Tres malas noticias para la educaci¨®n global
El informe de seguimiento de la Educaci¨®n para todos (EPT) que acaba de publicar la Unesco contiene tres malas noticias. Primero: el progreso en educaci¨®n en el mundo en desarrollo, que hab¨ªa sido m¨¢s que aceptable entre 2000 y 2009, se ha estancado en estos ¨²ltimos a?os. Segundo: a pesar de la aplastante evidencia de que la desigualdad de acceso y de resultados en educaci¨®n secundaria es la principal causa del d¨¦ficit de competencias de los j¨®venes, los sistemas educativos de secundaria parecen seguir estando dise?ados m¨¢s para excluir que para incluir. Y tercero: los pa¨ªses ricos est¨¢n reduciendo la ayuda al desarrollo en educaci¨®n de un modo tan dr¨¢stico que los pa¨ªses receptores de ayuda se van a ver forzados a buscar otros donantes y a reinventar la financiaci¨®n de sus sistemas educativos.
Nos vamos a quedar a 12.355 millones de la escolarizaci¨®n primaria universal
La primera de las tres malas noticias produce especial tristeza. Despu¨¦s de una d¨¦cada poco menos que prodigiosa para la educaci¨®n, los indicadores de desarrollo educativo se estancan o retroceden en casi todas las regiones del mundo. Vamos a tener que asumir el fracaso colectivo de que no se cumpla el objetivo de la escolarizaci¨®n primaria universal para 2015 a pesar de que estamos tan solo a 16.000 millones de d¨®lares (12.355 millones de euros) de conseguirlo (la mitad de lo que va a costar el rescate de Bankia, por hacer una comparaci¨®n odiosa). Adem¨¢s, y justamente gracias al ¨¦xito de la pasada d¨¦cada, el gran desaf¨ªo educativo de nuestro siglo es ahora la educaci¨®n secundaria, que se presenta todav¨ªa como un cuello de botella infranqueable para las aspiraciones de muchos adolescentes y j¨®venes, y que exige tanto un cambio de mentalidad como un nuevo compromiso de financiaci¨®n.
Resulta casi obligado indignarse de que a comienzos del siglo XXI sigamos teniendo en el mundo 61 millones de ni?os y ni?as sin acceso a la escuela primaria, o que centenares de millones de j¨®venes salgan del sistema educativo sin haber adquirido las competencias m¨¢s b¨¢sicas. Cabe imaginar, por ejemplo, qu¨¦ pasar¨ªa en Espa?a si una tercera parte de la poblaci¨®n no tuviera acceso a los servicios de atenci¨®n primaria de salud. Pues bien, a eso podr¨ªa equivaler el que una tercera parte de nuestros j¨®venes salga de la educaci¨®n obligatoria sin esas competencias b¨¢sicas. Por desgracia, los efectos de ese fracaso solo se hacen visibles pol¨ªtica y econ¨®micamente a medio y largo plazo. Y estos parecen ser tiempos miopes, donde solo el corto plazo importa.
Juan Manuel Moreno es especialista principal de Educaci¨®n del Banco Mundial.
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