El fracaso de la investigaci¨®n no permite cambiar el modelo productivo
La ¡®i¡¯ min¨²scula de la I+D+i es la v¨ªa para cargar a la I+D espa?ola ayudas a empresas que no son I+D y que no tienen relaci¨®n con la innovaci¨®n, seg¨²n se entiende el t¨¦rmino en los pa¨ªses avanzados
Muchos se sorprender¨¢n del t¨ªtulo de este art¨ªculo, convencidos de que la investigaci¨®n en Espa?a tiene buen nivel, como proclaman nuestros mandatarios. Por ejemplo, en marzo del a?o pasado, el Gobierno cre¨ªa que Espa?a ya iba por delante de Suiza en calidad de la investigaci¨®n y en el mes de junio los rectores de las universidades manifestaban que el sistema universitario espa?ol se situaba entre los cuatro m¨¢s productivos en ciencia. Solo jactancia y, adem¨¢s, con escasa mesura, como veremos.
Para llegar a esas conclusiones, el producto de la investigaci¨®n se estima por el n¨²mero de publicaciones o citas. Pero estos par¨¢metros no miden nada que a la sociedad importe o afecte a la econom¨ªa. En las ciencias experimentales, las publicaciones de resultados y detalles de gran cantidad de experimentos son cruciales para generar los descubrimientos que impulsan el progreso del conocimiento, pero solo son elementos de un camino que a veces no conduce a ning¨²n sitio. En La estructura de las revoluciones cient¨ªficas, Thomas Khun lo explic¨® hace 60 a?os y, de forma menos precisa, otros lo hicieron antes. La idea esencial es que los descubrimientos cient¨ªficos ocurren con muy baja frecuencia en relaci¨®n con el n¨²mero de publicaciones y no guardan una proporci¨®n fija con este n¨²mero, si se comparan pa¨ªses o instituciones. Por ello, el n¨²mero de publicaciones es un dato in¨²til para estimar el n¨²mero de descubrimientos. La situaci¨®n se asemeja a los partidos de f¨²tbol, en los que los pases son necesarios para meter goles, pero contar pases y no contar goles no sirve para averiguar qui¨¦n gan¨® la liga.
Por ejemplo, en los pa¨ªses avanzados de Europa, m¨¢s Australia, Canad¨¢ y Jap¨®n, la ratio trabajos publicados por premio Nobel en ciencias naturales ¨Cqu¨ªmica, f¨ªsica y fisiolog¨ªa/medicina¨C es de 250.000; en Estados Unidos es de 84.000 y en las instituciones de ¨¦lite es alrededor de 12.000. En Espa?a, la ratio no se puede obtener porque el divisor es cero, pero se puede estimar por m¨¦todos matem¨¢ticos y la estimaci¨®n es de millones.
Bas¨¢ndose en estos principios y m¨¦todos se puede calcular un ¨ªndice de ¨¦xito de la investigaci¨®n con relaci¨®n al n¨²mero de publicaciones. Suiza es el pa¨ªs europeo con el ¨ªndice m¨¢s alto, 27; Italia, con 2,8, es el que lo tiene m¨¢s bajo entre los pa¨ªses europeos avanzados. En Espa?a, Grecia, Portugal, Republica Checa, Polonia, etc¨¦tera el valor del ¨ªndice es negativo porque son sistemas de I+D demasiado inmaduros para medirlos con un ¨ªndice para pa¨ªses cient¨ªficamente avanzados.
Otro argumento oficial para proclamar el ¨¦xito en la investigaci¨®n es citar algunas empresas espa?olas con buen nivel tecnol¨®gico, pero este argumento solo refuta la hip¨®tesis, sin fundamento, de la no existencia de esas empresas. Espa?a, tercer pa¨ªs productor de veh¨ªculos de motor en Europa, tiene una potente industria de componentes; solo por esto, y hay m¨¢s ejemplos, la hip¨®tesis carecer¨ªa de sentido. Lo que mide el ¨¦xito tecnol¨®gico de un pa¨ªs es el progreso que genera en relaci¨®n con su tama?o. Por ello, la OCDE tabula el n¨²mero de patentes tri¨¢dicas ¨Cfamilias de patentes registradas en Estados Unidos, Europa y Jap¨®n¨C por habitante. En Europa, Suiza va de nuevo en cabeza con 118, seguida de Suecia con 93; Italia tiene 13, Espa?a 5,3 y Grecia 1,2.
A la luz de los datos expuestos, las pretensiones arriba descritas ponen de manifiesto el desconocimiento que nuestros mandatarios tienen de la investigaci¨®n. Con las universidades ocurre lo mismo, un 95% tiene ¨ªndice de ¨¦xito con valor negativo, lo que nos aparta radicalmente de los pa¨ªses cient¨ªficamente avanzados. Incluso en la universidad espa?ola m¨¢s investigadora, la de Barcelona, el ¨ªndice de ¨¦xito es baj¨ªsimo, 2,5 frente a 54 en la Universidad de Oxford, que es la primera europea. Si nos comparamos con Italia, la Universidad de Mil¨¢n tiene 16, la Complutense de Madrid -2,5, y el CSIC un modest¨ªsimo 4,4.
Este fracaso de Espa?a en ciencia y tecnolog¨ªa no se explica con el argumento de que invertimos poco en I+D en relaci¨®n al PIB, porque Italia invierte menos que Espa?a. No obstante, el dato espa?ol no sirve, ya que mucho de lo que Espa?a dice que invierte en I+D no es I+D, y por eso se invent¨® lo de I+D+i. La ¡®i¡¯ min¨²scula es la v¨ªa para cargar a la I+D espa?ola ayudas a empresas que no son I+D y que no tienen relaci¨®n con la innovaci¨®n, seg¨²n se entiende el t¨¦rmino en los pa¨ªses avanzados. En estos, la innovaci¨®n es fruto de la I+D y no necesita letras a?adidas. Para mayor confusi¨®n, lo que en los Presupuestos Generales del Estado es I+D+i, se env¨ªa a la OCDE como I+D, lo que explica que parezca que invertimos m¨¢s que Italia. Por la misma raz¨®n, aparecemos con una proporci¨®n de investigadores con relaci¨®n al tama?o del pa¨ªs que es 1,75 veces mayor que en Italia.
Con estad¨ªsticas de inversiones creativas, el rendimiento disminuye. As¨ª, si se utiliza la inversi¨®n en I+D tabulada por la OCDE, el coste de los descubrimientos cient¨ªficos y de las patentes tri¨¢dicas en Espa?a parece un derroche desorbitado. Y como las desgracias no vienen solas, al problema contable hay que sumar que los responsables de la ciencia que creen que hemos superado a Suiza promueven un sistema de I+D enfocado solo a publicar y aquejado de un sinf¨ªn de deficiencias que lo mantienen en la inmadurez permanente.
Elaboradas por los mismos actores pol¨ªticos, poco se puede esperar de las leyes de la Ciencia y de Econom¨ªa Sostenible aprobadas el a?o pasado, que aciertan en lo menos y yerran en lo dem¨¢s. Entre otras cosas, ignoran que lo que no se inventa ni puede patentarse ni puede transferirse.
El fracaso espa?ol en ciencia y tecnolog¨ªa tiene un reflejo inmediato en nuestra econom¨ªa, que no se parece a la de los pa¨ªses avanzados, aunque existe una modesta participaci¨®n de ¡°econom¨ªa basada en el conocimiento¡±. Por eso, aunque nuestros salarios son bajos, los que nos prestan dinero los quieren m¨¢s bajos, m¨¢s en consonancia con nuestro modelo productivo. Esto lleva a una espiral perversa, porque al bajar los salarios el comercio exterior mejora pero la econom¨ªa dom¨¦stica se deprime y la econom¨ªa empeora.
La soluci¨®n del problema ser¨ªa potenciar la I+D, para cambiar el modelo productivo, pero la pol¨ªtica de este Gobierno y del anterior es la contraria: adelgazar la investigaci¨®n. Esta pol¨ªtica va a destruir, y el t¨¦rmino no es una exageraci¨®n, un sistema de I+D que, aunque inmaduro, es potencialmente productivo y corresponde a la inversi¨®n de los espa?oles durante m¨¢s de 25 a?os. Destruir esta inversi¨®n es un error que van a pagar duramente los asalariados. Despu¨¦s del decenio prodigioso de la I+D, 1985-1994, Espa?a no ha sabido gestionar la investigaci¨®n; los resultados est¨¢n a la vista y los errores est¨¢n descritos en la literatura cient¨ªfica. Pero la pol¨ªtica actual hace bueno cualquier error previo. Y no es un problema econ¨®mico, bastar¨ªa con quitar la ¡®i¡¯ min¨²scula de la I+D+i, y dedicar los fondos a la I+D, como hacen los pa¨ªses avanzados.
En un esfuerzo medi¨¢tico defensivo, Espa?a quiere compartir destino con Italia, pero estamos muy lejos de Italia y nuestra pol¨ªtica de I+D nos aleja cada d¨ªa m¨¢s.
Alonso Rodr¨ªguez Navarro es profesor em¨¦rito del Centro de Biotecnolog¨ªa y Gen¨®mica de Plantas de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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