Treinta a?os esperando un beb¨¦
Un pueblo de la monta?a de Lugo celebra el nacimiento de Clara tras casi tres d¨¦cadas en las que solo hubo entierros y un ¨¦xodo masivo a Barcelona y Suiza
Ha nacido Clara. La ¨²ltima vez que los vecinos de Frox¨¢n pudieron anunciar un hecho semejante fue cuando vino al mundo Javier, el peque?o de la Casa de R¨ªo, hace ya casi 27 a?os. El nacimiento de la ni?a, el pasado d¨ªa 23, es, de verdad, la noticia del siglo en este valle de O Courel de casas api?adas, encaramadas a la ladera como los jubilados se arriman a la cocina de hierro para atravesar los meses de nieve. En el XXI no se recuerdan acontecimientos m¨¢s grandes: el pueblo medieval, con medio centenar de viviendas conservadas en buen o razonable estado, fue declarado por la Xunta Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC) en 2007 por su valor etnogr¨¢fico. Se pavimentaron las calles y se instal¨® un elemental alumbrado p¨²blico, pero ser BIC no le vali¨® de gran cosa a la localidad. Poco antes, Susana Costa (administrativa), y To?o Visu?a (soldador primero y cocinero del Real Club Mar¨ªtimo de Barcelona despu¨¦s), abandonaron Catalu?a y abrieron un alojamiento de turismo rural, A Casa da Aira, que puso el nombre de Frox¨¢n (y su Fonte do Milagro) en los mapas tur¨ªsticos y los suplementos de viajes. Tra¨ªan con ellos un beb¨¦, Arnau, nacido en El Vall¨¦s, y fue el propio Arnau, que ahora tiene ocho a?os, el que decidi¨® que su hermana, esa ni?a destinada a traer la luz al pueblo, se llamase Clara.
El municipio lucense de Folgoso do Courel, tesoro de biodiversidad, se va apagando con cada muerte, con cada partida, al tiempo que espera que alg¨²n d¨ªa la Administraci¨®n gallega cumpla su palabra y lo declare parque natural. Pero mientras lo dicho es mera promesa, los cr¨¢teres de las pizarreras son cada vez m¨¢s hondos y sus escombros ciegan los r¨ªos. En los setenta eran m¨¢s de 3.600 habitantes y hoy son menos de 1.200 en todo el ayuntamiento (25 de ellos, en Frox¨¢n). Hay a?os en los que no nace un ni?o, y aunque aqu¨ª los ancianos son longevos, van cayendo del padr¨®n como las hojas de los casta?os.
El ¨¦xodo ha sido masivo. Seg¨²n la aldea a la que perteneciesen, los j¨®venes huyeron mayoritariamente a Suiza, a Barcelona o a Madrid. Con la crisis, los primeros no han vuelto. Los que est¨¢n regresando son los que emigraron dentro de Espa?a, o quiz¨¢s ya sus descendientes. To?o hab¨ªa marchado de aqu¨ª a los 18 a?os. ?l era de un enclave, A Pendella, hoy pr¨¢cticamente derrumbado. La abuela de Susana (que ya naci¨® en Barcelona), de los prados de A Campa, engullidos hace d¨¦cadas por la empresa pizarrera m¨¢s poderosa del mundo.
En agosto, y esta es la segunda mejor noticia que conoci¨® Frox¨¢n en mucho tiempo, llegaron al pueblo, procedentes de Tarragona, David Rodr¨ªguez (arquitecto) y Sonia Garc¨ªa (administrativa), padres de Victoria, una ni?a de tres a?os, y Adriana, de 19 meses. El ¨²nico v¨ªnculo con este valle del r¨ªo Lor era una casa vieja. El derrumbe de la Espa?a del ladrillo oblig¨® a David a cerrar el estudio y Sonia pidi¨® el finiquito en cuanto avist¨® negros nubarrones en su empresa. Arreglaron la vivienda de Frox¨¢n en la que se hab¨ªa criado la abuela de ¨¦l (ella es de Ja¨¦n), y desde que arribaron la vida les parece mejor. A David le surgen trabajos en un municipio pr¨®spero en ilegalidades urban¨ªsticas y ruinas a buen precio por rehabilitar. ¡°Yo no digo ¡®por desgracia¡¯; digo ¡®por suerte cerramos el estudio¡¯. Ni digo ¡®por culpa¡¯ de la crisis, sino ¡®gracias¡¯ a ella¡±, comenta el arquitecto, cuando se le pregunta por el vuelco que ha dado su vida. Aqu¨ª las ni?as no tienen parque infantil, pero pueden jugar al escondite en la barriga hueca de un ¨¢rbol centenario.
La mayor empezar¨¢ a ir al colegio, el ¨²nico, en Seoane do Courel, el pr¨®ximo curso. Se sumar¨¢ a los ocho ni?os de Infantil a los que la Xunta les niega aula y profesores en su af¨¢n de recortar, sentenciando a muerte la Galicia despoblada. En el centro, que adem¨¢s perdi¨® la profesora de Ciencias este a?o, hay Primaria y Secundaria, pero ninguno de los grupos de edad es tan numeroso como el que componen los alumnos de Infantil. Para que los peque?os no tengan que marchar a un colegio de otro municipio, los profesores, militantes del esp¨ªritu de supervivencia de la monta?a, se han organizado para educar en Seoane a los menores de seis a?os. Son docentes de niveles superiores que dan Infantil por amor al arte. Los ni?os de todos los cursos, una treintena en total, juegan siempre juntos. Todos son amigos.
Y en esta familia de 30, hay cierta variedad. Hijos de aut¨®nomos que montaron peque?os negocios relacionados con la hosteler¨ªa y el turismo; o de trabajadores en activo de las canteras; o de pensionistas de 40 a?os, que se jubilaron de las pizarreras, enfermos de silicosis; o de so?adores que recalaron aqu¨ª buscando un mundo mejor y agua sin sabor a cloro. En O Courel no hay muchas m¨¢s alternativas laborales: los trabajos forestales que encargan las diversas Administraciones recaen siempre en grandes empresas de fuera que traen con ellas personal de Centroeuropa a bajo precio.
Tegra ya ha cumplido tres a?os y va al colegio todos los d¨ªas vestida como una princesa. A ella le correspondi¨® en 2009 un papel a¨²n m¨¢s complicado que el que le toca ahora a Clara de Frox¨¢n. Si Clara es la primera criatura que ve la luz en el pueblo protegido despu¨¦s de tanto tiempo, Tegra llen¨® de olor a beb¨¦ un pueblo fantasma. El ¨²ltimo habitante de H¨®rreos hizo las maletas incluso antes de que naciese Javier de la Casa de R¨ªo, el pen¨²ltimo hijo de Frox¨¢n. H¨®rreos era cabecera parroquial, un pueblo grande de casas robustas, con iglesia, camposanto y una fuente para todos que dej¨® de ser generosa. Coincidi¨® que se adue?¨® de aquellos montes el Icona y que sus ingenieros se empecinaron en infestarlo todo de pinos. Prohibieron a los vecinos dejar suelto el ganado y, con la excusa de que las cabras se com¨ªan los reto?os de los ¨¢rboles del Estado, los guardas forestales se cebaron a multas con el pueblo. Al final no qued¨® nadie. Y H¨®rreos desapareci¨® incluso de la se?alizaci¨®n vial.
Tegra es la ¨²nica ni?a de H¨®rreos, la poblaci¨®n fantasma que mat¨® el Icona
Durante 30 a?os, el pueblo fue destruido por una suerte de turismo okupa. En sucesivas oleadas acogi¨® todo un cat¨¢logo de tribus urbanas y aquello acab¨® como el rosario de la aurora. Todos los vecinos de O Courel se saben esa historia del caballo de Segundo, un animal pac¨ªfico que com¨ªa manzanas de la mano y que un grupo de indeseables sacrific¨® en lo que aqu¨ª se interpret¨® como un rito sat¨¢nico. Apareci¨® abierto en canal y sin coraz¨®n sobre una cama, en una de las mejores casas de H¨®rreos.
Hace cuatro a?os, Pilar Veiga y Pedro Romeo, profesora de Lugo y m¨²sico de A Estrada, se prendaron del lugar, indagaron hasta encontrar, en Ponferrada, a los propietarios de uno de los inmuebles en ruinas, y los convencieron para que se lo vendiesen por 6.000 euros. Quer¨ªan ser cabreros, devolver a H¨®rreos ese ganado perseguido por la autoridad. Acababan de reponer la cubierta de la casa cuando naci¨® Tegra. Despu¨¦s, al menos un par de familias, una de Madrid, otra de Vigo, tantearon la posibilidad de comprar sendas casas en el pueblo, pero hoy Pilar y Pedro siguen sin vecinos. Y Tegra solo ve ni?os cuando va al colegio.
Antes de agosto, cuando llegaron a Frox¨¢n Victoria y Adriana, a Arnau le pasaba igual. En O Courel el ni?o es especie en extinci¨®n, por eso la Xunta tampoco pone pediatra. El m¨¢s cercano, a 18 kil¨®metros de ruta de monta?a, atiende en el municipio de Quiroga solo un d¨ªa a la semana y las urgencias est¨¢n en Monforte, a m¨¢s de 40 de distancia. Ahora Arnau se encuentra bastante recuperado, aunque a¨²n debe vigilarlo un nefr¨®logo infantil que no existe en todo Lugo. Su problema de ri?¨®n es consecuencia, tambi¨¦n, de la mezquindad administrativa para con los pueblos que no pesan en el censo electoral. La familia tuvo que esperar a la cita con el m¨¦dico de ni?os toda una semana, y cuando al fin les toc¨®, una infecci¨®n de orina no detectada hab¨ªa hecho estragos.
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