As¨ª funciona la cocina de las encuestas
La crisis, el descontento social y la ausencia de elecciones hacen de los sondeos material informativo de primer orden Las empresas defienden sus m¨¦todos frente a las acusaciones de manipulaci¨®n
A nadie le gusta verse mal en el espejo. Sobre todo, a quienes viven de la imagen que los dem¨¢s tienen de ellos, de su capacidad de convicci¨®n, de la confianza que generan. Por eso, algunos pol¨ªticos llevan meses agarr¨¢ndose unos cabreos de campeonato con las encuestas. Salen feos. Antip¨¢ticos. Poco o nada valorados hasta por sus partidarios. En p¨²blico, suelen declarar que es normal que la gente est¨¦ enfadada, con la que est¨¢ cayendo, y que toman nota. Pero algunos, en privado, arremeten contra estos estudios. Dicen que no se los creen. Que est¨¢n mal hechos. Manipulados. Pagados por el adversario. Cocinados. Que el espejo est¨¢ trucado. Las empresas del sector, por su parte, defienden su cocina, sin cursiva, arguyendo que no es m¨¢s que la aplicaci¨®n de sus m¨¦todos de tratamiento de datos para intentar reflejar lo m¨¢s fielmente posible una opini¨®n p¨²blica dif¨ªcil de captar en una foto fija.
Con la crisis arreciando, el clima de descontento social, y la ausencia de citas electorales en el horizonte, las encuestas cobran un creciente inter¨¦s informativo. Este mes, la difusi¨®n sucesiva de varios estudios de opini¨®n se ha convertido en noticia de primera. La de Metroscopia para EL PA?S, publicada el 2 de mayo, certificaba la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta del PP y el desplome del PSOE en la Comunidad de Madrid. Dos d¨ªas despu¨¦s, el bar¨®metro de abril del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) constataba la ca¨ªda de la expectativa de voto de los dos grandes partidos en toda Espa?a en provecho de IU y UPyD. Ayer mismo, el sondeo de mayo de Metroscopia para este diario mostraba un hundimiento a¨²n mayor del bipartidismo. En sus declaraciones, tanto populares como socialistas tratan de agarrarse, sin embargo, a la lectura m¨¢s favorable para ellos. Los populares, al hecho de que le separan 5,8 puntos del PSOE (seg¨²n el CIS). Los socialistas, a que, seg¨²n el dato de su intenci¨®n de voto directo, sin la cocina de los expertos, su debacle no es tan desastrosa. Oy¨¦ndolos, parece que todos ganan, o al menos pierden menos que el contrario, como en las noches electorales.
Los expertos imputan a los indecisos una opci¨®n de voto seg¨²n distintas variables
Si Mariano Rajoy o Alfredo P¨¦rez Rubalcaba pasaran unas horas en el call center de Metroscopia, se dar¨ªan un buen ba?o de realidad. ¡°?Rajoy? Me merece poca confianza, se ha equivocado y de sabios es rectificar, pero no lo hace¡±. ¡°?Rubalcaba? Ninguna confianza, su jefe nos llev¨® a lo que ahora tenemos, y ¨¦l no reacciona¡±. Desde su mesa de control, la responsable de la sala escucha y supervisa las conversaciones de los 40 hombres y mujeres diversos ¡ªse ven desde se?oras maduras, a inmigrantes, hasta alg¨²n joven de familia bien en su primer trabajo remunerado¡ª que entrevistan, por un sueldo de unos 800 euros, a las 1.000 personas que forman la muestra de la encuesta que realizan entre hoy y ma?ana. Marcan tel¨¦fonos elegidos aleatoriamente hasta completar una serie de cuotas ¡ªsexo, edad, tama?o del municipio¡ª que conformen una lista representativa. Son las cuatro de la tarde. Mucha gente no est¨¢ en casa. Algunos requeridos rechazan la propuesta con la voz pastosa de la siesta. Pero la mayor¨ªa acepta dedicar cinco minutos a expresar sus opiniones. Hoy, los encuestados le est¨¢n dando fuerte al Gobierno. Y a la oposici¨®n.
¡°Hoy m¨¢s que nunca la gente tiene ganas de hablar, de que se la escuche, de ser tenida en cuenta¡±, dice Jos¨¦ Juan Toharia, de 70 a?os, soci¨®logo, periodista y presidente de Metroscopia. Toharia lleva m¨¢s de 25 a?os haciendo encuestas y presume de conocer la trastienda de un oficio que, ¡°m¨¢s que una ciencia, es casi artesan¨ªa, un arte de estimaci¨®n en el que juega tanto tu conocimiento, como tu interpretaci¨®n y tu experiencia¡±. ¡°Trabajamos con un material muy delicado y sensible: personas y opiniones. Lo que la buena gente te quiere decir sobre lo que cree que va a hacer¡±, explica. ¡°Y la gente no suele mentir, pero puede cambiar de opini¨®n, y no te lo dice todo. Te responde a lo que le preguntas. Esa es la clave: la pregunta. A preguntas tontas, respuestas tontas. A preguntas sesgadas, respuestas sesgadas¡±. Por eso, la confecci¨®n y redacci¨®n del cuestionario son para ¨¦l, con la representatividad de la muestra, y la profesionalidad tanto del encuestador como del equipo que trata los datos, los ingredientes necesarios para elaborar una buena encuesta.
?Y la famosa cocina? Tanto Toharia, como Narciso Michavila, presidente de la empresa de an¨¢lisis demosc¨®pico Gad 3, con 10 a?os de experiencia en el mercado, y Bel¨¦n Barreiro, exdirectora del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas y fundadora de MyWord, una nueva firma de estudios online, precisan que los fogones solo se aplican a las encuestas sobre intenci¨®n de voto. Esas que preguntan a la gente qu¨¦ votar¨ªa si hubiera elecciones ma?ana, aunque falten, como ahora, dos a?os para las generales. En ese caso, los datos brutos ¡ªlo que el CIS denomina voto directo¡ª son muy poco fiables. Solo representan el n¨²cleo duro de cada opci¨®n. El ¡°no sabe, no contesta¡± del ¨²ltimo bar¨®metro del CIS, por ejemplo, fue de 21,5%. El voto en blanco, casi el 10%. La abstenci¨®n, del 22,7%. La cocina consiste en interpretar esos silencios y tratar de aproximarse al resultado real.
Barreiro: interpretar datos requiere ¡°intuici¨®n, olfato y un punto de apuesta¡±
Ah¨ª es donde entra el librillo de cada maestrillo. ¡°Es lo que los americanos llaman orde?ar los datos. Y ah¨ª no hay algoritmo que valga, o si lo hay, sirve tanto como el excel ese que nos ha llevado a la ruina¡±, bromea Toharia. Michavila, al que no le molesta en absoluto el t¨¦rmino cocina, ¡°porque se trata exactamente de eso, de guisar los datos con tu receta particular¡±, est¨¢ de acuerdo en que no hay una ¨²nica f¨®rmula. Y, aunque Barreiro habla de ¡°modelos de estimaci¨®n de voto¡±, sit¨²a a la ¡°intuici¨®n, el olfato, y un punto de apuesta¡± como parte fundamental del resultado de sus trabajos.
Lo que hacen los expertos es imputar a los indecisos una opci¨®n de voto bas¨¢ndose en determinadas variables y combin¨¢ndolas. Por ejemplo: lo que los encuestados recuerdan que votaron en elecciones anteriores, y el resultado real de las mismas, que no siempre coinciden. La fidelidad tradicional del votante de cada partido. La actualidad pol¨ªtica, econ¨®mica y social. Y, sobre todo, su conocimiento del votante aut¨®ctono, al que est¨¢n continuamente preguntando mediante miniencuestas, bien sea remuneradas o de oficio, para no perderles la pista. Metroscopia, que realiza un sondeo semanal, mantiene unas 100.000 entrevistas telef¨®nicas con otras tantas personas al a?o. Michavila, responsable de Gad 3, incluye, previo acuerdo con sus clientes, preguntas sobre intenci¨®n de voto en casi todos sus estudios y tiene ¡°siempre una oreja pegada en la calle¡±. Barreiro que, como todos, dispone del archivo del Instituto Nacional de Estad¨ªstica y del CIS, un¨¢nimemente respetados por los profesionales, habla del ojo demosc¨®pico: ¡°Aprendes a coger las mentiras del votante, sus poses, sus costumbres; digamos que les ves venir¡±.
Con todos esos elementos, los soci¨®logos emiten su dictamen: una toma de temperatura del estado de ¨¢nimo de la sociedad en un momento determinado. Por eso usan palabras relacionadas con la climatolog¨ªa: bar¨®metro, oleada, term¨®metro. Al presidente de Metroscopia, hermano del meteor¨®logo Manuel Toharia, no le disgusta el s¨ªmil. ¡°S¨ª, somos como hombres del tiempo¡±, admite. No siempre aciertan, a veces fallan estrepitosamente, pero sus pron¨®sticos le interesan a todo el mundo. De ah¨ª su ¨¦xito. Desde que George Gallup predijo en 1936 la victoria de Roosevelt en las elecciones norteamericanas usando una base demogr¨¢fica peque?a pero representativa, el uso de las encuestas no ha hecho m¨¢s que crecer. Partidos pol¨ªticos, universidades, Administraciones, medios de comunicaci¨®n, empresas, ONG..., cualquiera que tenga algo que vender o quiera conocer c¨®mo est¨¢ el patio social para actuar en consecuencia est¨¢n, en principio, dispuestos a pagar por ellas. A raz¨®n de unos 10 euros por cada entrevista telef¨®nica de las 600 a 1.000 que suelen comprender un sondeo, o los 3.000 euros de un grupo de discusi¨®n sobre un tema determinado.
Michavila: ¡°Todas las encuestas son verdaderas si publicas al lado la pregunta¡±
El sector movi¨® en Espa?a 505 millones de euros en 2011, seg¨²n la Asociaci¨®n de Empresas de Investigaci¨®n de Mercados y Opini¨®n P¨²blica (Aneimo), que agrupa a las grandes firmas, la mayor¨ªa multinacionales, del gremio. Porque estas firmas no son ONG ni entidades sin ¨¢nimo de lucro empe?adas en descubrir la verdad social. Sus estudios los pagan sus clientes. Interesados, en principio, en conocer la opini¨®n de la sociedad respecto a un tema determinado. Pero no siempre, o casi nunca, solo en eso. De ah¨ª es donde, seg¨²n los profesionales, pueden venir las presiones para dirigir o manipular los datos de las encuestas en un determinado sentido. Ya se ha dicho que a todo el mundo le gusta salir guapo en las fotos.
¡°La opini¨®n p¨²blica es informaci¨®n en s¨ª misma, un servicio p¨²blico, una forma de conocimiento, un modo de conseguir una sociedad con m¨¢s criterio, m¨¢s cr¨ªtica y m¨¢s libre, pero muy pocos quieren pagar por conocerla tal cual es¡±, sostiene Jos¨¦ Juan Toharia, que dice no aceptar ¡°injerencias¡± en sus cuestionarios, y estar acostumbrado a que los pol¨ªticos le ¡°fr¨ªan¡± a llamadas para pedirle informaci¨®n gratuita y/o quejarse de sus predicciones.
¡°El 99% de los clientes no quiere conocer la verdad, sino que busca un titular y que se lo confirmes. T¨² puedes confeccionar las preguntas, pero ellos tienen que darte el OK. Son los que pagan y los que mandan¡±, contemporiza Narciso Michavila, para el que las notables diferencias que se dan entre una y otra encuesta que, aparentemente, inquieren sobre lo mismo, estriban, precisamente, en el cuestionario. ¡°Todos los datos de las encuestas son verdaderos si publicas al lado la pregunta exacta que se hizo¡±. Esa, la publicaci¨®n de la pregunta, es, aparte del compromiso de no alterar los datos, la salvaguarda que exige a sus clientes para firmar sus trabajos.
Toharia: ¡°Hoy m¨¢s que nunca la gente tiene ganas de ser tenida en cuenta¡±
Bel¨¦n Barreiro prefiere apelar a su ¡°amor propio¡± a la hora de defender la objetividad de su trabajo. Esta polit¨®loga y soci¨®loga, nombrada por sorpresa por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero directora del CIS en 2008 y destituida, igual de fulminantemente, por la entonces vicepresidenta socialista Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega en 2010, sabe lo que es ¡°pagar con el cargo¡± la independencia profesional. Se neg¨® a esperar, como se le indicaba desde arriba, a que pasara el debate del estado de la naci¨®n, que esperaba ganar Zapatero, para realizar el bar¨®metro correspondiente a ese mes y ya no realiz¨® ninguno m¨¢s.
En cualquier caso, Zapatero perdi¨® las elecciones de 2011. Esa, la noche electoral es la gran prueba de fuego para estos profesionales. En tres horas, las que van desde el cierre de las urnas hasta el final de recuento de votos, sus encuestas se van quedando irremediablemente viejas. Sus autores aciertan o yerran delante de todo el mundo y sacan pecho o meten la cabeza bajo tierra. Su credibilidad sube o baja de golpe, hasta la pr¨®xima cita. Conociendo la complejidad de su trabajo, lo raro es que alguna vez acierten.
Algunos aciertos y errores de los augures
Los empleados de Metroscopia, con su presidente Jos¨¦ Juan Toharia a la cabeza, se autodenominan, en broma, ¡°los chicos del 3,7¡±. Esos fueron los puntos por los que el PP gan¨® al PSOE en las elecciones europeas de 2009. Y los clavaron en su encuesta para este diario. ¡°Pura chiripa¡±, admite Toharia. ¡°Nos sal¨ªa una diferencia entre tres y cuatro puntos. Nos ped¨ªan que nos moj¨¢semos, un 3,5 nos parec¨ªa muy redondo, apostamos, y son¨® la flauta¡±. Los decimales, en una encuesta que tiene un margen de error de tres puntos arriba y abajo, ¡°no tienen mucho sentido¡±, seg¨²n Toharia. ¡°Pero, a veces, las d¨¦cimas pueden significar esca?os y es l¨®gico que nos los pidan¡±, a?ade este veterano soci¨®logo que tuvo que defender, en directo en el plat¨® de Telecinco la mism¨ªsima noche electoral, la encuesta en la que vaticinaba la victoria del PP en las generales del 14 de marzo de 2004, y que gan¨® el PSOE tras el 11-M.
El primer acierto en predicci¨®n electoral de Narciso Michavila, presidente de Gad 3, fue cuando a¨²n era comandante de artiller¨ªa y trabajaba haciendo estad¨ªsticas para el Ministerio de Defensa. El comandante, hermano de Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila, entonces secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, le pas¨® al entonces presidente y candidato del PP a la reelecci¨®n Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, un papelito dici¨¦ndole que iba a ganar por mayor¨ªa absoluta en las elecciones de 2000. As¨ª fue. Sin embargo, ya dedicado en exclusiva a su firma de an¨¢lisis demosc¨®picos, ha perdido unas cuantas paellas. La ¨²ltima, en las elecciones andaluzas, en las que pronostic¨® mayor¨ªa absoluta al PP de Arenas, que perdi¨® frente a PSOE e IU. ¡°Se me qued¨® gente popular en casa, y me subi¨® mucho Izquierda Unida¡±, se disculpa.
M¨¢s all¨¢ de haber quedado ¡°la segunda m¨¢s acertada¡± en las ¨²ltimas elecciones gallegas y catalanas con la encuesta que realiz¨® al frente de su empresa MyWord, la exdirectora del CIS, Bel¨¦n Barreiro, est¨¢ especialmente orgullosa de haber predicho el vuelco electoral que dio la victoria al socialista Zapatero el 14 de marzo de 2004. Fue en un art¨ªculo, publicado en este peri¨®dico el 3 de marzo de 2004, ocho d¨ªas antes del fat¨ªdico 11-M. Barreiro no olvida, no obstante, su ¡°error personal¡± cuando, como m¨¢xima responsable del CIS de entonces, apost¨® ¡°con el coraz¨®n¡± por un empate t¨¦cnico entre PSOE y PP en las europeas de 2009. Las mismas que gan¨® el PP por el c¨¦lebre 3,7.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.