¡°Un d¨ªa, alguien va a volver a la Luna y recoger¨¢ la c¨¢mara que dej¨¦¡±
El exastronauta recordaba, el pasado mes de mayo, el angustioso descenso al mar de la Tranquilidad aquel 20 de julio de 1969
No era el escenario en el que Neil Armstrong se imaginar¨ªa dando su ¨²ltima entrevista a principios de este a?o. Pero tal vez fuera apropiado, teniendo en cuenta sus logros. En mayo, la asociaci¨®n de auditores de cuentas de Australia se asegur¨® casi una hora del tiempo del ex astronauta para hablar de su expedici¨®n a la luna en 1969. El art¨ªfice de la exclusiva fue el consejero delegado Alex Malley, que apel¨® al historial familiar de Armstrong, cuyo padre hab¨ªa trabajado como auditor para el gobierno estatal de Ohio. Armstrong, que solo conced¨ªa entrevistas en raras ocasiones, obsequi¨® a su p¨²blico con la noticia de que ¨¦l pensaba que el Apolo 11, que les llev¨® a ¨¦l, Buzz Aldrin y Michael Collins a la luna, solo ten¨ªa un ¡°50% de probabilidades¡± de aterrizar de manera segura en la superficie y un 90% de probabilidades de regresar a casa. Declar¨® que era ¡°una l¨¢stima¡± que las actuales ambiciones del Gobierno estadounidense para la NASA, el organismo espacial estadounidense, fueran tan reducidas en comparaci¨®n con las haza?as que consigui¨® en la d¨¦cada de los sesenta.
¡°La NASA ha sido una de las inversiones p¨²blicas que m¨¢s ¨¦xito ha tenido a la hora de motivar a los estudiantes para esforzarse y conseguir todo lo que pueden conseguir¡±, a?ad¨ªa Armstrong . ¡°Es una pena que estemos llevando el programa por un camino que reducir¨¢ la cantidad de motivaci¨®n y est¨ªmulo que proporciona a los j¨®venes¡±. Afirm¨® que el car¨¢cter cortoplacista del proceso de toma de decisiones estaba haciendo un flaco favor al organismo, y remachaba: ¡°Estoy bastante preocupado por las orientaciones pol¨ªticas del organismo espacial. En Estados Unidos se da la situaci¨®n de que la Casa Blanca y el Congreso est¨¢n enfrentados respecto a cu¨¢l deber¨ªa ser el rumbo futuro. Es como si estuvieran jugando a un juego y la NASA fuera la pelota que se lanzan unos a otros¡±.
Armstrong habl¨® abiertamente de sus padres, de la fascinaci¨®n que sent¨ªa de ni?o por la idea de volar y de sus experiencias como piloto de aviones de combate en la guerra de Corea. Tambi¨¦n expres¨® su particular visi¨®n del destino en su trabajo como piloto de pruebas y astronauta, y confes¨® que se negaba a preocuparse sobre misiones futuras porque pensaba que algo saldr¨ªa mal antes y estar¨ªa m¨¢s ocupado activando el asiento eyectable o afan¨¢ndose en arreglar la v¨¢lvula.
"No est¨¢bamos ah¨ª para meditar. Est¨¢bamos ah¨ª para hacer cosas"
A medida que se acercaba el d¨ªa del lanzamiento, contaba el exastronauta, los preparativos transcurr¨ªan seg¨²n el calendario previsto. ¡°Un mes antes del lanzamiento del Apolo 11, decidimos que nos sent¨ªamos confiados como para probar e intentar¡ descender hasta la superficie¡±. Armstrong recordaba el momento en que recibi¨® la llamada para preguntarle si el resto de la tripulaci¨®n del Apolo 11 estaba preparado para aterrizar en la luna. ¡°Los jefes me preguntaron si cre¨ªa que yo y mis chicos est¨¢bamos preparados. Les dije que estar¨ªa bien tener otro mes, pero era una carrera y ten¨ªamos que aprovechar la oportunidad cuando se nos presentaba. Tuve que decir que est¨¢bamos preparados, que est¨¢bamos listos¡±. Describi¨® el angustioso descenso de 12 minutos a la luna, cuando se dio cuenta de que el piloto autom¨¢tico del m¨®dulo lunar Eagle estaba prepar¨¢ndose para posar a la tripulaci¨®n en la pendiente de un inmenso cr¨¢ter lunar. ¡°El ordenador nos mostraba d¨®nde pretend¨ªa aterrizar, y era un sitio muy malo, en un lado de un gran cr¨¢ter de entre 100 y 150 metros de di¨¢metro con pendientes muy pronunciadas cubiertas de pedruscos enormes; un sitio nada bueno para aterrizar¡±, puntualizaba. Armstrong asumi¨® el control manual de la nave y se las ingeni¨® para que aterrizara como un helic¨®ptero en una zona menos accidentada un poco m¨¢s al oeste cuando solamente les quedaban 20 segundos de combustible.
En cuanto a lo de ¡°este es un peque?o paso para [un] hombre, un salto gigante para la humanidad¡±, Armstrong explicaba que no pens¨® en esas palabras hasta despu¨¦s de que aterrizaran sanos y salvos.
Sobre el tiempo que pas¨® en la superficie de la luna, dec¨ªa: ¡°Fue especial y memorable, pero solo dur¨® un instante, porque hab¨ªa trabajo que hacer. No est¨¢bamos ah¨ª para meditar. Est¨¢bamos ah¨ª para hacer cosas. As¨ª que nos pusimos manos a la obra¡±.
Armstrong tuvo tiempo tambi¨¦n para responder a la pregunta favorita de los te¨®ricos de la conspiraci¨®n: ?fue un montaje el aterrizaje en la luna? ¡°A la gente le encantan las teor¨ªas de la conspiraci¨®n¡±, replic¨®. ¡°Me refiero a que son muy atrayentes. Pero nunca me han preocupado porque s¨¦ que, un d¨ªa, alguien va a volver all¨ª arriba y recoger¨¢ la c¨¢mara que dej¨¦¡±.
The Guardian
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.