Hijos que traen una depresi¨®n bajo el brazo
M¨¢s del 10% de las mujeres sufre este trastorno tras dar a luz Un estudio fija causas biol¨®gicas y abre nuevas v¨ªas para tratarlo
Tener un hijo est¨¢ considerado uno de los momentos m¨¢s felices en la vida de una mujer. Pero muchas de las nuevas madres no lo viven as¨ª. M¨¢s de una de cada 10 ¡ªhasta una de cada tres, seg¨²n algunos expertos¡ª sufren un proceso de depresi¨®n que se convierte en un aut¨¦ntico trastorno especialmente cruel. Donde todos a su alrededor solo ven motivos de alegr¨ªa, ellas se enfrentan a todo lo contrario: son las que caen en una depresi¨®n posparto. La contradicci¨®n entre lo que siente la protagonista y lo que se espera de ella y el sentimiento de culpa por no cumplir con el papel esperado solo agravan una complicaci¨®n que casi siempre llega por sorpresa, amargando los primeros meses (incluso a?os) despu¨¦s del momento de dar a luz. Ahora, un peque?o estudio, publicado en Molecular Psychiatry, podr¨ªa arrojar la primera explicaci¨®n sobre las causas biol¨®gicas de este trastorno. No se trata de que las madres se hayan vuelto hist¨¦ricas o sensibles, por decirlo en un lenguaje coloquial; es que tienen unos condicionamientos gen¨¦ticos que las predisponen a ese sufrimiento. Una buena noticia doble para las mujeres: no son unas raras o unas blandas, y lo que les pasa se puede prevenir.
Almudena ha pasado por ese proceso. Esta mujer de 34 a?os tuvo a su hijo en noviembre de hace dos a?os. ¡°Soy enfermera y pens¨¦ que sab¨ªa a lo que me enfrentaba, pero desde el principio todo fue muy dif¨ªcil. El beb¨¦ ten¨ªa c¨®licos de lactante, y se pasaba el d¨ªa llorando¡±, cuenta. Ello le llev¨® a sentirse culpable. ¡°Pensaba que no le estaba cuidando bien¡±. La ¡°culpabilidad¡± aument¨® cuando pas¨® de darle el pecho a darle el biber¨®n. ¡°Sent¨ªa una gran ansiedad f¨ªsica, ten¨ªa un nudo en el est¨®mago. Lloraba much¨ªsimo y no ten¨ªa ganas de nada. Dej¨¦ de comer, y si antes era una fumadora social, me volv¨ª mucho m¨¢s¡±, relata.
Buscar las causas biol¨®gicas de las enfermedades y trastornos mentales es una tarea complicad¨ªsima. Obtener mediante una prueba anal¨ªtica o de imagen un diagn¨®stico de c¨®mo est¨¢n el h¨ªgado o una pierna, y de por qu¨¦ funciona mal es, actualmente, una pr¨¢ctica relativamente sencilla. Pero los procesos mentales tienen lugar bajo siete llaves, encerrados en el cr¨¢neo, y a una dimensi¨®n nanom¨¦trica: las conexiones de las neuronas que tejen toda la red cerebral de la que depende el comportamiento humano son tan sutiles que cuesta mucho visualizarlas ¡ªy, mucho m¨¢s a¨²n, conocerlas¡ª. Las pruebas de imagen cerebral son muy complicadas de hacer, y, hasta ahora, pr¨¢cticamente exigen que el sujeto del estudio est¨¦ inm¨®vil. Por eso, la idea de poder hacer un an¨¢lisis gen¨¦tico que prediga lo que va a pasar ser¨ªa muy bien recibida, y a eso es a lo que apuntan los investigadores de la Universidad Johns Hopkins (EE UU), liderados por Zachary Kaminsky, que han hecho el estudio. Es un ensayo preliminar y reducido, con solo 52 mujeres, pero que tuvo unos ¡°sorprendentes¡± resultados: predijo en el 85% las mujeres que iban a desarrollar el trastorno.
La madre se siente culpable por no sentir lo que se espera de ella
Este estudio es una herramienta m¨¢s para un proceso que los especialistas explican como algo complej¨ªsimo. ¡°Hay factores cognitivos, conductuales, psicol¨®gicos y biol¨®gicos¡±, resume Antonio Cano, presidente de la Sociedad Espa?ola para el Estudio de la Ansiedad y el Estr¨¦s. Cano es de quienes da una cifra de casos m¨¢s alta: hasta un tercio de las madres podr¨ªa tener el trastorno. ¡°Ellas son m¨¢s de reacciones emocionales que los hombres. Y no es algo cultural. La OMS hizo un estudio con m¨¢s de 70.000 mujeres de los cinco continentes y en todos los pa¨ªses del mundo ellas tienen m¨¢s ansiedad y depresi¨®n. Aproximadamente, dos mujeres con ansiedad por cada hombre, y 1,5 con depresi¨®n. Y solo en la depresi¨®n hay una cierta relaci¨®n con la cultura y la edad¡±, explica. Eso apunta a una causa biol¨®gica, que este experto relaciona, seg¨²n su opini¨®n, con las hormonas. Y si esto es as¨ª en mujeres en general, tras el parto la propensi¨®n es a¨²n mayor, aparte de que ¡°se ha visto que hay m¨¢s casos en mujeres que han tenido una depresi¨®n antes¡±.
La situaci¨®n tiene aspectos de ser una ¡°tormenta perfecta¡±, dice. Porque no es solo la biolog¨ªa. ¡°Las mujeres tienden a ser m¨¢s obsesivas, m¨¢s perfeccionistas, m¨¢s controladoras. Le dan m¨¢s vueltas a las cosas y magnifican las amenazas y las p¨¦rdidas¡±, dice Cano. ¡°Tienden a anticipar amenazas, a preocuparse m¨¢s¡±. Algo que no cuesta pensar que puede exacerbarse ante la responsabilidad de tener un beb¨¦ y plantearse que el futuro del ni?o o la ni?a est¨¢ en sus manos.
Y m¨¢s cuando a estos factores psicol¨®gicos se a?aden los aspectos cognitivos. ¡°Se ve muy desvalida, muy minusv¨¢lida con los cambios f¨ªsicos, muy poco eficaz para atender la cantidad y magnitud de las tareas. Por eso, el apoyo social es una herramienta clave para superar la depresi¨®n¡±, explica Cano. Pero, en esta especie de confabulaci¨®n para estropear la alegr¨ªa de despu¨¦s de dar a luz, ¡°las personas deprimidas minusvaloran el apoyo social¡±, a?ade.
Una tupida red social es una ayuda clave para superar la complicaci¨®n
Almudena, que ahora est¨¢ en tratamiento psicol¨®gico para superar la depresi¨®n posparto, corrobora ese argumento. ¡°Yo ten¨ªa mucha ayuda; estaban mi madre y mi marido, pero aun as¨ª me sent¨ªa muy perdida. Era mi primer hijo¡±.
A estos factores hay que a?adir el aspecto conductual: a los depresivos no les apetece hacer nada, salir, ¡°bajan su actividad, su ocio, su motivaci¨®n por todo¡±. Y, adem¨¢s, una madre ¡°no duerme, est¨¢ siempre cansada¡±. Como se ve, ¡°todos estos aspectos engarzados¡± definen una situaci¨®n muy complicada, dice Cano. Tanto que casi la pregunta est¨¢ en c¨®mo es posible que haya mujeres que no se depriman despu¨¦s de dar a luz. ¡°No pod¨ªa hacer las cosas m¨¢s sencillas, como preparar la cena. Abr¨ªa el congelador y me angustiaba, y eso que lo ten¨ªa lleno¡±, dice Almudena. ¡°Intent¨¦ superarlo sola¡±. Pero no pudo. ¡°Pens¨¦ que se me pasar¨ªa cuando el ni?o mejorara, pero no fue as¨ª¡±.
Ahora, a?o y medio despu¨¦s, Almudena empieza, por fin, a sentirse mejor.
Estar en la lista
La depresi¨®n posparto naci¨® con muy mala fama. En los archivos de EL PA?S, por ejemplo, aparece mencionada las primeras veces, a primeros de los noventa, vinculada a un comportamiento inexplicable: mujeres que mataban a sus hijos. S¨²mense a eso los estereotipos machistas y la propia incomprensi¨®n de las mujeres que no la han sufrido ¡ªafortunadamente, la mayor¨ªa¡ª hacia sus compa?eras, para crear un aura de mala fama al trastorno, que se suma a la sensaci¨®n de culpabilidad que viven las propias afectadas.
En este escenario, el reconocimiento de que es una enfermedad m¨¢s con una causa biol¨®gica y que se puede medir es un alivio. No se trata de un capricho, sino de algo m¨¦dico. En este sentido, la depresi¨®n posparto est¨¢ incluida en la biblia de la psiquiatr¨ªa, el manual de la Sociedad Americana, el DSM-V, como una variedad de las depresiones. Tambi¨¦n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud la reconoce, dice Jer¨®nimo Saiz, presidente de la Fundaci¨®n Espa?ola de Psiquiatr¨ªa y Salud Mental.
Es un reconocimiento reconfortante, opina este especialista. Casos recientes, como el descubrimiento de prote¨ªnas asociadas a la fatiga cr¨®nica o, en sentido inverso, que la versi¨®n anterior del DSM sacara de la categor¨ªa de patolog¨ªas la homosexualidad ¡ªo, en la ¨²ltima, la transexualidad¡ª son otras pruebas de la importancia de estar reconocido o no cient¨ªficamente. Y m¨¢s en lo que tiene que ver con la salud mental, algo tan dif¨ªcil de medir.
Como dice una de las afectadas: ¡°Es un alivio saber que no era una rara¡±.
El caso es que algo parecido les pasa, de una manera u otra, a todas las madres. Por eso, la psic¨®loga Diana S¨¢nchez, matiza: ¡°Normalmente eso se les pasa pronto. No es lo mismo una mujer que est¨¢ en periodo de adaptaci¨®n, que se encuentra cansada, que los casos que veo en la consulta¡±. Lo preocupante son casos de mujeres ¡°que no quieren entrar en contacto con el beb¨¦, que no lo quieren atender¡±. Carmen, una profesional que ahora tiene 37 a?os, recuerda con frustraci¨®n los dos primeros a?os de su hija, que naci¨® en 2010. ¡°Ten¨ªa unas ganas locas de ser madre, y m¨¢s porque era una ni?a, porque ya ten¨ªa un sobrino¡±. Pero el momento se trunc¨®. ¡°Ya durante el embarazo lo pas¨¦ muy mal, con ataques de nerviosismo, ganas de llorar, pero pens¨¦ que cuando la ni?a naciera se me pasar¨ªa¡±. No fue as¨ª, sino todo lo contrario. ¡°Cuando naci¨® pens¨¦: ¡®Es el momento m¨¢s feliz de mi vida¡¯. Pero a los pocos minutos me dio un ataque de p¨¢nico. Era algo irracional, no pod¨ªa explicar por qu¨¦, pero cuando me trajeron a la ni?a y la pusieron a mi lado, solo quer¨ªa que me la quitaran, ten¨ªa miedo a que me diera un ataque y le hiciera da?o¡±.
La idea de que haya una causa gen¨¦tica, una predisposici¨®n, le parece a S¨¢nchez ¡°muy interesante¡±. Cano, visto el conjunto de condicionantes, no lo duda. Y, de hecho, los investigadores estadounidenses no son los primeros que intentan encontrar una base biol¨®gica medible a la depresi¨®n posparto. En Espa?a, un grupo de psiquiatras estuvo trabajando en este campo, comenta Jer¨®nimo Saiz, miembro de la Sociedad Espa?ola de Psiquiatr¨ªa Biol¨®gica, pero sin llegar a una conclusi¨®n clara. ¡°De estos trabajos siempre se aprende algo¡±, dice con evidente intenci¨®n de prestigiar el trabajo de sus colegas.
La diferencia con este trabajo es que no se ha centrado en los genes, sino en sus interruptores, en lo que hace que se activen o se apaguen. Es lo que se llama epigen¨¦tica, y que resulta a¨²n m¨¢s complicado e intrigante que los propios genes. Por ejemplo, este sistema de se?alizaci¨®n hace que las distintas c¨¦lulas de un mismo individuo lleguen a ser tan distintas. Atendiendo a la pura gen¨¦tica, todas tienen la capacidad para ser cualquier cosa, pero son los factores epigen¨¦ticos los que hacen que una se comporte como una c¨¦lula de la piel, otra como una c¨¦lula del h¨ªgado y otra lata en un coraz¨®n, por ejemplo. Esta propiedad, esta capacidad te¨®rica de ser cualquier cosa es la base de las nuevas t¨¦cnicas para obtener c¨¦lulas madre a partir de otras adultas, ya que se trata de eliminar el sistema de sem¨¢foros (el que dice a una c¨¦lula que se diferencie de otras, que lata, crezca, forme un glom¨¦rulo o una c¨®rnea), dando marcha atr¨¢s al proceso de crecimiento, de desarrollo desde el estado indiferenciado de los primeros d¨ªas de gestaci¨®n.
Pero los factores epigen¨¦ticos tienen otra propiedad: se adquieren y alteran con la vida, con las experiencias. El psic¨®logo Jer¨®nimo Saiz valora especialmente esa condici¨®n. ¡°Podr¨ªa ser el hecho que relacionara los aspectos biol¨®gicos con los hormonales o los psicol¨®gicos¡±. La epigen¨¦tica se sale del puro determinismo. Se sabe que lo que una persona vive influye en este sistema de codificaci¨®n.
En medicina, saber que algo pasa y por qu¨¦ pasa es solo la primera parte de los esfuerzos. El trabajo de los investigadores de la Johns Hopkins va mucho m¨¢s all¨¢, y apunta a la posibilidad de prevenir la depresi¨®n en las mujeres con la configuraci¨®n (epi)gen¨¦tica que predispone a la depresi¨®n posparto. ¡°Esa es la esperanza, que se pueda usar de manera preventiva¡±, dice Saiz. En este caso hay una ventaja: ¡°Ya tenemos las herramientas para hacerlo¡±.
Cuestiones como asegurar la red social de la madre, informar a la mujer de lo que le va a ocurrir, que tenga un tel¨¦fono a mano o, incluso, llegado el caso, algo de medicaci¨®n para combatir el cansancio y las horas sin dormir est¨¢n ya al alcance de muchas. Es, como simplifica Cano, como empezar el tratamiento antes de que ocurra.
El cansancio y el miedo al futuro del ni?o agravan los temores
Claro que esto puede no ser tan f¨¢cil. Diana S¨¢nchez tiene algunas dudas. ¡°Por ejemplo, se sabe que la lactancia es buena, que provee de herramientas para prevenir la depresi¨®n posparto, y se anima a las mujeres a dar el pecho. Pero luego, en cambio, no se les explica c¨®mo, no se les dan facilidades ni herramientas, no se les avisa de que puede haber dolor, pueden aparecer grietas, y qu¨¦ tienen que hacer en ese caso¡±.
La idea de crear redes sociales tambi¨¦n le parece fundamental. Pero le ve pegas. ¡°Est¨¢ bien que haya grupos de amigas que se apoyen, que se lo cuenten. Antes las mujeres cuando eran madres confiaban en las abuelas, pero ahora ellas trabajan y ya no tienen tanto tiempo. ?ramos m¨¢s tribu, m¨¢s familias extensas, con apoyo de hermanas, de t¨ªas. Eso ya no existe y es dif¨ªcil de proporcionar¡±, dice.
Las implicadas ¡ªal menos con las que EL PA?S ha hablado¡ª tienen sus dudas. Almudena cree que no le falt¨® informaci¨®n ni apoyo, y ah¨ª est¨¢ arrastrando su depresi¨®n a?o y medio despu¨¦s de dar a luz. Carmen, con el proceso m¨¢s lejano, empieza a plantearse tener un segundo hijo. ¡°Pero est¨¢ bien saber qu¨¦ me pas¨®. Que hay una causa, porque lo peor es la sensaci¨®n de tener miedo sin motivo¡±, resume.
Lo que parece claro es que un proceso como la maternidad, que se sabe cu¨¢ndo empieza y que despu¨¦s nunca acaba, necesita ser cuidado y meditado. Sin paternalismos (y nunca mejor dicho). Y sin culpabilizar. Algunas (el 10% seg¨²n unos, hasta el 30% seg¨²n otros) van a pasarlo mal. Y es que, a veces, los ni?os vienen con un pan muy duro bajo el brazo.
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