En cooperaci¨®n para el desarrollo, no siempre menos es m¨¢s
El apartado de ayudas internacionales ha salido especialmente perjudicado en los recortes
Altas esferas del ejecutivo espa?ol creen poco, muy poco o nada en la pol¨ªtica de desarrollo internacional. Basta comparar los recortes del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperaci¨®n con la media de recortes en todos los ministerios (54% frente 17% en 2012 y 13% frente 9% en 2013). Ninguna otra pol¨ªtica ha sufrido una reducci¨®n presupuestaria tan acusada como la ayuda oficial para el desarrollo, que ha pasado de 4.728 millones de euros en 2009 a 2.049 millones previstos para 2013, un descenso del 78% o de 3.680 millones de euros; de los cuales, dicho sea de paso, 1.940 corresponden al mandato del Partido Popular.
Pero a nadie sorprende realmente este descalabro. Unos alegan causas mayores: no hay alternativa, o recortamos cooperaci¨®n o habremos de recortar en hospitales (sic); otras destacan la tendencia conservadora, poco dada a los actos solidarios, del partido que gobierna; un tercer grupo observa que, habi¨¦ndose esfumado la cooperaci¨®n al desarrollo de las proclamas de movimientos sociales ¨C demasiado lejos quedan acampadas y campa?as pro 0,7 ¨C, es muy leve el coste electoral de abandonar esta pol¨ªtica. Lo que sorprende, por parad¨®jico, es constatar donde se han dirigido los recortes de la ayuda espa?ola. Si se trataba de llevar a cabo una profunda renovaci¨®n de la pol¨ªtica de cooperaci¨®n, concentrar esfuerzos en ¨¢reas coste-efectivas y de alto valor a?adido ¨C y as¨ª, de paso, demostrar a los gobernantes poco profanos el elevado retorno de las inversiones de ayuda ¨C las teclas que suenan no est¨¢n en sinton¨ªa.
Las inversiones de I+D relacionadas con el desarrollo internacional (principalmente con la salud pero tambi¨¦n con otras ¨¢reas como la agricultura) han ca¨ªdo estrepitosamente. Lo que anta?o fuera uno de los activos de la cooperaci¨®n espa?ola, el apoyo estrat¨¦gico a Partenariados para el Desarrollo de Productos (PDP), asociaciones cient¨ªficas sin ¨¢nimo de lucro concebidas para acelerar la investigaci¨®n de herramientas biom¨¦dicas eficaces y universalmente accesibles que permitan mitigar el impacto de enfermedades como el VIH/sida, la malaria o la tuberculosis, se ha desvanecido por completo. Como se ha desvanecido la apuesta p¨²blica para fomentar los grupos de ¨¢mbito estatal cuyos prometedores productos en investigaci¨®n podr¨ªan resultar vitales para personas de pa¨ªses en desarrollo. Es reveladora la tendencia que recoge la ¨²ltima edici¨®n del prestigioso informe G-FINDER sobre Investigaci¨®n y Desarrollo en Enfermedades Olvidadas de 2012: mientras que en el a?o 2008 el Estado espa?ol ocupaba el s¨¦ptimo puesto en el ranking de donantes p¨²blicos, con una inversi¨®n de 26.7 millones de d¨®lares, en 2011 ya no est¨¢ en la lista, desaparece directamente del mapa de donantes.
Y no es solo cuesti¨®n de visibilidad. Las actuaciones en el campo de la I+D son eficaces y tienen un impacto elevado en el mundo en desarrollo: con una inversi¨®n relativamente moderada el descubrimiento de una vacuna contra la malaria o de nuevos tratamientos para la tuberculosis, por ejemplo, mejorar¨ªan la esperanza y calidad de vida de millones de personas y significar¨ªan un ahorro significativo para las arcas p¨²blicas de pa¨ªses donantes y en desarrollo. Sin olvidar, adem¨¢s, que estas enfermedades son (o pueden ser) una emergencia sanitaria para el Norte y que, por lo tanto, promover el desarrollo de estas herramientas biom¨¦dicas no es solo cuesti¨®n de solidaridad internacional sino de salud, y de seguridad, en clave dom¨¦stica. O que la cooperaci¨®n espa?ola podr¨ªa facilitar (que no condicionar) conexiones entre iniciativas internacionales como los PDP y los centros de investigaci¨®n basados en Espa?a que prueben ventajas comparativas a nivel cient¨ªfico y alineamiento con los est¨¢ndares de la cooperaci¨®n para el desarrollo.
Un curso semejante est¨¢ viviendo la ayuda multilateral, que parece pagar los platos rotos de anteriores gobiernos. Hasta cierto punto se entienden las cr¨ªticas a la falta de concentraci¨®n y de selecci¨®n estrat¨¦gica en las aportaciones multilaterales del pasado. Entre 2004 y 2009 la ayuda multilateral creci¨® alrededor del 60% y decenas de agencias de las Naciones Unidas y de iniciativas de car¨¢cter global se beneficiaron de fondos de la cooperaci¨®n espa?ola; tendencia que algunos atribuyen a la necesidad de ejecutar una cantidad desbordante de recursos. Sin embargo, lo que hab¨ªa de ser una magn¨ªfica oportunidad para evaluar el impacto real de estas inversiones y concentrar los esfuerzos en aquellas instituciones con mayor valor a?adido, ha desencadenado la absoluta desaparici¨®n de las aportaciones voluntarias a organismos multilaterales, o al menos esto es lo que indica el presupuesto de 2013.
Ni siquiera el compromiso p¨²blico del ministro Garc¨ªa-Margallo garantiz¨® en 2012 la materializaci¨®n de las contribuciones al Fondo Global de Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis o al Programa Global para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria. Una falta de predictibilidad que poco ayuda, sin duda, a mejorar la imagen exterior del Estado espa?ol. Una inmejorable oportunidad perdida para optimizar su perfil internacional. Porque si la cooperaci¨®n para el desarrollo es una herramienta como pocas para demostrar al mundo que un pa¨ªs es responsable y est¨¢ comprometido con los retos globales, la ayuda multilateral supone una plataforma extraordinaria para sentarse en la mesa de los mayores, codearse con las potencias del sistema, y estar presente en los foros y reuniones donde oficial o extraoficialmente se toman decisiones de calado. Y esto que permite, al mismo tiempo, ahorrar costes administrativos asegurando un impacto elevado de las actuaciones en el mundo en desarrollo por la m¨¢s que probada efectividad de muchos organismos multilaterales.
En tanto que se supone complicado convencer a las altas instancias del Gobierno de que la ayuda cuenta, y mucho, no parece la opci¨®n m¨¢s inteligente menoscabar las inversiones con mayor retorno, aunque ¨¦ste sea intangible y no necesariamente econ¨®mico a corto plazo. Ambas l¨ªneas de actuaci¨®n, I+D y ayuda multilateral, pueden ser los adalides de una renovada pol¨ªtica de desarrollo, una pol¨ªtica enfocada a la eficacia y con el potencial, seg¨²n dicen, de ser referente en el cambiante sistema de cooperaci¨®n internacional. Otra cosa, ahorrar inversiones en estas ¨¢reas estrat¨¦gicas, puede salir muy caro a medio y largo plazo y condenar a la cooperaci¨®n espa?ola, a la mera irrelevancia en el panorama internacional.
Ernest Aibar i Molano es polit¨®logo, especializado en Relaciones Internacionales, y consultor asociado en Innovaci¨®n para el Desarrollo Social (iDS).
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