Odio pol¨ªtico
'Castillo de naipes' (Canal +) en una verificaci¨®n de lo que puede hacer la ambici¨®n pol¨ªtica
La primera imagen de Castillo de naipes, que inaugur¨® el jueves Canal +, resulta odiosa, y no solo para los que amamos a los animales. Kevin Spacey, que le da encarnadura real al congresista que aspira a todo en el nuevo Gobierno de los Estados Unidos, deg¨¹ella a un perro que le hac¨ªa ruido y simula que en realidad quiso salvarlo de unos asesinos. La falta de escr¨²pulos que adorna su horrible venganza innecesaria, su mirada implacable, el modo mismo de lavarse las manos..., resulta un retrato perfecto del criminal que ese hombre lleva dentro.
Acto seguido, el personaje entra en faena contra los hombres y las mujeres que le hacen tropezar en su camino hacia el triunfo al que aspira cegado por la ambici¨®n y por el odio. Como el presidente para cuya elecci¨®n ha trabajado lo apea de su deseo irrestricto de ser secretario de Estado, y lo mantiene de jefe de su partido en la C¨¢mara de Representantes, urde un plan de sucesivos chantajes que afectan de inmediato a la tarea legislativa que ¨¦l controla. Usa los vicios de los congresistas para ponerlos a su servicio (la ¡°lealtad¡± es una palabra que usa con delectaci¨®n alevosa) y utiliza a una periodista tramposa para poner en marcha la descomposici¨®n a la que aspira. Mientras act¨²a como un chantajista que no tiene ni escr¨²pulos ni frenos, el personaje va relatando, al espectador, el desprecio que le producen sus correligionarios, a los que trata como marionetas en sus manos.
Este aspecto, que se supone que tendr¨¢ continuidad en la serie, pues es un leit motiv, tiene inconvenientes, pues del mismo modo que puede introducir al telespectador en el argumento entra?a tambi¨¦n el riesgo de alejarlo.
Mientras uno deglute esa reacci¨®n ante este artilugio, lo cierto es que sobresalen otros aspectos que convierten la nueva serie en una inquietante verificaci¨®n de lo que puede hacer la ambici¨®n pol¨ªtica (o de cualquier g¨¦nero) para convertir la venganza en un arma infernal. El pol¨ªtico (este pol¨ªtico, en concreto) es implacable en su odio. Su chantaje es una obra de artes oscuras. Quiz¨¢ el pol¨ªtico mira al telespectador en algunos momentos de la ficci¨®n porque quiere advertirnos de que no es tan imaginario lo que sugiere.
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