El jubilado contra la monta?a
El nonagenario Sebasti¨¤ Estrad¨¦ batalla contra una mina desde una residencia de ancianos Ha denunciado en la UE a la Generalitat y a Iberpotash por no controlar sus residuos en Sallent
El bast¨®n de Sebasti¨¤ Estrad¨¦ enga?a. Sobre sus pasos lentos se levanta una cabeza l¨²cida y una tenacidad a prueba de bomba. Lo saben en la residencia de ancianos Relat de Aviny¨® (Barcelona), donde este nonagenario reside desde hace tres a?os. Acostumbrado a la batalla, libr¨® la primera nada m¨¢s llegar al geri¨¢trico porque la direcci¨®n no le facilitaba las claves del wifi para poder conectarse a Internet. ¡°No amenaz¨® con irse, pero s¨ª que es cierto que era la primera persona que ped¨ªa la contrase?a, y se la dimos¡±, explica la directora del centro, Aina Lobaco. No ha sido la ¨²nica vez que este doctor en Derecho y diplomado en Ingenier¨ªa industrial y el¨¦ctrica guerrea en el Relat. ¡°Nos ha revolucionado el centro: incluso nos ha buscado las cosquillas cuando quer¨ªamos hacer una reforma para ampliarlo¡±, explica la directora, que admite que su llegada tambi¨¦n ha sido para bien. Ha activado m¨²ltiples talleres en los que participan el resto de residentes.
Sebasti¨¤ se alej¨® 14 kil¨®metros de su Sallent natal porque el centro era uno de los pocos que le permit¨ªa seguir al lado de ¡°la Pepita¡±, su esposa, enferma de alzh¨¦imer y con un alto grado de dependencia. ?l quer¨ªa seguir llevando una vida lo m¨¢s normal posible junto a ella: dormir en el mismo dormitorio, comer en el mismo comedor... y eso solo lo ha encontrado en Aviny¨®, cuya residencia para gente mayor se ha convertido en su cuartel general. Hogar y despacho. Recibe a alcaldes, a abogados, a activistas medioambientales... Es el lugar desde el que controla el tablero de la guerra judicial que le enfrenta a la minera Iberpotash, filial del gigante israel¨ª ICL, y a la Generalitat, a los que acusa de haber dejado de la mano de dios la contaminaci¨®n generada por las explotaciones de potasa en Sallent. El mismo lugar donde el 2 de mayo recibi¨® a uno de los responsables de la compa?¨ªa.
El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a exigi¨® un plan de restauraci¨®n que no se ha llevado a cabo
Tras la charla sobre el litigio que los separa, el directivo le entreg¨® un voluminoso libro sobre la centenaria historia de las minas del Bages. Estrad¨¦ no se achic¨® y le correspondi¨®. Le dio un documento en el que volv¨ªa a dejar claro lo que quer¨ªa: el plan medioambiental que asegure el control de los residuos generados por las minas. Lo mismo que demand¨® ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, que le dio la raz¨®n en 2011, y que ahora ha decidido denunciar ante la Comisi¨®n Europea, tras a?os de espera y de ¡°connivencia¡± entre ambas partes. ¡°Es una cuesti¨®n de conciencia social. Lo hago por Sallent, que era la perla del Llobregat y lo han convertido en lo peor que puede tener un pa¨ªs¡±.
El jubilado ni olvida ni afloja. Mantiene su lucha aunque hace tres a?os que ya no ve a diario, como lo hac¨ªa desde la terraza de su antigua casa, una monta?a pelada del tama?o del Tibidabo de Barcelona. Una mole que acumula 37 millones de toneladas de residuos salinos generados por la continua extracci¨®n de potasa de la mina de Sallent y que Estrad¨¦ vio crecer. Es cierto que antes de que apareciera, al hombre le advirtieron: ¡°En poco tiempo ver¨¢s desde tu casa c¨®mo aparece una monta?a en el horizonte¡±. Y as¨ª fue. Apareci¨® la escombrera de El Cogull¨® ¡ªcomo se llama¡ª mientras, en paralelo, se iban oxidando las estructuras met¨¢licas de su terraza, efecto de la contaminaci¨®n salina del aire.
El continuo crecimiento de El Cogull¨® preocup¨® en extremo a Estrad¨¦. En 2000 envi¨® cartas a consejeros de la Generalitat advirti¨¦ndoles del caso; no obtuvo respuesta. Busc¨® la documentaci¨®n medioambiental con la que Iberpotash se compromet¨ªa a restaurar una formaci¨®n altamente contaminante para el subsuelo y para el r¨ªo Llobregat, del que se abastece buena parte del ¨¢rea metropolitana de Barcelona; no la hall¨®. En 2008 acab¨® llevando su indignaci¨®n ante los jueces; la Justicia s¨ª le dio la raz¨®n y conden¨® a la Generalitat a reclamar el plan de restauraci¨®n de El Cogull¨® y a establecer una fianza que asegurara la restauraci¨®n de los da?os medioambientales.
Estrad¨¦ podr¨ªa estar satisfecho y muestra cierto orgullo, pero esa victoria no acaba de saciar sus peticiones. La capacidad para recurrir del despacho de abogados de Iberpotash, compa?¨ªa que depende del gigante israel¨ª ICL (6.672 millones de d¨®lares de ingresos en 2012), ha puesto freno a su victoria. Pero lejos de amilanarse, este hombre de 90 a?os ha iniciado otra guerra, la que le ha llevado a poner el caso en manos de la UE, que ya investiga la explotaci¨®n minera por una denuncia anterior. ¡°El Gobierno catal¨¢n ten¨ªa la sart¨¦n por el mango y no hizo nada. ?Qu¨¦ tipo de Gobierno tenemos?¡±, denuncia, para asumir que ¡°quiz¨¢s esperan a que me muera¡±. Esa ser¨ªa una forma r¨¢pida para cerrar un caso que podr¨ªa poner en peligro una inversi¨®n de 200 millones de euros comprometida por Iberpotash para los pr¨®ximos a?os, ideada para incrementar la extracci¨®n de material en la mina de Sallent y la construcci¨®n de f¨¢bricas de sal que, seg¨²n la compa?¨ªa, tendr¨ªa que servir para reducir poco a poco los residuos salinos de El Cogull¨®. La comarca, que siempre ha dependido de las minas, est¨¢ dividida. ¡°Yo no voy en contra de las minas, pero que hagan lo que tienen que hacer¡±, asegura Estrad¨¦, muy gr¨¢fico para explicar lo que, a su entender, est¨¢ sucediendo: ¡°Es como si un hotel no encargara a nadie el servicio de lavander¨ªa y fuera acumulando sus s¨¢banas en cualquier lugar¡±.
Fijaci¨®n aeroespacial
La monta?a se ha convertido en casi una obsesi¨®n. El ¡°abogado aeroespacial que se dedica a temas rurales¡±, como ¨¦l mismo se autodefine ¡ªse doctor¨® con una tesis titulada El derecho ante la conquista del espacio, reconocida por el Ej¨¦rcito¡ª la convirti¨® en el escenario de una de sus m¨²ltiples novelas juveniles, con las que ha ganado premios y hecho divulgaci¨®n cient¨ªfica. Todos sus conocimientos los intent¨® llevar a ese terreno. Tambi¨¦n escribi¨® art¨ªculos para diarios como el Avui, El Correo Catal¨¢n y Tele-Express, para el que cubri¨® desde la base espacial de Fresnedillas la llegada del hombre a la Luna. Junto a ¨¦l estaba su esposa y su hijo Josep, a quienes arrastr¨® hasta donde fuera que hubiera un congreso que le interesara. Colabor¨® tambi¨¦n para el programa de Televisi¨®n Espa?ola Amigos del espacio.
Explica orgulloso su pasado igual que da muestras de dosis de seguridad y vanidad cuando explica el ¨¦xito judicial de su batalla contra Iberpotash. Quiz¨¢s porque no era optimista, como demuestra el nombre que le dio al archivo inform¨¢tico en el que guard¨® las conclusiones que present¨® ante el juez. ¡°Frac¨¤s.doc¡± ¡ªfracaso, en catal¨¢n¡ª, dice mientras mira con una sonrisa confidente a quien ha sido su brazo derecho en todo el proceso, la joven letrada Montserrat Badia, con quien ha elaborado toda la documentaci¨®n que han presentado ante los tribunales. Desde hace un a?o cuenta con la colaboraci¨®n de un abogado especialista en medio ambiente que tambi¨¦n trabaja para la competencia de Iberpotash. Pero subraya que, gracias a que ¨¦l mismo ha participado en la elaboraci¨®n y al altruismo de sus colaboradores, el litigio solo le ha costado 100 euros.
El documento podr¨ªa haberse llamado tambi¨¦n melancol¨ªa. Las minas de Sallent con las que ahora litiga ocupan parte de las tierras de su abuelo. ¡°Iban unos alemanes a su barraca y le dec¨ªan que si no vend¨ªa las tierras se las expropiar¨ªan¡±. Corr¨ªan los a?os treinta y, tres lustros despu¨¦s, Estrad¨¦ decidi¨® recuperar una parte que ve¨ªa que no utilizaban. ¡°Ah¨ª empez¨® mi relaci¨®n con la mina, que ha sido siempre correcta¡±, dice. As¨ª tom¨® contacto con los directores de la explotaci¨®n. Como aquel que le dijo: ¡°En poco tiempo ver¨¢s desde tu casa c¨®mo aparece una monta?a en el horizonte¡±.
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