La justicia establece que los delitos por robo de beb¨¦s no prescriben
La Audiencia Provincial de Madrid ordena reabrir un caso de hace 34 a?os
La Audiencia Provincial de Madrid ha ordenado al Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 47 de Madrid que reabra la investigaci¨®n de un caso de ni?o robado, al estimar que los delitos de detenci¨®n ilegal (secuestro), suposici¨®n de parto y alteraci¨®n de paternidad no han prescrito. ¡°Este auto judicial es muy importante, al dejar sentado que el delito principal (detenci¨®n ilegal) no est¨¢ prescrito y, adem¨¢s, que tampoco lo est¨¢n los delitos instrumentales necesarios para consumar esa detenci¨®n¡±, sostiene Guillermo Pe?a, el abogado que lleva el caso.
Los hechos se remontan al 20 de abril de 1978, cuando Felisa Tomico Orusco, apenas una veintea?era, ingres¨® embarazada en la Casa de la Madre, un centro m¨¦dico situado en el n¨²mero 120 de la calle de Goya de Madrid. Felisa, que trabajaba en una empresa de importaci¨®n/exportaci¨®n de la calle del Doctor Castelo, cerca del parque del Retiro, estaba casada desde hac¨ªa poco m¨¢s de un a?o con Juan Antonio Panadero Galiana, que tambi¨¦n ten¨ªa trabajo en una firma de seguros. ¡°Viv¨ªamos bien. Ten¨ªamos lo necesario¡±, recuerda hoy.
Tras un embarazo normal, la joven dio a luz de forma espont¨¢nea el 26 de mayo de 1978. ¡°Dos horas despu¨¦s del alumbramiento, una monja llamada sor Mar¨ªa comunic¨® al padre que el reci¨¦n nacido hab¨ªa fallecido y convenci¨® a la familia de que lo mejor era que no vieran el cad¨¢ver¡±, seg¨²n consta en el auto judicial del que ha sido ponente el magistrado Luis Carlos Pelluz Robles.
La Secci¨®n Primera de la Audiencia de Madrid destaca una serie de circunstancias sospechosas tales como ¡°deficiencias en la licencia de enterramiento y en la data del embarazo, se?al¨¢ndose que era de ocho meses y medio, cuando en realidad hab¨ªa cumplido los nueve¡±. Tambi¨¦n resaltan los jueces el hecho de que en una habitaci¨®n contigua a la que ocupaba Felisa ¡°hab¨ªa un matrimonio atento a la evoluci¨®n de este embarazo, lo que hace sospechar la existencia de una sustracci¨®n del reci¨¦n nacido y su [posterior] entrega a terceros¡±.
Dos horas despu¨¦s del alumbramiento del beb¨¦, una monja llamada sor Mar¨ªa confi¨® al esposo de Felisa y a otros familiares que el chiquillo hab¨ªa muerto, a la vez que les aconsejaba que no vieran el cad¨¢ver para evitar as¨ª un trance desagradable. Felisa recuerda ahora, 34 a?os despu¨¦s, que a esa monja la llamaban todos ¡°sor Mar¨ªa¡±, pero ella no puede jurar que se tratara de sor Mar¨ªa G¨®mez Valbuena, la hija de la Caridad que est¨¢ imputada por el robo de una ni?a en la maternidad Santa Cristina de Madrid en marzo de 1982.
El Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 47 hab¨ªa dictado un auto el 3 de noviembre de 2011 que acordaba el sobreseimiento de las actuaciones por haber prescrito el asunto, dado el tiempo transcurrido. En resumidas cuentas, carpetazo a la investigaci¨®n.
Sin embargo, tanto la fiscal¨ªa como el abogado Guillermo Pe?a, en nombre de la asociaci¨®n SOS Beb¨¦s Robados, interpusieron un recurso de reforma y subsidiario de apelaci¨®n.
Ahora, la Audiencia de Madrid ha revocado ese fallo, ¡°dejando sin efecto el pronunciamiento extintivo de la acci¨®n penal de los delitos de detenci¨®n ilegal, suposici¨®n de parto y alteraci¨®n de paternidad¡±. El tribunal, integrado por Alejandro Benito L¨®pez, Jos¨¦ Mar¨ªa Casado P¨¦rez y el ponente, Luis Carlos Pelluz, ordena que se intente llegar al fondo del asunto.
¡°No perdonar¨¦ nunca a quienes me quitaron a mi hijo¡±, declara Felisa Tomico, que despu¨¦s de aquello no volvi¨® a quedarse embarazada. ¡°Ahora no lloro, pero despu¨¦s de aquello me pas¨¦ mucho tiempo llorando¡±, agrega.
¡°El m¨¦dico que control¨® mi embarazo me dijo siempre que todo iba bien¡±, se?ala Felisa. ¡°Unos d¨ªas antes del parto, un m¨¦dico me llev¨® en su coche particular a la maternidad del antiguo hospital Francisco Franco, donde me hicieron una ecograf¨ªa. El ec¨®grafo me coment¨® que el feto era viable¡±, agrega. Por eso, jam¨¢s entendi¨® ni admiti¨® que su beb¨¦ hubiera fallecido de forma tan fulminante.
Juan Antonio asisti¨® al entierro de su beb¨¦. O mejor dicho, al entierro de una cajita blanca que supuestamente conten¨ªa el cad¨¢ver del ni?o. Porque ¨¦l nunca lo vio.
¡°Yo siempre sospech¨¦ que me lo hab¨ªan quitado, pero tuve que superar esa obsesi¨®n para no destruir mi matrimonio¡±, dice. En enero del a?o pasado, al aflorar cientos de casos similares, fue al juzgado y present¨® la correspondiente denuncia. ¡°Me destap¨¦ como la gaseosa¡±, dice Felisa, que no oculta su alegr¨ªa por la decisi¨®n adoptada ahora por la Audiencia de Madrid.
Aquel embarazo tuvo, adem¨¢s, otras consecuencias para ella: fue despedida por faltar al trabajo m¨¢s del 30% en un a?o, seg¨²n denunciaba la periodista Rosa Montero en un art¨ªculo titulado La salud rentable, publicado el 11 de abril de 1979 en EL PA?S: ¡°A Felisa le han contabilizado dentro de ese 30% de faltas un embarazo y un parto, le han contabilizado en contra las seis semanas previas y las ocho posparto que le correspond¨ªan por ley; quiz¨¢ los empresarios que la despidieron consideren, no sin algo de raz¨®n, que traer un hijo a este mundo monstruoso es un af¨¢n enfermizo¡±.
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