Estrasburgo condena a Polonia por dificultar el aborto a una menor violada
La adolescente, de 14 a?os, tuvo que peregrinar por cuatro hospitales para poder interrumpir su embarazo La chica y su madre sufrieron el acoso y las presiones de m¨¦dicos y organizaciones antiabortistas
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a Polonia por vulnerar los derechos de una chica de 14 a?os v¨ªctima de violaci¨®n a quien se dificult¨® el acceso a un aborto. La menor, que fue acosada por organizaciones antiabortistas y presionada por varios m¨¦dicos para que no abortase, tuvo que peregrinar por cuatro hospitales polacos para poner fin a su embarazo. Ahora, el alto tribunal, que tiene su sede en Estrasburgo (Francia), ha dictaminado que el pa¨ªs -que solo permite la interrupci¨®n del embarazo en caso de anomal¨ªas fetales, riesgo extremadamente grave para la salud de la madre y violaci¨®n- trat¨® de manera degradante e inhumana a la menor y que adem¨¢s vulner¨® otros derechos fundamentales, como su derecho a la vida privada y familiar y su derecho a la libertad y seguridad. Polonia deber¨¢ pagar a la adolescente 30.000 euros por da?os morales y otros 15.000 a su madre, adem¨¢s de asumir las costas del proceso judicial.
Un proceso largu¨ªsimo que se inici¨® en 2008, cuando P., de 14 a?os, fue v¨ªctima de una violaci¨®n. La menor denunci¨® el delito. Despu¨¦s, al descubrir que estaba embarazada, acudi¨® junto a su madre a un hospital de su ciudad, Lublin. Llevaban consigo el certificado oficial que le permit¨ªa someterse a la intervenci¨®n, seg¨²n la ley polaca, ya que el embarazo hab¨ªa sido fruto de una violaci¨®n. Sin embargo, en el centro hospitalario todo fueron pegas e informaci¨®n contradictoria sobre qu¨¦ documentos deb¨ªan aportar, qu¨¦ plazo deb¨ªan esperar, qu¨¦ m¨¦dico estaba autorizado para realizar la intervenci¨®n y en qu¨¦ condiciones.
Ante la imposibilidad de acceder a la intervenci¨®n, explica la sentencia cuyo fallo ha sido dado a conocer hoy, P. y su madre, S., acudieron a otro hospital donde se repiti¨® el mismo problema. En este segundo hospital las cosas fueron a¨²n m¨¢s lejos: el jefe de servicio de ginecolog¨ªa del centro llev¨® a la menor a hablar con un sacerdote cat¨®lico sin el consentimiento de su madre y sin preguntar a la chica si deseaba ver al religioso. Durante la conversaci¨®n, ambos hombres intentaron convencer a P. de que llevase a t¨¦rmino su embarazo. A pesar de las presiones, P. decidi¨® seguir adelante con su decisi¨®n de interrumpir el embarazo, algo a lo que finalmente el jefe de ginecolog¨ªa se neg¨®, alegando objeci¨®n de conciencia. Tras esto, el hospital decidi¨® emitir una nota de prensa en la que explicaba que se hab¨ªa negado a realizar un aborto y en la que daba detalles privados sobre el caso de la chica.
La menor y su madre viajaron entonces a Varsovia. All¨ª, un hospital p¨²blico -a pesar de reconocer que hab¨ªa recibido amenazas y presiones para que no lo hiciera- acept¨® realizar la intervenci¨®n, pero la menor deb¨ªa, no obstante, esperar tres d¨ªas. Adem¨¢s, una vez en la capital polaca, la adolescente empez¨® a recibir mensajes de texto del sacerdote de Lublin que trataba de convencerla de que no abortase, y de otras personas a quienes no conoc¨ªa que intentaban presionarla. Asustada, P. termin¨® por huir del hospital.
En su huida, la menor y su madre fueron abordadas por activistas antiaborto que, seg¨²n la sentencia, las acosaron y llevaron a la polic¨ªa por, supuestamente, vulnerar la ley. P. y S. fueron interrogadas durante horas. La madre, adem¨¢s, fue acusada por las organizaciones antiaborto y por las autoridades polacas de un supuesto delito de presiones hacia su hija para que abortase. La menor fue enviada a un centro de acogida para menores de Lublin. All¨ª empez¨® a sufrir dolores y una crisis nerviosa y tuvo que ser hospitalizada una semana.
Unos 12 d¨ªas despu¨¦s, S. supo que su hija pod¨ªa acudir a interrumpir su embarazo a Gdansk, a unos 500 kil¨®metros de Lublin, adonde viajaron de manera clandestina. As¨ª, m¨¢s de un mes despu¨¦s de que P. lograra el certificado oficial que le permit¨ªa acceder al aborto, la menor v¨ªctima de violaci¨®n pudo poner fin a su embarazo.
Un peregrinaje vergonzoso por el que la Corte de Derechos Humanos condena ahora a Polonia. Determina que el art¨ªculo 8, el derecho al respeto de la vida privada y la vida familiar de la menor, fue violado por las autoridades polacas en tanto en cuanto no garantizaron su acceso oportuno y sin obst¨¢culos a la interrupci¨®n del embarazo en el marco de las condiciones establecidas por la ley; y en tanto que se divulg¨® informaci¨®n privada sobre su caso.
Los jueces determinan tambi¨¦n que separar a la menor de su madre y llevarla primero a un centro de acogida y despu¨¦s a un hospital vulner¨® los derechos de ambas.
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