Genes africanos en los europeos del sur
El intercambio sexual con el norte de ?frica de hace unos 300 a?os se refleja ya en las variaciones del ADN
Europa fue poblada por tres grandes migraciones procedentes de Asia y Oriente Pr¨®ximo en tiempos prehist¨®ricos, y por tanto los europeos comparten buena parte de sus ancestros y de su dotaci¨®n gen¨¦tica. Pero hay un matiz persistente que se escapa de ese simple cuadro y que los cient¨ªficos no entend¨ªan hasta ahora: que las poblaciones del Mediterr¨¢neo tienen m¨¢s diversidad gen¨¦tica que las del resto de Europa. La raz¨®n, acabamos de saber, parece ser la m¨¢s esperable por mero sentido com¨²n: el flujo gen¨¦tico desde el norte de ?frica. ¡°Flujo gen¨¦tico¡±, les recuerdo, quiere decir sexo en la jerga de los evolucionistas.
As¨ª se desprende de la investigaci¨®n con 2.099 personas de 43 poblaciones europeas que publican en PNAS Laura Botigu¨¦ y sus colegas del Instituto de Biolog¨ªa Evolutiva en Barcelona, la Universidad Pompeu Fabra, las universidades de Stanford y California en San Francisco y otros centros de Nueva York, Santa Cruz de Tenerife y Madrid.
Los datos de flujo gen¨¦tico, naturalmente, no se refieren a los inmigrantes actuales ¡ªno hace falta ninguna gen¨®mica avanzada para saber eso¡ª, sino a sucesos antiguos que han dejado su impronta en la constituci¨®n gen¨¦tica de las poblaciones actuales, haya o no registros hist¨®ricos de esos contactos entre los dos lados del Mediterr¨¢neo.
El flujo gen¨¦tico lleva a intercambios con marroqu¨ªes, saharuis y bereberes
Los tiempos exactos de las principales mezclas entre los pobladores del norte de ?frica y del sur de Europa son todav¨ªa objeto de alguna ambig¨¹edad, pero los cient¨ªficos consideran probables unas dataciones de 240 a 300 a?os atr¨¢s (6-10 generaciones, que es la unidad de tiempo en gen¨¦tica) para la principal hibridaci¨®n en Espa?a, o de unas 5 a 7 generaciones para Francia. Las dos pueden ser la misma, dentro del margen de error de estas estimaciones. Los autores consideran muy probable, de todos modos, que haya habido m¨¢s flujo gen¨¦tico ¡ªsexo¡ª entre los dos lados del Mediterr¨¢neo antes de esas fechas, y tal vez ¡°mucho antes¡±.
Los ¨ªndices mayores de ancestros compartidos, o flujo gen¨¦tico, con los norteafricanos se dan en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y las islas Canarias, y los cient¨ªficos los han podido trazar a los marroqu¨ªes, saharauis occidentales y bereberes tunecinos.
El principal objetivo de la investigaci¨®n es m¨¦dico: aclarar las componentes hereditarias de las enfermedades prevalentes en cada regi¨®n para ayudar a mejorar su diagn¨®stico y sus futuros tratamientos.
¡°La fuente de diversidad gen¨¦tica en la Europa meridional tiene importantes implicaciones biom¨¦dicas¡±, aseguran Botigu¨¦ y sus colegas. ¡°Hemos hallado que la mayor parte de los alelos (variantes gen¨¦ticas) implicados en el riesgo de enfermedades que han sido descubiertos en los estudios gen¨®micos de las poblaciones siguen los patrones esperados de divergencia entre Europa y el norte de ?frica¡±.
Aunque el gradiente sur-norte de diversidad gen¨¦tica se conoce desde hace a?os ¡ªha aflorado en casi cualquier estudio de ADN que se haya hecho en Europa¡ª, sobre sus causas solo se hab¨ªan podido avanzar hip¨®tesis, y no pocas. Que durante milenios, por ejemplo, la gente hubiera migrado dentro de Europa en la direcci¨®n conveniente (para hacer encajar los datos, se entiende); o que el rudo clima del norte hubiera ejercido una pertinaz y devastadora selecci¨®n natural contra ciertas variantes gen¨¦ticas abundantes en el sur.
O que la generalidad de la poblaci¨®n europea se refugi¨® en santuarios del sur durante la glaciaci¨®n de hace 20.000 a?os, y que al templarse el clima la gente volvi¨® a expandirse por todo el continente, pero naturalmente ¡ªcomo suele ocurrir en toda migraci¨®n¡ª sin volverse a llevar al norte la totalidad de la diversidad gen¨¦tica del refugio sure?o; o que la gran migraci¨®n neol¨ªtica que extendi¨® la agricultura por Europa desde sus or¨ªgenes en Oriente Pr¨®ximo fue m¨¢s intensa en el sur que el norte de Europa.
Y, finalmente la idea ¡°que ha recibido menos atenci¨®n de todas¡±, seg¨²n los autores: que la diversidad del sur de Europa venga directamente de ?frica. Botigu¨¦ y sus colegas reconocen que esas hip¨®tesis no son mutuamente exclusivas, pero su trabajo pone la carga de la raz¨®n en la ¨²ltima.
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