El ¡®narco¡¯ intenta imponer la ¡®omert¨¤¡¯
Decenas de periodistas son asesinados cada a?o en pa¨ªses como M¨¦xico y Honduras Los expertos alertan sobre una creciente autocensura
Las balas no solo agujerean huesos y carne. Tambi¨¦n horadan el alma. ¡°El crimen organizado, en mi caso, s¨ª gan¨® la batalla¡±, escribi¨® en su cuenta de Facebook el administrador de Valor por Tamaulipas, una plataforma desde la que un usuario an¨®nimo denuncia la impunidad de los narcotraficantes que siembran el terror en su regi¨®n. Su derrota consiste en haber tenido que exiliar a su familia. Le han impuesto la ley del silencio, una omert¨¤ a la mexicana, pero ¨¦l sigue actualizando su p¨¢gina. Es el d¨ªa a d¨ªa de muchos informadores en este pa¨ªs. ¡°En el hotel x es frecuente la presencia de dos halcones ¡ªinformadores del narco¡ªpor las escaleras de emergencias que molestan a los hu¨¦spedes¡±, report¨® mientras se escrib¨ªa este art¨ªculo.
El crimen organizado ordena ejecuciones, secuestra, extorsiona, cobra derechos de piso (el de ser y estar) y se preocupa por lo que se dice y se escribe sobre ¨¦l. Funge como un departamento de comunicaci¨®n del hampa. La libertad de expresi¨®n es una quimera en parte del territorio de M¨¦xico y Am¨¦rica central en el que opera el narcotr¨¢fico. En Tamaulipas, al norte de M¨¦xico, los pocos periodistas for¨¢neos que entran no suelen pasar all¨ª m¨¢s de 24 horas y los locales escriben mayoritariamente sobre programas sociales calcados de notas de prensa gubernamentales y loan la producci¨®n de chile verde, al parecer m¨¢s en auge que nunca. Las bandas balacean fachadas de medios de comunicaci¨®n, como hace unos d¨ªas la del peri¨®dico Mural en Guadalajara, secuestran el n¨²mero completo de una publicaci¨®n si no les gusta la portada, llaman a reporteros para intimidarlos en mitad de la noche y a trav¨¦s de estas y otras pr¨¢cticas consiguen lo que m¨¢s r¨¦dito les proporciona: la autocensura.
David Mart¨ªnez-Amador, profesor guatemalteco especializado en la etnograf¨ªa del crimen organizado, sostiene que la verdadera informaci¨®n sobre los carteles permanece en la sombra porque no se puede hacer una buena investigaci¨®n sobre el terreno. Lo que m¨¢s aprecian los delincuentes es el anonimato y purgan a quien no lo respete. ¡°Vetan a periodistas. Ellos deciden qui¨¦n puede estar en su territorio. Al que se desv¨ªa del camino le mandan mensajes intimidatorios o definitivos¡±, se?ala. En noviembre de 2008, a El Choco, como conoc¨ªan a Armando Rodr¨ªguez, periodista de Ciudad Ju¨¢rez, lo balacearon cuando sal¨ªa de su domicilio. Los colegas de profesi¨®n sostienen que muchos de sus textos alimentaron pel¨ªculas y libros sobre la ciudad, internacionalmente conocida por los asesinatos impunes de mujeres. Su nombre nunca apareci¨® en los cr¨¦ditos.
Estas amenazas consiguen que la informaci¨®n que se encuentra en los medios sobre la violencia no muestre la foto completa de la realidad, sino apenas una peque?a parte de la misma. El 70% de las noticias no pasan de ofrecer los datos m¨¢s superficiales. Lo que Mart¨ªnez-Amador llama la nota del horror. Cuatro ejecutados aqu¨ª, siete decapitados all¨¢. Se limitan a contar el hecho sin darle contexto. ¡°No es casualidad que sigamos manejando los mismos nombres de grandes narcotraficantes desde hace 40 a?os. ?No ha habido m¨¢s? En la prensa encontramos la reproducci¨®n de lo que han filtrado las agencias de inteligencia, principalmente la de Estados Unidos, a estudiosos o think tanks, pero como no podemos corroborarlo in situ, no podemos saber realmente la verdad¡±, a?ade. En estos casos, uno hace m¨¢s de antrop¨®logo que de periodista.
Hay quien ha optado por tirar la toalla. El peri¨®dico el Z¨®calo de Saltillo anunci¨® en marzo que dejar¨ªa de cubrir las noticias relacionadas con el narcotr¨¢fico para proteger la vida de sus trabajadores. La gota que colm¨® el vaso lleg¨® en forma de las narcomantas que los delincuentes colgaron en puentes peatonales de las tres ciudades en las que se distribuye la publicaci¨®n, Saltillo, Monclova y Piedras Negras. En ellas amenazaban directamente al director.
A otros se les ha impuesto el silencio a la fuerza. El director de un portal de noticias de Ojinaga, un peque?o municipio en la frontera con Estados Unidos, fue acribillado a balazos a principios de a?o mientras charlaba con el taquero de un puesto callejero. ¡°Muy probablemente esta sea nuestra ¨²ltima noticia¡±, conclu¨ªa la nota con la que la web contaba el asesinato de su coordinador. ¡°Este sitio ha sido suspendido, favor de regresar m¨¢s tarde¡±, se lee en la p¨¢gina cuando se intenta acceder a ella. Ese m¨¢s tarde significa m¨¢s bien nunca, que es otra forma de dar el avi¨®n, como se dice en M¨¦xico a postergar algo indefinidamente.
En los dos ¨²ltimos sexenios ¡ªlos seis a?os presidenciales¡ª han muerto 72 periodistas y de 15 no se ha vuelto a saber nada. Art¨ªculo 19, una organizaci¨®n que trabaja por la libertad de expresi¨®n, detall¨® en uno de sus ¨²ltimos informes que no es posible decir con certeza qui¨¦n los mat¨® o los hizo desaparecer porque las autoridades no han investigado lo suficiente. Era algo que ya ven¨ªa pasando. Hace ya m¨¢s de 20 a?os asesinaron a un periodista de Tijuana, H¨¦ctor F¨¦lix Miranda, El Gato F¨¦lix, cofundador del semanario Zeta, especializado en investigar el crimen organizado. A¨²n hoy el peri¨®dico dedica cada cierto tiempo una p¨¢gina completa a exigir justicia y dan nombre y apellidos de quien se cree que orden¨® el asesinato.
¡°La impunidad es el gran problema. Matar a un informador no cuesta nada. Nadie va a investigar con profesionalidad y es muy poco probable que agarren al culpable¡±, reflexiona Dar¨ªo Ram¨ªrez, director de Art¨ªculo 19 en la zona. En 2012, se registraron 207 agresiones contra periodistas, trabajadores de la prensa e instalaciones de medios de comunicaci¨®n. En total, siete periodistas muertos. En lo que llevamos de a?o van por el mismo camino: un asesinato, un secuestro y m¨¢s de 50 ataques, 19 de ellos vinculados directamente con el crimen organizado.
Esa palabra y otras como narcotr¨¢fico y asesinato se han ido esfumando en 2013 de la prensa del Distrito Federal y de los noticieros de televisi¨®n en abierto. Su presencia se ha reducido en un 50% respecto al a?o pasado. El n¨²mero de homicidios sin embargo se mantiene estable, m¨¢s de 1.000 al mes. El Observatorio de Acuerdo de Medios cree que esto se debe a que el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto ha dejado de hablar de la guerra del narcotr¨¢fico, un tema recurrente del anterior presidente Felipe Calder¨®n, y a que la nueva Administraci¨®n ha dejado de exhibir a los detenidos en ruedas de prensa, lo que significa menos portadas de peri¨®dicos con este tema.
Veracruz, en la costa mexicana, ha sido un lugar especialmente conflictivo para la prensa en los ¨²ltimos tres a?os. Nueve periodistas asesinados y tres desaparecidos, el ¨²ltimo de ellos Sergio Landa, en paradero desconocido desde el 22 de enero. Hay que sumar la veintena que se ha ido. El caso con mayor repercusi¨®n fue el crimen de Regina Mart¨ªnez, una veterana periodista de la revista Proceso. El compa?ero que investiga el caso, Jorge Carrasco, ha recibido amenazas e intimidaciones. Hay un hombre analfabeto condenado a 38 a?os de c¨¢rcel por su asesinato, El Silva, que confes¨® el crimen, pero que despu¨¦s asegur¨® que lo hizo bajo tortura. El premio que la Asociaci¨®n Mexicana de Editores de Peri¨®dicos (AME) otorg¨® al gobernador de ese Estado, Javier Duarte, por su compromiso con la libertad de expresi¨®n, indign¨® a muchos en el gremio.
En el norte del pa¨ªs la situaci¨®n adquiere igualmente tintes dram¨¢ticos. En febrero fueron secuestrados cinco empleados de El Siglo de Torre¨®n, un peri¨®dico de Coahuila. Fueron liberados 24 horas m¨¢s tarde, pero el edificio del peri¨®dico fue atacado por comandos hasta en tres ocasiones durante la siguiente semana. El trabajador de una f¨¢brica cercana que pasaba por all¨ª muri¨® v¨ªctima de una bala perdida. Ese Estado est¨¢ a la cabeza de las intimidaciones a la prensa. Las instalaciones de El Diario, donde trabajaba El Choco, y el Canal 44, en Ciudad Ju¨¢rez, tambi¨¦n fueron balaceadas.
La organizaci¨®n Art¨ªculo 19 lamenta en su informe el escaso inter¨¦s de las autoridades por encontrar a los culpables: ¡°La impunidad con la que operan los agresores de la prensa fomenta los ataques contra la libertad de expresi¨®n e impone el silencio a los medios de comunicaci¨®n como pol¨ªtica editorial¡±, se?ala el documento.
En medio de este contexto, el jefe de polic¨ªa de Ciudad Ju¨¢rez, Juli¨¢n Leyzaola, afirm¨® hace unas semanas, en unas declaraciones recogidas por la prensa local, que algunos medio son ¡°puntos negros¡± y que ¡°lo ¨²nico que est¨¢n haciendo es que ellos mismo construyan su propia tumba¡±.
La pandemia se expande hacia el sur del continente. Fidelina Sandoval fue tiroteada este mismo mes cuando estaba a punto de cruzar un bulevar para llegar a los estudios de Globo tv, una televisi¨®n hondure?a.
La periodista, que afortunadamente sali¨® ilesa, ha cubierto el proceso de depuraci¨®n que el Gobierno est¨¢ llevando a cabo en la polic¨ªa, despu¨¦s de que se conociera que un pu?ado de agentes estuvo involucrado en el asesinato de Rafael Alejandro Vargas Castellanos, el hijo de la rectora de la universidad aut¨®noma del pa¨ªs. Era un universitario de 23 a?os que fue asesinado junto a otro amigo en octubre de 2011. El repudio de la sociedad hondure?a ante este crimen fue similar al de la mexicana tras el asesinato del hijo de Javier Sicilia, que escribi¨® sus ¨²ltimos versos y abandon¨® la poes¨ªa temporalmente despu¨¦s de la p¨¦rdida.
?Tendr¨¢ que ver con este asunto el atentado contra Sandoval? ?La quisieron matar o solo pretend¨ªan asustarla? ?O ser¨¢ por aquello que reporte¨® sobre el conflicto agrario en el valle del bajo Agu¨¢n? No lo sabe y no tiene muchas expectativas de llegar a averiguarlo. El ¨ªndice de impunidad del delito es del 89% en el pa¨ªs. ¡°Hay tantos frentes abiertos que est¨¢ imposible acertarle¡±, se?ala la propia Sandoval.
En los ¨²ltimos tres a?os, tiempo que comprende el Gobierno de Porfirio Lobo, han fallecido de manera violenta 33 periodistas en Honduras, seg¨²n los datos que recoge el Comit¨¦ para la Libertad de Expresi¨®n (Clibre). La violencia que rodea la profesi¨®n es tal, que los profesionales reconocen que ha terminado por desvirtuar el oficio. ¡°Se hace un periodismo acomodado, sin apenas investigaci¨®n, timorato¡±, explica Miriam Elvir, miembro del comit¨¦. Otro de los problemas es el sobre con dinero que reciben algunos informadores de distintas fuentes interesadas. ¡°Se obedece absolutamente la l¨ªnea editorial de cada medio y se da por bueno lo que dicen algunas fuentes¡±, a?ade.
La llegada a Centroam¨¦rica de Los Zetas, un cartel mexicano fundado por desertores del Ej¨¦rcito, dispar¨® todo tipo de especulaciones sobre un nuevo orden criminal. Los expertos creen que, de todos modos, las pandillas siguen dominando el territorio y las c¨¢rceles.
El periodista ?ngel Sas, de 28 a?os, descubri¨® la forma en la que unos zetas hab¨ªan conseguido armas del Ej¨¦rcito guatemalteco. Tras publicarlo en el peri¨®dico en el que trabajaba, le amenazaron de muerte por tel¨¦fono. Se fue unos d¨ªas a Costa Rica hasta que se calmara la situaci¨®n y al regresar abandon¨® durante un tiempo el periodismo. ¡°Ac¨¢ el narco no es tan violento, pero es traicionero¡±, reflexiona el ahora reportero del peri¨®dico Prensa Libre. Recuerda cuando le invitaron a pasar unos d¨ªas en la finca de un traficante del cartel de Sinaloa, una costumbre muy del colombiano Pablo Escobar, que reun¨ªa en su hacienda a informadores, pol¨ªticos y militares colombianos. Sas lo rechaz¨® porque, aunque la propuesta resultaba tentadora, supon¨ªa establecer lazos indeseables.
El reportero pide que la gente se acuerde sobre todo de los periodistas de interior, los que trabajaban en las provincias alejadas de las capitales, que son en ¨²ltima instancia los que m¨¢s se tienen que verse cara a cara con el crimen organizado.
Samuel Gonz¨¢lez, profesor de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) experto en seguridad, incide en la gravedad del problema de la autocensura. En su opini¨®n, es lo mismo que sucedi¨® con la mafia italiana en Sicilia, que se ocupaba de que no se publicara nada sobre sus actividades. ¡°En Nuevo Laredo, Monterrey, Sinaloa, Michoac¨¢n y la misma Tamaulipas los propios profesionales se imponen el silencio porque existe el riesgo real de que los maten. No son amenazas gratuitas¡±, explica. Se?ala a Los Zetas como unos expertos en aplicar este tipo de censura. ¡°La lucha contra la delincuencia tiene que ver con que los periodistas puedan ejercer su libertad de expresi¨®n. Las personas tienen que tener derecho a hablar libremente y a estar informados. Y ese derecho no existe ahora mismo en determinados sitios¡±, se explaya.
A diario, al acercarse al quiosco o a los sem¨¢foros, uno se encuentra con la prensa popular, la que vale cinco pesos (30 c¨¦ntimos de euro). Est¨¢ llena de im¨¢genes de hombres decapitados, colgados en puentes o descuartizados en bolsas de basura, pero por lo general no incluye ni una l¨ªnea con los nombres de los verdaderos culpables. El crimen organizado se ha especializado en propagar un espeso humo sobre la informaci¨®n que le incumbe. Y hay territorios en los que ese humo amanaza con ahogar completamente la libertad de expresi¨®n.
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