S¨ª, la sanidad espa?ola es rentable
EE UU es el ejemplo de que gasto y resultado no van juntos Espa?a, con el tercio de inversi¨®n, tiene mejores datos
La canci¨®n es tajante: lo importante son salud, dinero y amor. Dejando al margen el tercero, que es imprevisible aunque no independiente de los otros dos factores, la relaci¨®n entre la riqueza y el estado f¨ªsico de las personas no es tan lineal como podr¨ªa pensarse. Cierto que hace falta un gasto m¨ªnimo para asegurar el bienestar, y que, desde luego, los pa¨ªses m¨¢s pobres no pueden aspirar a ser los m¨¢s longevos, pero parece que, una vez pasado un umbral de gasto por persona (en la OCDE, ninguno de sus miembros baja de 500 euros por habitante y a?o), hay otros factores ¡ªculturales, gen¨¦ticos, clim¨¢ticos, pol¨ªticos¡ª que influyen tanto o m¨¢s que el dinero que se dedica al sistema sanitario.
Porque si todo fuera cuesti¨®n de dinero, nadie toser¨ªa a los estadounidenses. Ellos deber¨ªan ser los m¨¢s sanos, los m¨¢s longevos, los menos obesos. Los 8.233 d¨®lares (6.195 euros) que, seg¨²n la OCDE, gast¨® por persona en salud en 2010 son casi el triple que los 2.300 euros de Espa?a, o un 53% m¨¢s que la inversi¨®n de Noruega, la segunda en la lista.
Esta desproporci¨®n preocupa a los investigadores estadounidenses, que constatan c¨®mo esa abrumadora superioridad financiera no se corresponde con ventajas para la poblaci¨®n. El ¨²ltimo aldabonazo ha venido de un estudio de la National Academy of Sciences, la National Academy of Engineering, el Institute of Medicine y el National Research Council.
Algunos ejemplos de esta ineficacia del sistema estadounidense son los datos de esperanza de vida media. Uno de los indicadores que Jos¨¦ Manuel Freire, profesor de la escuela Nacional de Sanidad, apunta como m¨¢s indicativo. En el estudio, que solo se fija en 17 pa¨ªses, Estados Unidos y 16 de los m¨¢s desarrollados, Suiza ocupa el primer puesto en hombres (79,33 a?os) y Jap¨®n en mujeres (85,98, con datos de 2007). Espa?a es novena y quinta, respectivamente; Estados Unidos, ¨²ltima y pen¨²ltima (solo Dinamarca tiene un dato peor en mujeres).
Visto desde el otro lado del cristal, midiendo las muertes, los resultados son coherentes: la tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes de Estados Unidos es la m¨¢s alta (504,9); Espa?a ocupa el lugar decimotercero (397,7, la misma cifra que Francia). El ¨²ltimo es Jap¨®n (349,3).
El estudio incluye muchos m¨¢s indicadores. Por tomar otro que es clave, los a?os de vida perdidos antes de los 50, por todas las causas (enfermedades infecciosas, cardiovasculares, problemas nutricionales, dolencias no infecciosas excluyendo las cardiovasculares, lesiones intencionadas o accidentales, consumo de drogas) Estados Unidos sale peor que la media. Cuando se toman en conjunto, la proporci¨®n de Estados Unidos es casi el doble que en la media de los 17 pa¨ªses.
Freire, quien aparte de acad¨¦mico ha vivido una temporada en EE UU, se?ala que ¡°en muchos casos, los resultados de estos indicadores tienen que ver con factores externos¡±. ¡°Los asesores de Obama lo han trabajado mucho, y se han centrado en la desigualdad¡±. De ah¨ª su intento de reforma sanitaria. ¡°De todos los factores que intervienen, la pobreza relativa y la desigualdad social son los que m¨¢s influyen, y en ese sentido EE UU es de los m¨¢s desiguales¡±, indica.
Jap¨®n tiene la menor tasa de mortalidad: 349 por 100.000 habitantes
Juan Oliva, presidente de la Asociaci¨®n de Economistas de la Salud, coincide. ¡°La atenci¨®n sanitaria es uno de los determinantes de la salud¡±, indica. ¡°Es importante, pero no lo ¨²nico: la renta (y su distribuci¨®n), la educaci¨®n, las decisiones individuales (h¨¢bitos) y colectivas (entornos y elementos institucionales) influyen de manera decisiva en la salud de las personas y las poblaciones y ayudan a explicar por qu¨¦ pa¨ªses que invierten menos recursos en el sistema sanitario presentan mejores resultados en salud¡±, se?ala. Por tanto, las pol¨ªticas sanitarias (y el gasto que las acompa?an) no son las ¨²nicas pol¨ªticas de salud relevantes.
David Cantarero, director del m¨¢ster en Direcci¨®n y Gesti¨®n de Servicios Sanitarios y Sociales de la Universidad de Cantabria parte de una premisa: ¡°Respecto a si m¨¢s gasto sanitario no es siempre mejor, siendo realistas habr¨ªa que precisar que en otra situaci¨®n econ¨®mica diferente a la actual no se discutir¨ªa¡±. En Espa?a, en ¡°las dos ¨²ltimas d¨¦cadas se observa que al aumentar el gasto sanitario p¨²blico baja la mortalidad infantil y a?os potenciales de vida perdidos, subiendo en cambio la esperanza de vida¡±. Pero admite que ¡°existen ciertos niveles de gasto a partir de los cuales a nivel macro los resultados en salud no mejoran significativamente¡±. En EE UU ¡°esa correlaci¨®n no se produce quiz¨¢s debido a sus altos costes administrativos, su fundamento b¨¢sico privado y a que los precios sanitarios y farmac¨¦uticos son entre un 30% y un 50% mayores que en el resto de la OCDE¡±, apunta entre otros motivos.
Los expertos estadounidenses no son ajenos a estas apreciaciones y destacan, precisamente, que uno de los problemas sanitarios de EE UU est¨¢ en los h¨¢bitos de los ciudadanos. ¡°Aunque los americanos fuman actualmente menos, y tienen una menor tendencia a beber de forma abusiva que los habitantes de los otros pa¨ªses del estudio, son los que m¨¢s calor¨ªas por persona consumen, tienen mayores tasas de abuso de drogas, son menos propensos a usar los cinturones de seguridad, est¨¢n implicados en m¨¢s accidentes de tr¨¢fico que incluyen consumo de alcohol, y tienen una mayor tendencia a utilizar armas de fuego en actos de violencia¡±, apuntan.
Tambi¨¦n los autores del informe se?alan la inequidad como una de las causas de los malos resultados: ¡°Estados Unidos tiene mayores ¨ªndices de pobreza (especialmente infantil), y est¨¢ perdiendo puestos en nivel cultural, lo que tambi¨¦n tiene que ver con las condiciones de salud¡±, apuntan.
La desigualdad en el acceso y la riqueza lastran las pol¨ªticas
Su informe no busca solo activar las conciencias de un pa¨ªs en el que la reforma sanitaria fue duramente combatida por los republicanos. En su informe destacan que todav¨ªa ¡°gran parte de la poblaci¨®n carece de aseguramiento¡±. Eso, que fue lo que intent¨® solucionar la reforma de Obama, qued¨® descafeinado. El presidente buscaba un sistema con cobertura p¨²blica donde no llegara la privada. Las presiones de los republicanos lo transformaron en otro: que todos tuvieran un seguro m¨¦dico privado.
Tampoco consigui¨® Obama avances en atenci¨®n primaria. Y, precisamente, en ¡°prevenci¨®n y planificaci¨®n es en lo que Estados Unidos lo tiene mal¡±, dice Julio Zarco, director acad¨¦mico de la Real Academia Nacional de Medicina. Zarco, que vive a caballo de ambos lados del Atl¨¢ntico, no duda en decir que la situaci¨®n en Estados Unidos ¡°es tercermundista en algunos aspectos¡±. ¡°Est¨¢ dominado por las aseguradoras privadas, que echan fuera la prevenci¨®n y la promoci¨®n de la salud¡±.
El experto, que fue presidente de la Sociedad de M¨¦dicos de Atenci¨®n Primaria (Semergen), insiste en que ¡°la planificaci¨®n y la investigaci¨®n necesitan dinero, pero eso no es todo. Luego hacen falta cauces para que esa inversi¨®n genere riqueza. Eso ya lo dijo Santiago Ram¨®n y Cajal. Y Estados Unidos tiene una gran riqueza intelectual, pero eso se tiene que traducir en acciones¡±, afirma.
Es indispensable llegar a un m¨ªnimo de inversi¨®n para asegurar la salud
¡°El riesgo para la salud y bienestar no vendr¨ªa solo por la parte sanitaria, sino por la erosi¨®n de otros factores no sanitarios de la salud. As¨ª pues m¨¢s gasto en atenci¨®n sanitaria no garantiza siempre mejores resultados en salud. Pi¨¦nsese en que, por ejemplo, a nivel individual, el beneficio en salud a partir de ciertos niveles es decreciente¡±, indica Cantarero. ¡°Estados Unidos, gastando un 17,6% del PIB en sanidad, es un buen ejemplo de c¨®mo siendo el pa¨ªs que m¨¢s gasta del mundo tienen peores indicadores en salud en algunos casos que M¨¦xico gastando 6,2% del PIB¡±.
Oliva insiste en los factores extrasanitarios. Por ejemplo, afirma que ¡°prolongar las ayudas al desempleo en este contexto de crisis es mucho mejor pol¨ªtica de salud (y de bienestar) que abrir nuevos hospitales; o que el desentendimiento con pol¨ªticas de salud laboral o de pol¨ªticas de educaci¨®n para prevenir la obesidad infantil no tienen reflejo en el gasto sanitario a corto plazo, pero s¨ª a medio y a largo plazo¡±.
El diagn¨®stico de los malos resultados de EE UU parece claro. Lo que no lo est¨¢ es cu¨¢nto tiempo va a seguir esto as¨ª. ¡°Con las vidas y d¨®lares que est¨¢n en juego, el pa¨ªs no puede permitirse ignorar este problema. Una soluci¨®n obvia es intensificar los esfuerzos en salud p¨²blica¡±, concluyen los expertos estadounidenses. Zarco resume: ¡°Ellos est¨¢n en fase de expansi¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas. Aqu¨ª es al rev¨¦s¡±. Puede ser cuesti¨®n de tiempo que los indicadores se intercambien.
?Qui¨¦n es el mejor?
Para los gestores sanitarios espa?oles ¡ªy enti¨¦ndase gestores en el sentido m¨¢s amplio: desde ministros o consejeros hasta presidentes de colegios m¨¦dicos, de sociedades cient¨ªficas, gerentes o directores de ambulatorio o de servicio¡ª el a?o 2000 est¨¢ marcado en letras de oro. Si la sanidad necesitaba un mantra al que aferrarse, un lema del que presumir, un informe de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud lo facilit¨® con creces. En aquel estudio, la organizaci¨®n se atrevi¨® por primera ¡ªy ¨²ltima¡ª vez a hacer una clasificaci¨®n por pa¨ªses. Y, ?sorpresa!, Espa?a qued¨® en s¨¦ptimo lugar. Desde entonces no hay discurso, manifiesto ni manifestaci¨®n que no recuerde que el sistema sanitario espa?ol es (o al menos lo era hace 12 a?os) ¡°uno de los mejores del mundo¡±.
Y, m¨¢s m¨¦rito a¨²n, Espa?a era s¨¦ptima siendo el pa¨ªs 24? en gasto por persona. Adem¨¢s, la lista era cuando menos, peculiar. Los dos primeros, Francia e Italia, eran competidores de respeto y, por as¨ª decirlo, competencia directa. Pero los siguientes (San Marino, Andorra, Malta y Singapur) eran o muy peque?os, o muy ex¨®ticos.
Casi m¨¢s importante era que potencias como Reino Unido (18), Alemania (25) y Estados Unidos (38) estaban muy por detr¨¢s.
Aquella lista fue un bombazo. Si la OMS quer¨ªa publicidad (todav¨ªa no se hab¨ªa hecho famosa por otros aspectos, como la gesti¨®n de las distintas gripes y virus de la ¨²ltima d¨¦cada), lo hab¨ªa conseguido de plano. Pero la lista no le sali¨® gratis. Las cr¨ªticas le llovieron a la organizaci¨®n. ?De verdad uno preferir¨ªa irse a Malta a que le trataran si tuviera una enfermedad grave? ?Un estadounidense iba a recibir mejor atenci¨®n yendo a Om¨¢n ¡ªoctavo pa¨ªs de la lista¡ª?
Aquel ¨¦xito medi¨¢tico se convirti¨® en un conflicto acad¨¦mico. Porque la verdad es que no hay una forma consensuada de medir la calidad de los sistemas de salud. Hay indicadores universales (esperanza de vida, mortalidad, o el m¨¢s espec¨ªfico de a?os que se pierden por culpa del sistema), pero en la clasificaci¨®n de la OMS hab¨ªa otros indicadores (acceso universal y gratuito, tratamiento del embarazo y mortalidad infantil) que penalizaban a los pa¨ªses punteros en investigaci¨®n, pero con m¨¢s dificultades de acceso. Pero es que promover esos aspectos es uno de los objetivos de la organizaci¨®n, y la lista obedec¨ªa a sus intereses.
Nadie despu¨¦s se ha atrevido a hacer una clasificaci¨®n similar. Por ejemplo, en Europa, una consultora, Health Consumer Powerhouse, financiada por la UE, saca un informe bienal. El trabajo se centra en un aspecto de mucho inter¨¦s: el papel que los sistemas de salud dan a los pacientes. Espa?a suele salir bastante mal (en el puesto 24 de 34 pa¨ªses). Normal que casi nadie les haga caso.
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