¡°El espa?ol deber¨ªa ser idioma de la innovaci¨®n¡±
El experto en patentes sigue yendo a trabajar a diario a sus 85 a?os
A sus 85 a?os, el madrile?o Alberto Elzaburu puede permitirse hacer en su despacho lo que quiera. Y dentro de estas prerrogativas est¨¢ saltarse la norma de este art¨ªculo y ser ¨¦l quien invita al caf¨¦. ¡°Ya s¨¦ que la costumbre del peri¨®dico es ir fuera, pero yo lo que hago todas las ma?anas es tomarlo aqu¨ª¡±, dice con la educaci¨®n de un caballero. Tiene tiempo. ¡°No madrugo, y aunque vengo a trabajar todos los d¨ªas, no lo hago hasta alrededor de las once, despu¨¦s de nadar 15 minutos en la piscina de casa. No tengo aficiones, as¨ª que esto es vocaci¨®n, no virtud. Eso s¨ª, a las dos y diez cojo el coche y me voy todos los d¨ªas a comer a casa, con mi mujer. Luego me echo una peque?a siesta y vuelvo al despacho¡±. Lleva casado con Ana Luisa Marroqu¨ªn 57 a?os. ¡°Y soy muy feliz. Ella ha sido el gran motor de mi actividad febril durante 40 a?os¡±. Y eso que su matrimonio empez¨® de una manera chusca. ¡°Tres meses antes de la boda, nos desahuciaron del despacho. Recurrimos y el caso le toc¨® a mi suegro, que era presidente de una sala del Supremo: perdimos el caso¡±.
Para el gran p¨²blico es un desconocido, pero para quien tenga algo que ver con patentes y protecci¨®n de la propiedad intelectual e industrial en Espa?a, Elzaburu es un referente. ¡°Hemos registrado inventos de Bell, de Edison y de De la Cierva; ahora asesoramos a la Casa del Rey. En alg¨²n momento, de las 50 principales firmas de Forbes hemos tenido a 42 como clientes¡±, dice sin falsa modestia. ¡°Somos una empresa familiar fundada en 1865 que va por la quinta generaci¨®n¡±, afirma se?alando a su sobrino ¡ª¨¦l no ha tenido hijos¡ª. ¡°Eso s¨ª, hemos empezado a admitir socios, aunque mantenemos el control¡±.
Elzaburu ha presentado hace poco una fundaci¨®n con su nombre dedicada a promover la investigaci¨®n en propiedad intelectual ¡ª¡°la innovaci¨®n es lo que permite crear empleo, la clave del desarrollo¡±¡ª, pero habla con el mismo orgullo de otra, la Sociedad Protectora de Ni?os, que fund¨® hace 125 a?os su antepasado y primer director del despacho, Julio Vizcarrondo. Este volvi¨® a Espa?a de Puerto Rico tras manumitir a todos sus esclavos. Casi se vio forzado a regresar por el rechazo de sus vecinos: ¡°La sociedad era muy conservadora¡±, justifica Elzaburu.
En tantos a?os de ejercicio, las an¨¦cdotas se acumulan. ¡°Al principio todas las ideas son inveros¨ªmiles; f¨ªjese en la fregona¡±, dice con humor. Tambi¨¦n habla divertido de una cena con Fidel Castro. ¡°Fuimos a Cuba por sugerencia de Fraga. Rafael del Pino, el presidente de Ferrovial, se la pas¨® habl¨¢ndole de las ventajas del libre mercado; obviamente, no le hizo ni caso¡±.
De la historia reciente, a Elzaburu no le gusta la decisi¨®n de la UE de que la Oficina de Patentes solo admita registros en ingl¨¦s, franc¨¦s y alem¨¢n. ¡°El espa?ol, que es la segunda lengua del mundo, deb¨ªa ser un idioma de la innovaci¨®n. Yo consegu¨ª en 1972 que fuera declarado lengua oficial de la AIPPI [Asociaci¨®n Internacional para la Protecci¨®n de la Propiedad Industrial]¡±. Ello, entre otras cosas, le vali¨® la Gran Cruz de Isabel la Cat¨®lica en 2001. Como despedida, dedica al periodista el libro que public¨® entonces como recuerdo. ¡°Tengo un t¨ªtulo, marqu¨¦s de la Esperanza. Ya no se lleva, pero suelo ponerlo¡±, dice casi pidiendo permiso. Mientras firma, cuenta la ¨²ltima an¨¦cdota: ¡°Mi esposa es la condesa de Buena Esperanza; entre los dos tenemos los dos t¨ªtulos m¨¢s bonitos de Espa?a¡±.
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