pasado marzo) se puso en duda que Marte haya tenido agua l¨ªquida de forma estable. Tal vez el planeta no tuvo nunca una atm¨®sfera lo bastante densa para generar un efecto invernadero eficaz; quiz¨¢ las arcillas no se formaron en la superficie sino en profundidad, a favor de fluidos volc¨¢nicos calientes. El Marte h¨²medo, con su peque?o oc¨¦ano en el polo norte, pende de un hilo, y el Curiosity puede rescatarlo o sepultarlo en el ba¨²l de los sue?os de ciencia-ficci¨®n, con los canales artificiales de Percival Lowell y la refinada civilizaci¨®n de las Cr¨®nicas marcianas de Bradbury.
Me pregunto qu¨¦ pensar¨¢ el viejecito leon¨¦s al contemplar en televisi¨®n (si todo va bien) las im¨¢genes de Curiosity analizando minerales para desentra?ar la historia del clima marciano. Saturados como estamos de aventuras espaciales, tal vez le parezca poco emocionante: llegar a Marte, para muchos, significa plantar una bandera. Sin embargo, la apasionante misi¨®n del Curiosity nos devuelve al camino cient¨ªfico correcto: la reconstrucci¨®n de la historia evolutiva del planeta. La b¨²squeda de vida sigue detr¨¢s, pero ahora en sordina: por fin la NASA parece m¨¢s interesada en comprender Marte que en encontrar la bacteria salvadora. El clima, centro de nuestras preocupaciones, pasa al centro del escenario, en Marte como en la Tierra.
Francisco Anguita ha sido profesor de Geolog¨ªa Planetaria en la Universidad Complutense hasta su jubilaci¨®n.
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