Buscando trabajo de cient¨ªfica en EE UU
El Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas donde trabajo ha perdido 1,208 puestos de investigaci¨®n en los ¨²ltimos 15 meses
Estoy atravesando los desiertos de Sonora y Mojave, en el sudoeste americano. Sus habitantes nativos viven en reservas indias, confinadas a regiones con pocos recursos naturales. Una independencia ficticia les permite modificar algunas leyes, haciendo que los casinos y la venta de tabaco, actividades ilegales o fuertemente reguladas en el resto de EE UU, sean la base de su precaria econom¨ªa. Pienso en Eurovegas. Pienso en esa doctora en biolog¨ªa con amplia experiencia internacional a quien el INEM sugiere un curso de crupier. Es ir¨®nico que el destino de los habitantes de estas tierras, pertenecientes a la otrora Nueva Espa?a, y nuestro destino, el de la vieja Espa?a, converjan de esta manera, en unas tragaperras.
Mi hija duerme en el asiento de al lado. Llevamos viajando desde que ella ten¨ªa 10 semanas. Para cuando regresemos a Espa?a habr¨¢ pasado, literalmente, la mitad de su vida de viaje. No son viajes de placer. Soy cient¨ªfica y estoy empleando mi baja maternal y de lactancia para buscar trabajo. Trabajo en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas y mi contrato Ram¨®n y Cajal se acaba el pr¨®ximo oto?o. Como yo hay miles de investigadores espa?oles. Sin embargo desde el Gobierno se niega sistem¨¢ticamente la existencia de una fuga de cerebros. Hace unas semanas el portavoz de I+D del PP en el Congreso, Alejandro Fern¨¢ndez, argumentaba que la fuga de cerebros es un ¡°topicazo¡± y que igual que se van cient¨ªficos de Espa?a llegan otros extranjeros. Ha de referirse a los que vienen de turismo.
Pienso en la ¨²ltima reuni¨®n que tuvimos con ¨¦l en Congreso hace unos meses y en los tres cient¨ªficos j¨®venes que est¨¢bamos presentes: uno ha emigrado a Australia; otro tiene una oferta en Brasil; yo estoy solicitando trabajos en Norteam¨¦rica y Europa. Me dan ganas de llamarle desde la pr¨®xima gasolinera; no, mejor desde el pr¨®ximo casino: ¡°?Un topicazo?¡±. El Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas ha perdido 1.208 puestos de investigaci¨®n en los ¨²ltimos 15 meses (205 en enero y febrero del 2013) y lo ¨²nico que hace el Gobierno para evitar que estos cient¨ªficos emigren es ofrecerles cursos de crupier. No gracias.
No s¨®lo se niega la evidente fuga de investigadores si no tambi¨¦n el recorte al presupuesto en I+D. Mientras que Luis De Guindos, bajo cuyo ministerio languidece la ciencia, insiste en que el presupuesto de I+D se ha incrementado un 5% en el 2013, la I+D sufre un recorte del gasto de un 13.7% este a?o, acumulando una reducci¨®n del 40% desde el 2009. De d¨®nde saca el ministro ese 5% de incremento es un misterio. O no. No en vano era un alto cargo de Lehman Brothers cuando quebr¨® en el 2008.
Pero esta negaci¨®n sistem¨¢tica de la realidad va m¨¢s all¨¢ de simples declaraciones, siendo el contexto de la nueva Estrategia de Ciencia, Tecnolog¨ªa e Innovaci¨®n. Este documento, recientemente aprobado, ni analiza ni trata de mitigar el impacto de la fuga de cerebros y el dr¨¢stico recorte presupuestario. Tampoco especifica los recursos humanos y financieros con los que contar¨¢ la I+D en los pr¨®ximos a?os. S¨ª hace una promesa: alcanzar una inversi¨®n en I+D de un 2% del PIB en el 2020, es decir, retrasar la convergencia con Europa en m¨¢s de una d¨¦cada (ya que un 2% era el objetivo para el 2010 y es la media actual en la UE-27).
Pero esta mal llamada Estrategia va m¨¢s all¨¢ de ser una recopilaci¨®n de buenos (y viejos) deseos. Quiz¨¢ siguiendo directrices de la Escuela de Econom¨ªa de Chicago, la Estrategia establece la transferencia de fondos desde la investigaci¨®n b¨¢sica en el sector p¨²blico a la innovaci¨®n en el sector privado, cometiendo un triple error. Primero, el sector privado no va a invertir en I+D de la noche a la ma?ana, cuando ni si quiera lo hizo en los a?os en que la econom¨ªa era boyante. Segundo, la innovaci¨®n no puede prosperar sin apoyarse en los resultados cient¨ªficos de la investigaci¨®n b¨¢sica. Y tercero, el Gobierno deber¨ªa tener en cuenta qu¨¦ valora nuestra sociedad, no el mercado de valores. Una sociedad que se precie no s¨®lo ha de valorar aquellas investigaciones que derivan en un beneficio financiero. ?C¨®mo poner precio al conocimiento de si hay vida en otros planetas o a la cura de una enfermedad rara?
Otra palabra que se repite mucho es la excelencia. El Gobierno defiende que los recursos limitados ayudar¨¢n a la excelencia a florecer, como si la investigaci¨®n siguiera la regla de supervivencia del m¨¢s fuerte. Si quieren seguir esa analog¨ªa darwiniana han de recordar que la investigaci¨®n, como la evoluci¨®n, no es predecible (?c¨®mo y qui¨¦n elige a los excelentes?) y no podr¨¢ prosperar en un ambiente r¨¢pidamente cambiante sin un portfolio diversificado, en particular cuando los investigadores j¨®venes mejor formados est¨¢n emigrando a otros pa¨ªses.
Por si la comunidad cient¨ªfica no tuviera suficiente con un 40% de recorte y una Estrategia de cara al futuro que muy pocos comparten, nos enfrentamos tambi¨¦n a unas reglas del juego cambiantes que merman a¨²n m¨¢s la credibilidad de la pol¨ªtica cient¨ªfica del Gobierno. Despu¨¦s de un retraso de casi un a?o, el BOE public¨® recientemente la resoluci¨®n de los proyectos de investigaci¨®n del Plan Nacional, la principal fuente de financiaci¨®n de la ciencia b¨¢sica en Espa?a. Los cient¨ªficos at¨®nitos se encontraron con que el presupuesto de sus proyectos previamente aprobados se hab¨ªa reducido sin previo aviso, incumpliendo las normas establecidas en la propia convocatoria. Seg¨²n el BOE, cada proyecto recibir¨¢ tan s¨®lo un 7% de su presupuesto aprobado durante el primer a?o, lo que imposibilita la contrataci¨®n de investigadores, estudiantes de doctorado y personal t¨¦cnico. Esto supone la paralizaci¨®n de los proyectos de investigaci¨®n. Pretender que en unos a?os se puedan retomar estos proyectos donde se dejaron es ilusorio, es como pedirle a alguien que deje de respirar por una hora.
Levanto los ojos de mi port¨¢til y veo un paisaje desolado. Un cartel anuncia un casino pr¨®ximo.
Amaya Moro-Mart¨ªn es investigadora del CSIC (programa Ram¨®n y Cajal) y promotora de la Plataforma por una Investigaci¨®n digna.
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