¡°Los recortes nos han abocado a un aborto seguro¡±
El Gregorio Mara?¨®n deja de dar un caro f¨¢rmaco que permiti¨® ser padres a decenas de parejas Una mujer que sufre de abortos espont¨¢neos recurrentes pierde al hijo que esperaba
¡°Nos gustan mucho los ni?os y quer¨ªamos tener otro¡±, dice en su casa de un barrio al sur de Madrid Sara M., de 34 a?os. Est¨¢ algo ojerosa y se le nota intranquila: a¨²n no se ha recuperado del aborto provocado al que ha tenido que someterse despu¨¦s de que una ecograf¨ªa mostrara hace unos d¨ªas que ha perdido el beb¨¦ que esperaba. En este embarazo, a diferencia del anterior, el hospital madrile?o Gregorio Mara?¨®n no le ha proporcionado la medicaci¨®n que permiti¨® el nacimiento de Fernando, un ni?o risue?o que corretea inquieto por el sal¨®n, mientras sus padres van desplegando sobre la mesa informes m¨¦dicos que explican, aseguran, por qu¨¦ esta gestaci¨®n estaba condenada al fracaso.
Sara llevaba cuatro abortos cuando, en 2010, y tras dos a?os de estudios, los m¨¦dicos dieron con el posible problema: los linfocitos NK (del ingl¨¦s, natural killer) podr¨ªan estar atacando a los embriones como si fueran cuerpos extra?os. Los inmun¨®logos del Gregorio Mara?¨®n consideraron que el mejor tratamiento era administrarle gammaglobulina intravenosa, es decir, anticuerpos. ¡°Se ha demostrado en diversos estudios el beneficio cl¨ªnico del tratamiento con gammaglobulinas intravenosas sobre el ¨¦xito reproductivo en estas pacientes¡±, asegura su informe cl¨ªnico de septiembre de 2010. ¡°Se propone tratamiento con gammaglobulinas intravenosas Privigen por uso compasivo durante la gestaci¨®n¡±, a?ade.
Nada m¨¢s empezar su quinto embarazo, Sara empez¨® con la medicaci¨®n. Y por fin naci¨® Fernando. ¡°Entonces nos dijeron que, si se quedaba embarazada de nuevo, fu¨¦ramos enseguida al servicio de Inmunolog¨ªa, sin pedir cita ni nada, para empezar el tratamiento cuanto antes¡±, explica Fernando L., el marido de Sara. Eso fue lo que hicieron cuando, el mes pasado, supieron que esperaban otro hijo. Pero salieron del hospital hundidos. ¡°Nos dijeron que el tratamiento se hab¨ªa suspendido, que ya no pod¨ªan administrarle Privigen. Al insistir, aseguraron que no hab¨ªa consenso sobre ese f¨¢rmaco¡±, explica Fernando. ¡°En cuanto te dijeron que no te lo pon¨ªan supe que ibas a abortar¡±, dice dirigi¨¦ndose a Sara, que mira al suelo.
La pareja est¨¢ convencida de que son los recortes sanitarios los que explican la situaci¨®n: ¡°Qu¨¦ casualidad que llevaran a?os administrando el f¨¢rmaco a decenas de mujeres con ¨¦xito y que sea ahora cuando justifiquen su eliminaci¨®n porque ya no es efectivo¡±, ironiza Fernando. ¡°A nosotros, tras cuatro abortos, nos funcion¨®; eso es una evidencia¡±, a?ade. Angustiados, trataron de informarse sobre d¨®nde pod¨ªan conseguirlo. Fue as¨ª como supieron que se trata de un f¨¢rmaco caro que los hospitales p¨²blicos generalmente no prescriben en estos casos, pero de uso habitual en las cl¨ªnicas privadas de fertilidad. Al precio del medicamento (unos 500 euros el vial de 100 miligramos) se suma el hecho de que la administraci¨®n es hospitalaria, durante tres o cuatro horas y bajo supervisi¨®n.
¡°Nos han abocado a un aborto seguro¡±, insiste Fernando, preocupado porque es el quinto que sufre su mujer. ¡°La han apartado del sistema sanitario. Si nos hubieran avisado de que hab¨ªan recortado el tratamiento no habr¨ªamos buscado el embarazo. No quer¨ªamos tener que pasar por esto otra vez¡±. El hospital niega razones econ¨®micas: ¡°El avance de la evidencia cient¨ªfica al respecto ha provocado que los profesionales del centro sanitario hayan modificado sus procedimientos terap¨¦uticos adecu¨¢ndolos por criterios puramente t¨¦cnicos¡±, asegur¨® en respuesta escrita. Este diario ha tratado, sin ¨¦xito, de contactar con el jefe del Servicio de Inmunolog¨ªa, Eduardo Fern¨¢ndez-Cruz, que firma con otros 22 autores un estudio observacional, publicado en la American Journal of Reproductive Immunology en abril de este mismo a?o, en el que concluye que el tratamiento con gammaglobulina intravenosa es ¡°una estrategia terap¨¦utica segura y beneficiosa que se asocia con altos porcentajes de embarazo cl¨ªnico y nacimiento¡±; 34 de las 40 mujeres del grupo de cohorte llevaron a t¨¦rmino la gestaci¨®n.
La gammaglobulina intravenosa se utiliza para tratar diversas inmunodeficiencias, pero entre sus indicaciones no figura la que tiene que ver con el embarazo. ¡°Ni la agencia del medicamento estadounidense ni la europea han aprobado a¨²n esa indicaci¨®n, lo que no quiere decir que no pueda usarse (uso compasivo). De hecho, las cl¨ªnicas privadas lo hacen. Est¨¢ en discusi¨®n. Por tanto, es l¨®gico que en estos momentos un sistema p¨²blico de salud eval¨²e gastos y beneficios y tome decisiones para usar los recursos de manera racional¡±, asegura Jos¨¦ R. Regueiro, catedr¨¢tico de Inmunolog¨ªa de la Universidad Complutense. Cl¨ªnicas de fertilidad como IVI ofrecen este f¨¢rmaco. ¡°Si la paciente es diagnosticada de inmunodeficiencia primaria, hoy por hoy el tratamiento indicado es la GGIV [gammaglobulina]¡±, asegura Manuel Fern¨¢ndez S¨¢nchez, director de IVI Sevilla.
Sara y Fernando quieren que su caso se conozca y sirva de aviso a quienes puedan estar en su situaci¨®n. No dudan de que la culpa es de los recortes y no de los m¨¦dicos. Tienen otro indicio: por primera vez, en su quinto aborto, a Sara le ofrecieron una opci¨®n ¡°c¨®moda¡±: tomarse unas pastillas para ¡°expulsar¡± los restos en casa en lugar del legrado habitual (que supone sedaci¨®n, intervenci¨®n quir¨²rgica, hospitalizaci¨®n...).
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