En busca de respuestas sobre los or¨ªgenes del Sistema Solar y de la vida
La misi¨®n ¡®Marco Polo R¡¯, propuesta a la Agencia Europea del Espacio, pretende enviar una sonda a un asteroide para tomar muestras y traerlas a la Tierra
En 1271, el mercader veneciano Marco Polo comenz¨® un viaje que le llevar¨ªa hasta el extremo Oriente y del que volvi¨® cargado de conocimientos y de muestras de aquellas culturas entonces desconocidas. Los objetos, los nuevos conocimientos y experiencias que su expedici¨®n trajo de vuelta influenciaron y enriquecieron la vida y las costumbres europeas durante siglos. De manera semejante, un grupo de 22 investigadores europeos hemos propuesto a la Agencia Europea del Espacio (ESA) una misi¨®n espacial de las que hacen so?ar: enviar una sonda interplanetaria no tripulada hasta un asteroide, recoger muestras de su superficie y traerlas a Tierra para su posterior an¨¢lisis y conservaci¨®n. A esta misi¨®n la hemos bautizado MarcoPolo-R en honor de aquel viajero veneciano. La propuesta cuenta, adem¨¢s, con el apoyo de m¨¢s de 600 investigadores internacionales.
A finales de este a?o, la ESA tendr¨¢ que decidir cu¨¢l, entre MarcoPolo-R y otras cuatro misiones espaciales propuestas, ser¨¢ la elegida para lanzarse al espacio, lo que ocurrir¨ªa dentro de unos 10 a?os.
El pasado 16 y 17 de enero un Simposio Internacional organizado por el Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y el Institut d¡¯Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) acogi¨® en Barcelona a casi un centenar de cient¨ªficos que debatieron los principales objetivos cient¨ªficos y los retos tecnol¨®gicos de la misi¨®n Marco Polo-R.
Pero, ?por qu¨¦ queremos llegar hasta un asteroide y traer una muestra a la Tierra? Empecemos por el principio. El asteroide al que proponemos enviar una sonda interplanetaria es un peque?o objeto de unos 400 metros de tama?o, denominado 2008 EV5. Se trata de uno de esos cuerpos llamados Asteroides Cercanos a la Tierra, de los que se suele hablar cuando a partir de observaciones astron¨®micas se deduce que alguno de ellos puede tener una probabilidad preocupante de colisionar con nuestro planeta. Sin embargo, 2008 EV5 no es nada peligroso, al contrario, su ¨®rbita cercana a la Tierra (unos 20 millones de kil¨®metros) hace posible que viajemos hasta ¨¦l de manera relativamente r¨¢pida, en menos de dos a?os, la mitad del tiempo que necesit¨® Marco Polo para llegar a Oriente. Pero este asteroide, como el resto de los asteroides cercanos a la Tierra, no estuvo siempre en esta zona del Sistema Solar. Los asteroides suelen moverse entre las ¨®rbitas de los planetas Marte y J¨²piter, lo que se denomina el cintur¨®n de asteroides. Por efecto de complicados mecanismos f¨ªsicos y din¨¢micos, algunos de ellos terminan cambiando de residencia, mud¨¢ndose al interior del Sistema Solar. Una vez all¨ª lo m¨¢s probable es que terminen cayendo en el Sol, aunque cada miles o millones de a?os pueden colisionar con Mercurio, Venus, Marte, la Luna o la Tierra.
El cintur¨®n de asteroides se halla poblado por miles de millones de peque?os cuerpos que jam¨¢s llegaron a cuajar en un solo objeto de tama?o planetario. Al contrario, los planetas se formaron a partir de la agregaci¨®n de cuerpos como los asteroides y es precisamente esta circunstancia la que les confiere especial importancia y nos llevan a plantearnos preguntas como: ?cu¨¢les fueron los procesos que ocurrieron en el Sistema Solar primordial y que dieron lugar a la formaci¨®n planetaria? ?Cu¨¢les son las propiedades f¨ªsicas y cu¨¢l fue la evoluci¨®n de los materiales que acabaron formando los planetas? Estudiar uno de estos cuerpos de cerca nos permitir¨¢ responder a muchas de estas fascinantes preguntas
Lo que hace especial esta misi¨®n es el hecho de recoger una muestra del asteroide y traerla a Tierra para poderla analizar en detalle, utilizando todas las t¨¦cnicas y los modernos dispositivos de laboratorio que ser¨ªa impensable poner en una sonda interplanetaria del tama?o de una bolsa de deporte. As¨ª mismo, una parte de las muestras se podr¨ªan conservar para analizarse durante d¨¦cadas con nuevos y m¨¢s sofisticados instrumentos, como actualmente ocurre con las muestras tra¨ªdas por las misiones lunares de los a?os setenta.
Es bien sabido que los meteoritos son, en su mayor¨ªa, peque?os fragmentos de asteroides que han impactado la Tierra continuamente. Entonces, ?por qu¨¦ traer muestras de un asteroide cuando ya tenemos toneladas de meteoritos en nuestros museos y laboratorios? Hay varias y fundamentales razones para hacerlo.
Por una parte, los meteoritos nos llegan a la superficie de la Tierra tras haber sido sometidos a grandes presiones en los eventos de impacto que los originaron en el cintur¨®n de asteroides. Finalmente, debido al estr¨¦s sufrido por esos materiales tanto en los impactos como en su exposici¨®n al espacio interplanetario, suelen fragmentarse en su brusca entrada a la atm¨®sfera terrestre, con velocidades superiores a los 40.000 kil¨®metros por hora.
Por otra parte, la gran mayor¨ªa de los meteoritos disponibles proceden de la parte m¨¢s interna del cintur¨®n de asteroides, mientras que son mucho m¨¢s raros los meteoritos carbon¨¢ceos que, curiosamente, provienen de los asteroides primitivos, que son los m¨¢s numerosos y contienen la informaci¨®n m¨¢s relevante sobre los or¨ªgenes del Sistema Solar. Estos componentes carbon¨¢ceos son mucho m¨¢s fr¨¢giles y la entrada en la atm¨®sfera les resulta particularmente destructiva.
?Podr¨ªan los asteroides primitivos contener material desconocido, todav¨ªa no muestreado en los meteoritos? ?Cu¨¢l es la naturaleza y el origen de los compuestos org¨¢nicos de los asteroides primitivos y c¨®mo pueden arrojar luz sobre si contribuyeron en alg¨²n modo al origen de la vida?
2008 EV5, el asteroide elegido para la misi¨®n MarcoPolo-R, es precisamente uno de esos asteroides carbon¨¢ceos y primitivos, compuestos de material muy poco alterado desde su formaci¨®n. Visitarlo es una ocasi¨®n ¨²nica para dar un salto cualitativo cient¨ªfico importante y responder a estas preguntas fundamentales. Asteroides como este han impactado con la Tierra en el pasado y las muestras retornadas a la Tierra podr¨ªan revelar informaci¨®n valiosa acerca de la presencia de material org¨¢nico en su interior con implicaciones astrobiol¨®gicas imprevisibles, proporcionando potencialmente nuevas pistas sobre el surgimiento de la vida en la Tierra.
Un aspecto relevante de esta misi¨®n espacial, aparte de su vertiente cient¨ªfica esbozada anteriormente, est¨¢ en las posibilidades que ofrece para el desarrollo tecnol¨®gico de nueva instrumentaci¨®n, parte de la cual se desarrollar¨ªa en instituciones y empresas espa?olas del sector. Finalmente, vale la pena notar que el coste de esta misi¨®n para cada contribuyente europeo apenas ser¨ªa de menos de 2 euros para toda la duraci¨®n de la fase de implementaci¨®n y ejecuci¨®n de la misi¨®n, unos quince a?os en total. Hist¨®ricamente, la humanidad ha conseguido sus avances tecnol¨®gicos plante¨¢ndose la soluci¨®n de problemas desafiantes con finalidades militares o cient¨ªficas. Es la sociedad la que tiene que decidir en cu¨¢l de estos campos divergentes quiere invertir sus recursos y esfuerzos. Nosotros, por nuestra parte, hace tiempo que hicimos nuestra elecci¨®n.
Adriano Campo Bagat¨ªn es profesor titular de la Universidad de Alicante, Luisa Lara es investigador cient¨ªfico del CSIC en el Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa (IAA-CSIC), Josep Maria Trigo Rodr¨ªguez es cient¨ªfico titular del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC) y Javier Licandro es investigador del Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias. Los cuatro son los participantes espa?oles en el n¨²cleo cient¨ªfico que ha propuesto la misi¨®n Marco Polo R a la Agencia Europea del Espacio.
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