Viejos interrogantes para un mundo nuevo
¡°Para bien o para mal, hemos alcanzado un hito en la historia de la fabricaci¨®n digital. Acabamos de recibir nuestro primer aviso de retirada de un objeto con copyright¡±, escrib¨ªa el fundador de Thingiverse, el portal donde los internautas intercambian ficheros de archivos 3D en febrero de 2012.
La tecnolog¨ªa de fabricaci¨®n digital a¨²n no es de uso masivo, pero cuando la impresora 3D sea tan com¨²n en casa como la de papel, el intercambio de datos de objetos se producir¨¢ a la misma velocidad en la que fluyen canciones y pel¨ªculas por Internet desde principios de siglo. Entonces empezar¨¢n los problemas. Legisladores, abogados, dise?adores y titulares de derechos deben plantearse c¨®mo dar respuesta a una nueva realidad que transforma radicalmente las reglas del juego. Con matices, Thingiverse representa para la fabricaci¨®n digital lo que Napster supuso para el trueque online de canciones. La petici¨®n de retirada, el primer aviso.
El problema es el de siempre. Al igual que en la copia de contenidos, nadie pondr¨¢ el grito en el cielo si fabrica una silla para su sal¨®n. Sin embargo, ?qu¨¦ ocurre cuando miles de personas descargan un dise?o a diario? ?Qu¨¦ implica imprimir algo a mitad de precio? ?Qu¨¦ hacemos cuando a medida que la tecnolog¨ªa mejora ya no se trata de objetos en pl¨¢stico o resina sino de cualquier material y de cualquier color? ?Y si, adem¨¢s, puede fabricar f¨¢rmacos (drogas), armas o c¨¦lulas?
La fabricaci¨®n digital dom¨¦stica es ¡°revolucionaria porque pone en jaque la producci¨®n en masa y seriada de productos, el sistema de distribuci¨®n mundial y la l¨®gica del consumo y la obsolescencia programada. Como en toda revoluci¨®n habr¨¢ fricciones con el poder establecido¡±, plantea Josianito Llorente, responsable de los laboratorios de creaci¨®n del Centro Internacional de Cultura Contempor¨¢nea de Tabacalera (Donosti).
Un producto puede estar protegido por dise?o y tambi¨¦n por patente (o modelo de utilidad) y otorga al titular la potestad de fabricarlo y comercializarlo, pero tambi¨¦n a prohibir que otro lo haga. Y si lo autoriza es a cambio de royalties. La legislaci¨®n espa?ola del dise?o industrial autoriza la reproducci¨®n de un dise?o a un usuario privado, siempre que no haya fin comercial. Es decir, nadie puede impedir que fabriquemos cualquier objeto protegido, como nadie puede impedir que copie una canci¨®n para su uso particular. A diferencia del derecho de autor, que otorga a los creadores una compensaci¨®n por estas copias, en el dise?o no hay todav¨ªa canon. Lo que existen, como para los contenidos, son sistemas anticopia. Mientras unos lo celebran, otros critican que se est¨¦n dando los primeros pasos para frenar el movimiento.
?Si alguien cuelga en Internet estos dise?os protegidos en Internet comete una infracci¨®n? Al subirlo se reproduce el dise?o, pero no se comercializa, es decir, no se pone a la venta el producto que lleva incorporado el dise?o. Por otro lado, la ley no recoge la difusi¨®n como acto infractor sino la fabricaci¨®n, oferta, comercializaci¨®n de los productos que lo incorporen.
En el caso de las patentes y los modelos de utilidad s¨ª se puede dar la infracci¨®n indirecta, porque se ofrece a un tercero las herramientas para que cree algo protegido. Y si se comercializa, entonces la infracci¨®n es directa. El problema entonces es la territorialidad, porque Internet carece de fronteras y la propiedad industrial otorga protecci¨®n en los pa¨ªses donde se solicita. ?Qu¨¦ ocurre cuando el que sube el archivo est¨¢ en Pek¨ªn, pero el que lo descarga est¨¢ en Espa?a? M¨²ltiples interrogantes para una nueva revoluci¨®n industrial, que combina la tecnolog¨ªa digital y la manufactura, y la democratiza al ponerla al alcance de todos a trav¨¦s del ordenador dom¨¦stico conectado a Internet.
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