Las causas del fracaso de la investigaci¨®n en Espa?a
La insensibilidad de los pol¨ªticos hacia la investigaci¨®n es el gran obst¨¢culo para el desarrollo tecnol¨®gico.Nuestras empresas tienen que modernizarse, pero es un error hacerlo sacrificando la investigaci¨®n.
Hace unas semanas (11-12-2012), en estas mismas p¨¢ginas, yo describ¨ªa el fracaso de la investigaci¨®n en Espa?a, atendiendo al rendimiento en avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos, y preven¨ªa contra el uso del n¨²mero de trabajos publicados para valorar la investigaci¨®n. Diez d¨ªas m¨¢s tarde, un investigador con pasadas responsabilidades en pol¨ªtica cient¨ªfica reiteraba en? El PA?S la novena posici¨®n de Espa?a en el mundo por producci¨®n cient¨ªfica y una noticia en mi+d, que citaba como fuente al CSIC, asignaba a esta instituci¨®n la novena posici¨®n en un Global Ranking de instituciones de investigaci¨®n. As¨ª, dos voces autorizadas se un¨ªan para declarar un ¨¦xito basado en el n¨²mero de publicaciones. La popularidad de este par¨¢metro, tan f¨¢cil de obtener como dif¨ªcil de interpretar, plantea una pregunta relativa a c¨®mo se ha generado esta situaci¨®n. Contestar a esta pregunta es vital para encauzar la investigaci¨®n en Espa?a por el buen camino. Pero antes de hacerlo, conviene reiterar con ejemplos claros que el n¨²mero de publicaciones no mide nada que a la sociedad interese.
El n¨²mero de publicaciones cient¨ªficas de siete universidades estadounidenses: MIT, Columbia, California-Berkeley, Harvard, Princeton, Stanford y CALTECH, m¨¢s el Instituto Howard Hughes es, aproximadamente, igual que el de Espa?a, 450.000 en lo que va de siglo. Pero en ese tiempo esas instituciones han obtenido 29 premios Nobel en ciencias. Es decir, 38.000 publicaciones anuales durante doce a?os sirven igual para 29 premios Nobel o para ninguno, depende de quien las haga. Otro ejemplo, con el MIT, que es una instituci¨®n asombrosa, ya que con 1.750 profesores tiene, desde hace tiempo, una media de un premio Nobel en ciencias cada 2,2 a?os, cinco en lo que va de siglo; adem¨¢s, su efecto econ¨®mico es un modelo de estudio y de admiraci¨®n. Pues en el ¡°Global Ranking¡± donde el CSIC est¨¢ en noveno lugar, el MIT est¨¢ en el puesto ?46! Creyendo en ese ranking, el CSIC tiene un problema.
Otra perspectiva. Cada a?o se publican m¨¢s de 100.000 trabajos sobre el c¨¢ncer, pero lo que la sociedad necesita son tratamientos eficaces, como el Imatinib, para una forma no predominante de leucemia. A la sociedad no le importan los cambios cromos¨®micos o los oncogenes y menos a¨²n si se publican 100.000 o 150.000 trabajos, pero eso no quiere decir que esos trabajos sean innecesarios o no tengan calidad¡ªm¨¢s de un pol¨ªtico, lamentablemente, se confunde con esto¡ª. Esos trabajos son la base de los descubrimientos. Pero ning¨²n pa¨ªs con una pol¨ªtica cient¨ªfica sensata deber¨ªa dedicar su sistema de I+D a publicar trabajos de buena calidad pero cumpliendo mal con lo que la sociedad necesita. Esto ocurre en Espa?a, veamos por qu¨¦.
A principios de los ochenta, la presencia de la ciencia espa?ola en los foros internacionales era mucho menor que su potencial. Por ello, hab¨ªa que estimular a los investigadores a publicar en revistas internacionales prestigiosas, a la vez que se incrementaba la financiaci¨®n. Eso se hizo y fue correcto¡ªyo he llamado d¨¦cada prodigiosa a la que va de 1985 a 1994¡ªy el crecimiento en el n¨²mero de publicaciones fue espectacular en comparaci¨®n con la inversi¨®n econ¨®mica. Pero esa era una pol¨ªtica coyuntural, con fecha de caducidad, porque el est¨ªmulo no consideraba los fines: el progreso cient¨ªfico, sino los medios: las publicaciones. Y se pod¨ªa predecir que, si se manten¨ªa mucho tiempo, esa pol¨ªtica ser¨ªa mort¨ªfera para la investigaci¨®n, por la Ley de Goodhart y por el uso de una medida inapropiada.
Pero la investigaci¨®n nunca fue una pol¨ªtica de Estado y lo de 1985-1994 fue una casualidad. De hecho, la investigaci¨®n estaba atrapada entre una universidad que no la quer¨ªa y unos Gobiernos que no la valoraban. Por ejemplo, en 1994, el Gobierno congel¨® en el Parlamento un modesto cambio en la Ley de Reforma Universitaria, origen del atraso cient¨ªfico y tecnol¨®gico espa?ol, y ces¨® al Secretario de Estado que os¨® defenderlo. Y los nombramientos de improbable eficacia han sido la norma. Pensemos que los actuales Presidente de Gobierno y Ministro del Interior fueron, en su d¨ªa, ministro y secretario de Estado responsables de la ciencia. Por eso, la pol¨ªtica de los ochenta est¨¢ a¨²n en el Bolet¨ªn Oficial del Estado, renovada, ampliada y descarriada, aunque su aplicaci¨®n deber¨ªa de haber terminado hace muchos a?os. Nuestras autoridades cient¨ªficas no entienden que si se financia poco y se exigen muchas publicaciones, lo que se obtiene son muchas publicaciones y poco o ning¨²n progreso importante del conocimiento. As¨ª somos.
En relaci¨®n a la baja financiaci¨®n, es incredulidad en la utilidad de la investigaci¨®n. Por eso se aplican los fondos de I+D a fomentar innovaciones menores y subjetivas, en detrimento de la investigaci¨®n real. Es obvio que nuestras empresas tienen que modernizarse, m¨¢s dudoso es que eso haya que hacerlo con fondos p¨²blicos y es un error de libro de texto hacerlo sacrificando a la investigaci¨®n. Relacionado con el desd¨¦n por la investigaci¨®n real¡ªla que se hace en el MIT¡ª, las primas a las energ¨ªas renovables han sido mil veces mayores de lo que se ha invertido en proyectos de investigaci¨®n real sobre ellas.
Se subvalora a d¨®nde conduce usar el n¨²mero de publicaciones o que Espa?a ocupa el noveno lugar en el mundo atendiendo a su posici¨®n en los Essential Science Indicators del ISI, donde Alemania es tercera, Jap¨®n es cuarto y Francia es sexta, porque esos listados se hacen con datos agregados de diez a?os, lo que oculta el crecimiento. Si contamos por a?os y corregimos por poblaci¨®n, lo que tenemos es que Espa?a adelant¨® a Jap¨®n en 2001, a Francia en 2009, a Alemania en 2011 y en 2011 hemos duplicado a Jap¨®n. ?Puede alguien creer que estamos por delante de Alemania y Francia y somos doble que Jap¨®n en investigaci¨®n?; ?o que vamos por delante de Suiza, como dec¨ªa el anterior Gobierno?; ?O que las universidades espa?olas est¨¢n en el cuarto lugar m¨¢s productivo, como dicen los rectores?; ?O que el CSIC est¨¢ 37 puestos por delante del MIT en producci¨®n cient¨ªfica, como dice el CSIC?
Las contestaciones deber¨ªan de ser no. Simplemente, estamos como con la burbuja inmobiliaria: primero nuestra econom¨ªa adelantaba a todas y ahora tenemos seis millones de desempleados. Fueron jactancias construidas sobre una base err¨®nea que paga una mayor¨ªa sin culpa de nada.
Pero si el pasado fue malo, el presente es peor: penurias tercermundistas en los centros de investigaci¨®n, desprecio a los investigadores j¨®venes y recortes en los proyectos de investigaci¨®n; en 2012 no hubo convocatoria de proyectos de investigaci¨®n fundamental y la anualidad para 2013 de los proyectos convocados en 2011 se recort¨® a ?un sexto! Todo esto desmantelar¨¢ un sistema cient¨ªfico cuyo potencial productivo nunca se explot¨® y que tardar¨¢ lustros en recomponerse. Retroceder de las 4,9 patentes tri¨¢dicas por mill¨®n de habitantes de 2009, frente a 114 de Suiza, es el suicidio tecnol¨®gico y la adhesi¨®n permanente a salarios bajos y desempleo alto; para un ahorro anual equivalente al 0,25% de la emisi¨®n de deuda o al 0,06% del PIB¡ªlas primas a las energ¨ªa renovables son el 0,6% del PIB¡ª.
Ninguna mayor¨ªa parlamentaria legitima para que un Gobierno decida esto en solitario, pero la ra¨ªz del problema podr¨ªa estar en que en esto el Gobierno no est¨¢ solo. La insensibilidad de los pol¨ªticos hacia la investigaci¨®n es el gran obst¨¢culo para el desarrollo tecnol¨®gico de Espa?a. Adem¨¢s, un modelo productivo de pa¨ªs pobre en un pa¨ªs que no lo es perjudica a muchos, pero no a todos.
Alonso Rodr¨ªguez Navarro es profesor em¨¦rito, Centro de Biotecnolog¨ªa y Gen¨®mica de Plantas, Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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