La resurrecci¨®n de Yuste
El obispado de Plasencia recurre a paulinos de Centroeuropa para repoblar el hist¨®rico monasterio
Pawel Stepkowski, rebautizado como Pablo, se pas¨® tres noches rezando en su celda del monasterio de Varsovia, Polonia, porque deseaba responder que ¡°no¡±. Espa?a aparec¨ªa en su mente como un pa¨ªs de tierra seca y campos amarillentos, y con una lengua desconocida. El vicario general de la orden de los paulinos, el polaco Arnold Chrapkowski, le hab¨ªa propuesto trasladarse al monasterio de Yuste, a dos kil¨®metros de Cuacos de Yuste (C¨¢ceres), que llevaba tres a?os sin monjes tras la marcha de los jer¨®nimos. Un viaje parecido al que acometiera en 1556 el emperador Carlos V, carcomido por la gota.
El s¨¦quito del padre Pawel iba a ser exiguo, a diferencia del que llevara consigo el monarca, que en Yuste pas¨® sus ¨²ltimos d¨ªas. Solo otro religioso formado en el santuario de Jasna G¨®ra, el m¨¢s visitado de Polonia (unos cinco millones de peregrinos cada a?o), y que alberga la virgen negra de Chestokowa, lo acompa?ar¨ªa en la primera importaci¨®n a Espa?a de la orden de los paulinos. Rafal Zawada, ahora padre Rafael, tambi¨¦n se lo estaba pensando. Si se decid¨ªan a hacer los 2.862 kil¨®metros del viaje, la vida les iba a cambiar ligeramente. ¡°No nos esper¨¢bamos convertirnos en estrellas¡±, dicen entre risas.
Los monjes jer¨®nimos ¡ªdedicados al silencio y a la oraci¨®n¡ª aparecen acompa?ando al rey en los cuadros de tonos solemnes que se exhiben en Yuste, de donde fueron apartados por la desamortizaci¨®n del siglo XIX. No lograron revivir como orden hasta 1925. En 1958 regresaron a Yuste. La entrada de Patrimonio Nacional en la gesti¨®n marc¨® un nuevo hito en 2004. Pero cinco a?os despu¨¦s, los jer¨®nimos decidieron marcharse al monasterio de Santa Mar¨ªa del Parral (Segovia) para reagruparse, seg¨²n Patrimonio. Ahora solo quedan all¨ª 11, los ¨²ltimos de Espa?a. En el siglo XIX eran unos mil, y ten¨ªan 46 monasterios.
Los ¨²ltimos jer¨®nimos dejaron Yuste en 2009. A mitad del siglo XIX hab¨ªa unos mil en Espa?a. Ahora solo quedan 11
¡ª?Este h¨¢bito no es de dominico! ?eh?, aclara Pawel Stepkowski acerca de sus ropajes blancos. El paulino de 42 a?os ¡ªy de hechuras s¨®lidas, ojos claros, risa f¨¢cil y alg¨²n que otro rubor¡ª no supo de la fe hasta cumplidos los 18. ¡°Me interesaban el deporte, las chicas y los bares¡±. ?l, contin¨²a, no conoc¨ªa las oraciones, ni distingu¨ªa los h¨¢bitos en su juventud en Mak¨®w Mazowiecki, la ciudad en la que una cruenta batalla entre alemanes y rusos en 1945 destruy¨® el 90% de los edificios. Proced¨ªa de una familia dividida, con una madre enferma y un padre conflictivo. ¡°Para m¨ª cada d¨ªa era maldito¡±. Lleg¨® a pensar en el suicidio. Hasta que unos ejercicios espirituales en la parroquia lo cambiaron todo. M¨¢s tarde lleg¨® la peregrinaci¨®n a Chestokowa, tambi¨¦n el punto de no retorno para Rafal Zawada. Suena el m¨®vil del padre Pablo, y es su hermano desde Polonia. Lo coge con alegr¨ªa. ¡°Tenemos Internet¡±, explica. ¡°Hablamos con los nuestros por Skype. Pero no confesamos de esta forma¡¡±.
Aquellas noches de oraci¨®n y dudas en Varsovia terminaron en un ¡°s¨ª¡±. Los dos monjes aterrizaron en Espa?a en octubre de 2011 y han pasado un a?o en la ciudad cacere?a de Plasencia aprendiendo espa?ol antes de residir en Yuste. ¡°Viv¨ªamos en un hospital¡±, rememora Pablo, refiri¨¦ndose con un toque de humor a la casa sacerdotal habitada por curas jubilados en la que se alojaron. Cada d¨ªa, estudiaban cuatro horas con una profesora ¡°mayor¡± del instituto. La comarca de la Vera result¨® ser un paisaje impresionantemente verde, algo como Polonia. ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil ha sido explicar el Evangelio como lo siento. Me faltan las palabras¡¡±, cuenta Pablo, que sin embargo habla correctamente. Los vecinos de Cuacos de Yuste (unas mil personas), donde ¨¦l y el padre Rafael celebran misa cuatro veces a la semana, los entienden. ¡°Es lo importante¡±, concluyen.
¡ªVolvamos a la lengua cat¨®lica.
El padre Pablo r¨ªe y consulta algo en polaco con Rafael. ¡°Ustedes conquistaron Am¨¦rica porque el espa?ol es un idioma m¨¢s f¨¢cil¡±, bromea. La orden paulina naci¨® en el siglo XIII y ahora tiene 50 monasterios con unos 500 monjes repartidos por Europa, Australia, Estados Unidos, Camer¨²n y Sud¨¢frica. Plasencia es puerto de paso cada verano para el aprendizaje del espa?ol de sacerdotes polacos, antes de su marcha a Latinoam¨¦rica. Esa es la raz¨®n del acuerdo entre el obispado y el santuario de Jasna G¨®ra, el cuartel general de la orden de los paulinos en todo el mundo.
Los dos monjes paulinos fichados para Yuste arribaron al monasterio el pasado 13 de febrero, mi¨¦rcoles de ceniza. Ocupan un edificio ap¨¦ndice del principal de muros melanc¨®licos que era una antigua hospeder¨ªa, con siete celdas, un refectorio, ba?os, una cocina en la que humea una sart¨¦n en la que Rafael prepara letscho (plato h¨²ngaro con pimientos, tomates y cebollas), una sala y un peque?o cuarto que han habilitado como capilla, en la que destaca un cuadro de Juan Pablo II con la reliquia de un pedazo de su casulla. Este contexto monacal contrasta con el otro, el monasterio adosado que visitaron 78.000 turistas en 2012, con el hermoso claustro, con el austero dormitorio de Carlos V, desde cuya cama el rey pod¨ªa ver la iglesia, con las balaustradas que dan al estanque cuyas aguas alimentaron a un mosquito maligno que pudo transmitir el paludismo al Habsburgo.
Seg¨²n la Conferencia Episcopal, en 2011 hab¨ªa en Espa?a 36 monasterios de monjes y 841 de monjas. Las cifras de la Confederaci¨®n Espa?ola de Religiosos indican que hay actualmente 46.527 entre hombres y mujeres en las comunidades del pa¨ªs. La diferencia entre el n¨²mero de unos y de otras es significativo: mientras que hay 10.979 religiosos, adem¨¢s de 97 novicios, ellas son 35.789 religiosas, 241 novicias.
Las mujeres y alg¨²n hombre tocado con boina van llegando hasta llenar una cincuentena de espacios en los bancos de la iglesia de la Asunci¨®n de Cuacos de Yuste. Se hace una novena por la patrona, la virgen de la Soledad. El d¨ªa fr¨ªo y lluvioso no les corta el entusiasmo, por la celebraci¨®n que se traen entre manos y por lo ¡°simp¨¢ticos¡± que son los nuevos monjes. Estos aparcan su Renault Scenic de color negro y salen a paso ligero hacia la parroquia. ¡°A m¨ª me gusta san Jos¨¦ porque no es un h¨¦roe como los de las pel¨ªculas¡±, dice el padre Rafael, de 38 a?os, en la homil¨ªa. El paulino destaca que, seg¨²n las Escrituras, san Jos¨¦ dud¨®, y estuvo a punto de decirle ¡°no¡± al mism¨ªsimo Dios. Y es que, a?ade, los santos tambi¨¦n cometen errores. ¡°Es dif¨ªcil convivir con ellos¡±, dijo burl¨®n al confesar, mirando de reojo al monje Pablo, qu¨¦ es lo que le resultaba m¨¢s complicado de su estancia en Yuste. Pablo no protest¨®: ¡°Si ya est¨¢ el dicho: ¡®Se?or, l¨ªbrame de los santos¡±, remata.
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