La prensa brit¨¢nica reta a Cameron y crea su propio ¨®rgano regulador

Tras varias semanas estudiando el nuevo sistema de regulaci¨®n de la prensa pactado por los tres grandes partidos pol¨ªticos, la prensa brit¨¢nica ha decidido rechazarlo y ha anunciado el lanzamiento de su propio organismo de autorregulaci¨®n. Aunque se basa en la C¨¦dula Real propuesta en marzo por el Gobierno del primer ministro David Cameron y mantiene algunos de sus puntos fundamentales, la gran diferencia es que la prensa tendr¨ªa derecho a estar directamente representada en los organismos de gesti¨®n del nuevo regulador, se suprime la capacidad del Parlamento de modificar las reglas de juego y se suprime el derecho del regulador a ¡°dirigir¡± la manera en que se publican las notas de rectificaci¨®n.

La maniobra, que constituye un reto directo a la autoridad del primer ministro y un desaf¨ªo a los tres grades partidos, cuenta con el apoyo espec¨ªfico de cuatro grandes grupos editoriales: News International (editora entre otros de The Times y The Sun), Telegraph Media Group, Associated Newspapers (Daily Mail), Trinity Mirror y Express Newspapers. Ni The Guardian ni The Independent se han sumado a la iniciativa, pero tampoco la han rechazado frontalmente y podr¨ªan acabar dando su apoyo, quiz¨¢s negociando algunos de los t¨¦rminos de la propuesta.

Los impulsores del nuevo modelo de autorregulaci¨®n sostienen que su propuesta conserva la esencia de la C¨¦dula Real propuesta por el Gobierno, pero sin la injerencia pol¨ªtica que a su juicio amenaza 300 a?os de libertad de prensa.

La reacci¨®n del Gobierno y de los partidos pol¨ªticos ha sido cauta, limit¨¢ndose a recordar que hay un acuerdo de las tres grandes formaciones para poner en marcha un nuevo sistema de regulaci¨®n y que lo importante es que este empiece a funcionar cuanto antes. Sin embargo, el grupo de presi¨®n Hacked Off, que representa a muchos de los personajes que fueron espiados por el tabloide News of The World, el esc¨¢ndalo que acab¨® forzando la reforma del sistema de autorregulaci¨®n de la prensa, ha puesto el grito en el cielo.

Los diarios proponen tambi¨¦n que el nuevo regulador se cree a trav¨¦s de una C¨¦dula Real y mantienen algunos de los aspectos m¨¢s destacados de la propuesta del Gobierno, que se basa en las conclusiones a las que lleg¨® el juez Leveson tras llamar a declarar a cientos de testigos entre afectados por las escuchas y representantes de la prensa. Entre los aspectos que se mantienen figura el hecho de que el regulador se apoye en una C¨¦dula Real que garantice su independencia frente a industria y pol¨ªticos, la posibilidad de imponer multas de hasta un mill¨®n de libras (1.186.000 euros) por las infracciones m¨¢s graves o el derecho del regulador a investigar las quejas contra la prensa. Y a?ade la posibilidad de que el p¨²blico participe en la creaci¨®n del c¨®digo de buenas pr¨¢cticas de diarios y revistas.

Sin embargo, modifica la propuesta del Gobierno en aspectos cruciales. El m¨¢s pol¨¦mico es el hecho de que los diarios s¨ª podr¨¢n estar representados directamente en los ¨®rganos de gesti¨®n del nuevo regulador, incluidos los directores de los diarios. Los futuros cambios en la regulaci¨®n, que el Gobierno deja en manos del Parlamento con el apoyo de dos tercios de la c¨¢mara, quedar¨ªan ahora sujetos al acuerdo un¨¢nime de un llamado ¡°panel de reconocimiento¡±, del consejo de administraci¨®n del regulador y de la propia industria. Adem¨¢s, el regulador no tendr¨¢ derecho a ¡°dirigir¡± c¨®mo se publican las rectificaciones, aunque s¨ª podr¨¢ ¡°requerir¡± su publicaci¨®n.

El Gobierno y los partidos deben ahora decidir c¨®mo afrontan la maniobra de los grandes diarios. Si buscan una soluci¨®n intermedia y pactar un sistema que tenga el apoyo de la industria, ser¨¢ acusado de rebajarse ante la presi¨®n y deso¨ªr las recomendaciones del juez Leveson. En teor¨ªa pueden no hacer nada. Su propuesta inclu¨ªa la posibilidad de que cada diario decida si se adhiere o no al sistema de regulaci¨®n, con el condicionante de que los que no lo hagan se arriesguen al pago de ¡°sanciones ejemplares¡± por sus abusos. Pero un sistema que excluye a la inmensa mayor¨ªa de la prensa (y a todos los que suelen abusar) es en s¨ª mismo in¨²til. Y el concepto mismo de ¡°multas ejemplares¡± solo a los que no se acojan a un sistema voluntario suscita considerables dudas sobre su legalidad.