?Qui¨¦n debe tomar las decisiones acerca de la ciencia?
El hecho de que las aplicaciones de un descubrimiento cient¨ªfico sean totalmente imprevisibles demuestra que la investigaci¨®n b¨¢sica es imprescindible (sin ella no puede haber aplicaciones) y no puede ser dirigida
Atomium Culture ha planteado a los lectores de El Pa¨ªs y de otros peri¨®dicos europeos la pregunta ?Qui¨¦n debe tomar las decisiones acerca de la ciencia? El objetivo general de Atomium Culture es el muy deseable de acercar la ciencia a la sociedad y de fomentar el intercambio de informaci¨®n y puntos de vista entre cient¨ªficos, periodistas, empresarios, pol¨ªticos y todos los ciudadanos. La respuesta pol¨ªticamente correcta a esa pregunta, naturalmente, es que todos los colectivos mencionados deber¨ªan participar en la toma de decisiones. Estoy de acuerdo, pero con un pero. Y para explicarles por qu¨¦, les voy a contar una historia impredecible.
En septiembre de 1966, Thomas D. Brock estaba en el Parque Nacional de Yellowstone estudiando los microorganismos que viv¨ªan en fuentes termales. Poco antes de finalizar el trabajo de campo, Brock y su estudiante Hudson Freeze recogieron muestras de Mushroom Spring (el manantial del hongo) para intentar aislar unos microorganismos que formaban masas anaranjadas. De regreso en el laboratorio en la Universidad de Indiana, sembraron placas de cultivo y las incubaron a 70 grados. El microorganismo anaranjado no creci¨® (de hecho todav¨ªa no se ha podido cultivar), pero en algunas placas creci¨® una nueva bacteria que pod¨ªa crecer hasta 78 grados y que no pod¨ªa hacerlo por debajo de los 45. Claramente se trataba de un term¨®filo nuevo. Brock y Freeze realizaron entonces las pruebas necesarias para describir el organismo y le pusieron el nombre de Thermus aquaticus.
En septiembre de 1979, Dianna Green estaba sola en su casa cuando un individuo entr¨®, le dio un golpe que le destroz¨® la frente y la viol¨®. Dianna estaba embarazada de ocho meses. El feto no sobrevivi¨® al ataque y ella perdi¨® parte del habla y la memoria. Sin embargo acus¨® a su marido de ser el agresor. Kevin Green se declar¨® inocente y pudo demostrar que hab¨ªa salido de la casa para ir a una hamburgueser¨ªa justo antes del ataque. Pero, convencido de que no hay mejor prueba que un testigo presencial, el jurado determin¨® que Kevin Green era culpable de violaci¨®n y homicido. Kevin fue condenado a una pena de prisi¨®n de entre 15 a?os y cadena perpetua.
En 1989, David H. Gelfand y otros cient¨ªficos de la empresa Cetus, registraron una patente para realizar la t¨¦cnica de la PCR (la reacci¨®n en cadena de la polimerasa) con un enzima extra¨ªdo de Thermus aquaticus: la Taq polimerasa. La PCR es una especie de fotocopiadora molecular que permite realizar tantas copias como se quiera de un fragmento de ADN seleccionado. En cada ciclo, hay que calentar el ADN para que se separen sus dos cadenas y luego volverlo a enfriar para poder copiar el fragmento de inter¨¦s. Esta copia la hace una prote¨ªna, una DNA polimerasa. Este ciclo se repite unas treinta veces para tener un n¨²mero muy elevado de copias del fragmento de inter¨¦s. Una vez conseguidas tantas copias del trocito de ADN que nos interesa, lo podemos secuenciar con facilidad. La t¨¦cnica era el resultado de una idea brillante de Kary Mullis, otro cient¨ªfico de Cetus, que recibi¨® el premio Nobel en 1993 por este descubrimiento. Pero el problema era que en cada ciclo, al calentar la muestra se desnaturalizaba la polimerasa y cada vez hab¨ªa que volver a a?adir nueva prote¨ªna. La t¨¦cnica era muy laboriosa y poco eficiente. Gelfand tuvo una idea simple y excelente: ?por qu¨¦ no utilizar el enzima de un microorganismo term¨®filo? De esta manera no se desnaturalizar¨ªa y se podr¨ªa volver a utilizar en el siguiente ciclo la misma enzima. Gelfand prob¨® los enzimas de un gran n¨²mero de bacterias term¨®filas y la mejor result¨® ser la de la bacteria que Thomas D. Brock hab¨ªa aislado dos d¨¦cadas antes.
En 1996, los investigadores del Departamento de Justicia de California buscaron la muestra del esperma que se hab¨ªa encontrado en la vagina de Dianna, conservada en los archivos del departamento. Utilizando la t¨¦cnica de la PCR buscaron marcadores espec¨ªficos en el ADN de esos espermatozoos y los compararon con los marcadores en una base de datos de ADN de criminales recientemente creada. El ADN del esperma no coincid¨ªa con el de Kevin sino con el de Gerald Parker que, al ser confrontado con esta evidencia, confes¨® haber violado y matado a seis mujeres, por lo que fue condenado a la pena de muerte. Kevin Green fue exonerado y recibi¨® una indemnizaci¨®n por los 16 a?os que hab¨ªa pasado en la c¨¢rcel por un crimen que no hab¨ªa cometido.
La historia tiene muchas moralejas. Aqu¨ª me centrar¨¦ exclusivamente en las que conciernen a la ciencia. La primera es que entre un descubrimiento de la ciencia y su aplicaci¨®n pr¨¢ctica pasan muchos a?os. Pasaron 20 a?os hasta que la bacteria aislada en Yellowstone por un ec¨®logo microbiano fue utilizada en una patente por un bi¨®logo molecular. Y la aplicaci¨®n de esa t¨¦cnica a la for¨¦nsica todav¨ªa se demor¨® unos cuantos a?os m¨¢s. Creo que tanto los empleados del Departamento de Justicia como Kevin Green se sintieron extraordinariamente aliviados de que existiera una t¨¦cnica que pudo al fin probar la inocencia de Kevin. Sin embargo, ninguno de ellos, de hecho nadie, hubiera podido prever en 1965, que el proyecto de investigaci¨®n que Brock present¨® a la NSF (National Science Foundation) iba a tener consecuencias pr¨¢cticas treinta a?os despu¨¦s. Afortunadamente, los evaluadores de la NSF se basaron en la calidad cient¨ªfica del proyecto y de su investigador principal para aprobarlo y, en consecuencia, financiarlo. Y esta es la segunda conclusi¨®n. Las aplicaciones de la investigaci¨®n b¨¢sica no se pueden predecir.
Tanto en la Uni¨®n Europea como en nuestro pa¨ªs, las instituciones tienen una gran preocupaci¨®n por financiar la investigaci¨®n que resulte en beneficios para la sociedad. Las frases que se han puesto de moda son ¡°mejorar la calidad de vida de los europeos¡± y ¡°realizar la investigaci¨®n que pide la sociedad¡±. Si estos hubieran sido los criterios para evaluar el proyecto de Brock, su proyecto no se habr¨ªa financiado y, seguramente, Kevin Green seguir¨ªa en prisi¨®n. La PCR tiene muchas m¨¢s aplicaciones. Por ejemplo, el caso Maeso, el anestesista que contagi¨® la hepatitis a muchos pacientes en un hospital de Valencia, se resolvi¨® gracias a la PCR; las pruebas de paternidad son posibles gracias a esta t¨¦cnica y la identificaci¨®n de los restos en las fosa comunes de la Guerra Civil espa?ola tambi¨¦n. Sin esta t¨¦cnica nunca se hubiera podido secuenciar el genoma humano. Se utiliza en miles de laboratorios de medicina, de antropolog¨ªa y de biolog¨ªa en todo el mundo y genera anualmente un negocio de veinte mil millones de euros, adem¨¢s de mantener muchos puestos de trabajo.
Cuando Brock decidi¨® estudiar las fuentes termales de Yellowstone no estaba pensando en mejorar la calidad de vida de los americanos ni en hacer la investigaci¨®n que ped¨ªa la sociedad. ?Alguien puede imaginar a la sociedad pidiendo que se investigaran los ex¨®ticos microbios que viv¨ªan en la fuente termales de Yellowstone? En lo que estaba pensando Brock era en buscar los l¨ªmites de la vida, estaba embarcado en una empresa intelectual formidable que le empujaba a dedicar todos sus esfuerzos a entender mejor el funcionamiento de la naturaleza. Al igual que los artistas de vanguardia, sent¨ªa pasi¨®n por ir m¨¢s all¨¢ de la superficie de las cosas, superarse, buscar algo nuevo que nadie hab¨ªa imaginado hasta ese momento. En cualquier caso, el hecho de que las aplicaciones de un descubrimiento cient¨ªfico sean totalmente imprevisibles demuestra que la investigaci¨®n b¨¢sica no solamente es imprescindible (sin ella no puede haber aplicaciones) sino que no puede ser dirigida. Por ninguno de los colectivos que mencion¨¢bamos al principio.
Con ejemplos extra¨ªdos del libro La vida al l¨ªmite (CSIC-La Catarata) del mismo autor.
Carlos Pedr¨®s-Ali¨® es profesor de investigaci¨®n en el Instituto de Ciencias del Mar, (CSIC)
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