Algo no encaja en la UE
Algo no encaja. Mientras las opiniones p¨²blicas del continente muestran un creciente rechazo hacia la Uni¨®n Europea, los l¨ªderes pol¨ªticos se embarcan en un proyecto que se resume en la manida expresi¨®n de "m¨¢s Europa". O sea, si no se quiere una taza, taza y media. Un r¨¢pido vistazo a la coyuntura europea indica que el horno no est¨¢ para bollos. Seg¨²n la ¨²ltima cifra de Eurostat, 25,2 millones de personas en los 27 pa¨ªses de la UE est¨¢n en paro. Las penas de los griegos y los portugueses parecen enquistadas. Los espa?oles y los italianos sufren problemas similares mientras sus Gobiernos intentan eludir un rescate que no parece resolver los grandes problemas, y Francia, con un desempleo tambi¨¦n desbocado, proyecta nuevos recortes.
As¨ª las cosas, el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, ha propuesto una federaci¨®n de Estados europeos y el llamado Club de Berl¨ªn, formado por 11 pa¨ªses de la UE -entre ellos, Espa?a y Alemania-, dice estar trabajando por un supergobierno europeo con m¨¢s poder y un presidente de la Comisi¨®n elegido directamente por los ciudadanos. Y entonces habr¨¢ muchos que se pregunten para qu¨¦ queremos una UE m¨¢s fuerte que, empe?ada en el control de d¨¦ficit p¨²blico, parece haberse olvidado de los aut¨¦nticos problemas de los ciudadanos: paro galopante, recorte de los servicios p¨²blicos, poder adquisitivo a la baja y clara devaluaci¨®n de su voto por cuanto elige Gobiernos que no toman decisiones en funci¨®n de sus programas electorales y de las necesidades de sus ciudadanos, sino en sumisa obediencia a los banqueros, Berl¨ªn, el FMI, el BCE y Bruselas.
Vivimos en un estado de emergencia. A lo largo de su corta existencia -55 a?os-, la UE jam¨¢s se hab¨ªa enfrentado a una crisis tan profunda y larga como esta. Con instituciones a¨²n por fundar, otras en rodaje y una moneda ¨²nica dando sus primeros pasos, se est¨¢ viendo obligada a armarse en tiempo r¨¦cord contra este gigantesco ataque al euro y a los est¨¢ndares sociales. Puede servir para entender las pol¨ªticas actuales, pero no alcanza a justificarlas. El pol¨ªtico austriaco Stefan Lehne advert¨ªa sobre el peligro de salvar el euro perdiendo por el camino a los europeos. Y a la vista de los sondeos es exactamente lo que est¨¢ ocurriendo. El euroescepticismo se acrecienta y no solo en pa¨ªses en crisis, tambi¨¦n en Alemania.
El tradicional juego de los gobernantes nacionales de echar las culpas a Bruselas como si ellos no fueran coautores de las decisiones es un arma letal contra el europe¨ªsmo. Es asombroso o¨ªr a Rajoy hablando de que hay que seguir "lo que diga Europa" -as¨ª, en tercera persona- como si no supiera que quien m¨¢s poder tiene en Bruselas son los 27 jefes de Estado o Gobierno de la UE. Son los tecn¨®cratas de Bruselas los que obedecen sus ¨®rdenes y no al rev¨¦s. As¨ª se entiende mejor a Barroso cuando lamenta que los Gobiernos presentan las cumbres como combates de boxeo y que no es razonable que el contribuyente rescate al banco y luego sea desahuciados. ?En qu¨¦ quedamos? ?Qui¨¦nes imponen la austeridad, el control del d¨¦ficit y la reducci¨®n del Estado de bienestar? ?Seguro que solo son Berl¨ªn o el FMI? Quiz¨¢s, como dir¨ªa Aznar, los responsables no est¨¢n en monta?as tan lejanas. A lo mejor est¨¢n, sencillamente, haciendo dejaci¨®n de sus responsabilidades y, adem¨¢s, absteni¨¦ndose de participar activamente en la pol¨ªtica europea.
S¨ª, necesitamos una Europa m¨¢s democr¨¢tica que nos fortalezca frente a los dictados financieros y que sienta la necesidad, aunque solo sea por electoralismo, de cuidar al contribuyente. Que salve el euro y rescate bancos, pero que sobre todo defienda a sus votantes: la Europa social que tantos so?aron y no la coartada de gobernantes mediocres.
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