William Rees-Mogg, leyenda del periodismo brit¨¢nico
Dirigi¨® 'The Times' durante el per¨ªodo m¨¢s turbulento de la dos veces centenaria cabecera
William Rees-Mogg ha sido una de las figuras m¨¢s influyentes del periodismo de la segunda mitad del siglo XX en el Reino Unido, toda ¡°una leyenda de Fleet Street¡±, en palabras del primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, a ra¨ªz de su muerte ¡ªel pasado fin de semana¡ª cuando contaba 84 a?os. Firma perenne en la prensa escrita de signo conservador a lo largo de seis d¨¦cadas, su trayectoria est¨¢ principalmente asociada a la cabecera de The Times, el diario que dirigi¨® en una era turbulenta y apasionante (1967-81), marcada por cambios muy profundos en la sociedad brit¨¢nica.
El futuro lord Rees-Mogg siempre fue un tory de coraz¨®n, el hijo de una familia acomodada de Sommerset (donde naci¨®, en 1928) que se estren¨® en el periodismo a los 24 a?os de la mano del Financial Times, pero con la vista puesta en la arena pol¨ªtica. Dos sucesivos y frustrados intentos por hacerse con el acta de diputado conservador, en la d¨¦cada de los cincuenta, le retuvieron en el mundo de la prensa y propulsaron su salto a The Sunday Times en 1960. Cuatro a?os m¨¢s tarde escribir¨ªa en ese mismo dominical una diatriba reclamando la dimisi¨®n del entonces jefe del Gobierno conservador, Alec Douglas-Home, que presentar¨ªa su renuncia ese mismo a?o. Aunque el afectado aclar¨® m¨¢s tarde que ten¨ªa decidido de antemano presentar su renuncia, el de Rees-Mogg no dej¨® de considerarse uno de los art¨ªculos m¨¢s impactantes del periodismo de posguerra.
Su nombramiento como director de The Times, en 1967, inici¨® el periodo m¨¢s intenso de su dilatada carrera. Fueron tiempos convulsos para el peri¨®dico, que debido a disputas laborales originadas por la dr¨¢stica incorporaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas no sali¨® a la calle durante once meses, desde diciembre de 1978 hasta noviembre de 1979.
Solo dos a?os m¨¢s tarde Rees-Mogg afrontaba un nuevo desaf¨ªo del que sali¨® mal parado. Un empresario australiano de la prensa con grandes ambiciones en el mercado del Reino Unido, el hoy c¨¦lebre Rupert Murdoch, aspiraba a incorporar The Times a su emergente imperio, frente a la resistencia del equipo del peri¨®dico, que le plant¨® cara ante el temor de ver mermada su independencia. Rees-Mogg jug¨® las dos cartas y sali¨® escaldado: aunque al principio se puso del lado de su redacci¨®n, buscando otro posible comprador que neutralizara la oferta de Murdoch, acab¨® sucumbiendo ante el arrollador poder¨ªo del magnate, y labr¨¢ndose la reputaci¨®n de "traidor" ante sus trabajadores.
A¨²n as¨ª, no pudo sobrevivir al maremoto que supuso la toma de control de The Times por parte del implacable Murdoch. ¡°He recuperado la libertad¡±, proclamaba Rees-Mogg en un art¨ªculo en el que comunicaba a los lectores su salida de The Times como director, en 1981. Desde entonces, compagin¨® sus columnas en ese mismo diario o en el Daily Mail con diversos puestos protot¨ªpicos del establisment brit¨¢nico, entre ellos la vicepresidencia de la BBC, la jefatura del Arts Council o la direcci¨®n del conglomerado General Electric.
El tono de sus art¨ªculos le perfilaron como un conservador en lo pol¨ªtico, aunque liberal en lo social, tal como manda la mejor tradici¨®n brit¨¢nica. Tambi¨¦n como un euroesc¨¦ptico que en 1993 luch¨® en los tribunales contra la decisi¨®n del primer ministro John Major de adherirse al Tratado de Maastricht. Perdi¨® la batalla y pag¨® las costas legales, con la misma flema brit¨¢nica con la que casi tres d¨¦cadas antes hab¨ªa criticado en un c¨¦lebre editorial del Times la detenci¨®n de un rockero por posesi¨®n de estupefacientes, nada menos que Mick Jagger, el solista de los Rollig Stones.
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