Testigos y v¨ªctimas invisibles
El nuevo C¨®digo Penal suprimir¨¢ el agravante de maltrato a la pareja en presencia de menores
Seremos m¨¢s indiferentes al sufrimiento de los ni?os y ni?as. El anteproyecto de reforma del C¨®digo Penal suprime inexplicablemente el agravante de maltrato a la pareja en presencia de los menores. Y lo hace en un momento en el que no hay un solo estudio que no incida en el atroz castigo que inflige a los hijos quien maltrata, insulta, veja o asesina a su pareja sin importarle el efecto que semejante brutalidad causa en los ni?os, las v¨ªctimas m¨¢s indefensas en esta realidad de violencia. ?Somos indiferentes?
El 25-N es una llamada de la ONU para sensibilizar contra la violencia sobre las mujeres. Espa?a es un ejemplo para otros pa¨ªses en el diagn¨®stico y respuesta institucional contra esta violencia que tantas justificaciones sociales y culturales todav¨ªa encuentra. Llevamos m¨¢s de una d¨¦cada impulsando medidas para atajarla y podemos afirmar, hoy por hoy, que se ha acabado con la impunidad. Pero nos enfrentamos con una hidra con m¨²ltiples caras y tent¨¢culos que se obstina en penetrar en la estructura social y convertir en invisibles las profundas heridas que provoca.
Como invisible ha sido el dolor de los hijos e hijas. Tradicionalmente las leyes los han contemplado como testigos de los hechos violentos. Hoy, los estudios nos dicen que son tan v¨ªctimas como sus madres. La exposici¨®n de los menores a la violencia de g¨¦nero ha sido calificada por el Defensor del Pueblo andaluz como una tipolog¨ªa de maltrato infantil. El menor sufre la misma violencia que la madre: oye o presencia los golpes, insultos o menosprecios, siente el miedo y la asfixia cuando la tensi¨®n est¨¢ a punto de estallar.
Nuestro C¨®digo Penal fija mayor pena para el caso de maltrato habitual a la esposa o pareja en presencia de menores. Esta agravante puede desaparecer de seguir adelante la anunciada reforma del C¨®digo Penal. Supone ignorar una de las caracter¨ªsticas espec¨ªficas de la violencia de g¨¦nero, que suelen existir m¨¢s v¨ªctimas a?adidas. Con la desaparici¨®n de la agravante ser¨¢ indiferente el plus de sufrimiento y los negativos efectos de esta violencia en la salud y desarrollo de los menores.
Las 343 sentencias analizadas por el grupo de expertos del OVDyG dan cuenta de al menos 235 mujeres v¨ªctimas mortales con hijos o hijas; 35 sentencias relatan que fueron testigos del asesinato de la madre. Seg¨²n la ¨²ltima macroencuesta del anterior Ministerio de Igualdad, casi 840.000 menores estuvieron expuestos a la violencia de g¨¦nero en 2010.
Estos datos confirman dos asertos conocidos. En primer lugar, que la violencia de g¨¦nero sigue siendo un problema p¨²blico porque afecta a las estructuras b¨¢sicas de la sociedad y puede tener profundas repercusiones sociales si se transmite como modelo de comportamiento y de resoluci¨®n de conflictos. En segundo lugar, y ya se ha dicho, que presenta unas notas que la hacen diferente de otros delitos. Una de ellas es que no hay una sola v¨ªctima. Son las mujeres y tambi¨¦n sus hijos e hijas.
Los menores son testigos directos o indirectos, a veces instrumentos utilizados para provocar da?o en la madre, pero tambi¨¦n son v¨ªctimas. No son meros ap¨¦ndices de la madre. Son personas con identidad propia, cuyo sufrimiento traspasa los conocidos como ¡°secretos de familia¡± y puede enquistarse en secuelas tales como agresividad, miedo, aislamiento, desconfianza. Son personas que necesitan apoyo psicosocial y atenci¨®n especializada para tratar de superar sus experiencias traum¨¢ticas.
La f¨®rmula no es recortar el reproche legal a quien habitualmente tortura y atenta contra la dignidad de la esposa en presencia de menores. El camino es seguir implantando la Ley Integral y hacer visibles a los ni?os y ni?as como personas doloridas en su condici¨®n de v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero.
Inmaculada Montalb¨¢n es presidenta del Observatorio contra la Violencia Dom¨¦stica y de G¨¦nero (OVDyG).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.