A pasar el mono en casa
Los recortes presupuestarios cierran centros para drogodependientes, narcosalas y comunidades terap¨¦uticas Solo uno de cada seis fallecidos en el mundo por consumo de drogas recibi¨® tratamiento el a?o previo, seg¨²n la ONU
Es dif¨ªcil encontrar una parcela del sector sociosanitario en la que no haya recortes. La prevenci¨®n y atenci¨®n a las drogodependencias no son una excepci¨®n. El cierre de centros, comunidades terap¨¦uticas y narcosalas, as¨ª como la reducci¨®n de las plantillas y los programas de concienciaci¨®n, es un goteo constante. Algunos expertos del sector alertan ya de que podr¨ªa desmoronarse la red asistencial creada en los a?os ochenta como respuesta al boom del consumo de hero¨ªna. Esta droga tan destructiva dej¨® de ser la m¨¢s consumida hace a?os, pero el problema de las adicciones no ha desaparecido, solo ha cambiado de cara. Y los profesionales advierten de que necesita una respuesta distinta de la tijera.
El presupuesto del Plan Nacional sobre Drogas baja un 20% tras caer otro 28,5%
¡°Estar¨ªa muerta¡±. As¨ª de tajante es Clara (nombre supuesto) cuando imagina su situaci¨®n si hubiera seguido enganchada al alcohol. A los 22 a?os se refugi¨® en la bebida, seg¨²n cuenta. Despu¨¦s llegaron otras sustancias m¨¢s fuertes, sobre todo, cannabis y coca¨ªna. As¨ª pas¨® 13 a?os, gastando su sueldo ¡°en la noche¡±. Y un d¨ªa pidi¨® ayuda. ¡°Por mis hijos¡±, recuerda. Lleva ocho a?os sin probar una gota tras su paso por una comunidad terap¨¦utica en Arag¨®n. Ahora, ese centro p¨²blico que le ¡°devolvi¨® la vida¡±, el primero que abri¨® en esa comunidad en 1986 y situado en El Frago, se enfrenta a los recortes, que ya han mermado la plantilla. Y pesa sobre ¨¦l la posibilidad de cierre. ¡°Se producir¨ªa siempre que exista una alternativa¡± en la regi¨®n, dicen fuentes de la Consejer¨ªa de Sanidad. ¡°Si lo quitan, le estar¨¢n quitando a la gente la oportunidad de cambiar su vida como hice yo¡±, advierte Clara.
El pasado 26 de junio se celebr¨® el D¨ªa Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tr¨¢fico Il¨ªcito de Drogas. Pero hay poco que celebrar. El consumo va en aumento. As¨ª lo constata el Informe Mundial sobre las Drogas de 2013, publicado por Naciones Unidas. El n¨²mero de consumidores en el mundo ha aumentado un 18% desde 2008, en gran parte, por el aumento de la poblaci¨®n, se?ala el documento.
Autonom¨ªas y municipios tienden a derivar este servicio hacia ONG
Como si de una balanza se tratase, mientras algunas sustancias pierden fuerza en el mercado, como la hero¨ªna, otras toman impulso, sobre todo el alcohol y los hipnosedantes, tal como refleja la ¨²ltima encuesta EDADES del Ministerio de Sanidad. ¡°Con la crisis, el adicto no deja de consumir, pero busca sustancias m¨¢s baratas¡±, alerta Ignacio Calder¨®n, director de la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD).
En un contexto de multiplicaci¨®n de sustancias, la atenci¨®n a los drogodependientes no goza de su mejor momento. ¡°Existe una laguna de prestaci¨®n de servicios¡±, alerta la ONU. De los 211.000 fallecidos por causas relacionadas con las drogas en el mundo en 2011, ¡°tan solo uno de cada seis hab¨ªa recibido tratamiento en el a?o precedente¡±, dice el informe. En Espa?a, la tijera amenaza la red asistencial y de prevenci¨®n, precisamente las v¨ªas m¨¢s importantes para solucionar el problemas de las adicciones, seg¨²n manifestaron los encuestados para el informe EDADES.
Con 3,6 millones de euros menos, el presupuesto de 2013 del Plan Nacional Sobre Drogas (PNSD), dependiente del Ministerio de Sanidad, es casi un 20% inferior al de 2012, a?o en el que ya hab¨ªa sufrido un recorte del 28,5%. Una merma que el subdirector general del PNSD, Jos¨¦ O?orbe, asegura que se compensa con el presupuesto que se obtiene por la venta de bienes decomisados en la lucha contra la droga. Aunque reconoce que la mayor parte de esta partida se destina a campa?as de prevenci¨®n y no a la atenci¨®n, ¡°que es competencia de las comunidades aut¨®nomas¡±.
La respuesta mayoritaria de las Administraciones auton¨®micas y locales a los problemas econ¨®micos es prestar el servicio de atenci¨®n a la drogodependencia a trav¨¦s de ONG. Presumiblemente m¨¢s baratas. Las entidades no lucrativas han hecho esta labor desde hace d¨¦cadas de manera complementaria al sistema p¨²blico. Este engranaje mixto funcionaba. Pero ahora las organizaciones se enfrentan a una carga de trabajo creciente y con menos presupuesto. Algunas, ahogadas, han tenido que cesar sus programas.
La masificaci¨®n y las largas listas de espera ponen en riesgo el sistema
Miguel del Nogal, psic¨®logo experto en la atenci¨®n de drogodependientes, viene observando un deterioro del sistema desde hace tres a?os. ¡°No solo por los cierres, tambi¨¦n se est¨¢ sanitarizando la terapia¡±, explica. El tratamiento de las adicciones ideal es bio-psico-social, con psic¨®logos, terapeutas, educadores, asistentes sociales, adem¨¢s de m¨¦dicos, explica Del Nogal. Pero la austeridad va en direcci¨®n contraria. En El Frago ya no tienen un equipo multidisciplinar. ¡°A los interinos, psic¨®logos y psiquiatras, los echaron¡±, asegura un trabajador de esta comunidad que prefiere permanecer en el anonimato.
Esta deriva ¡°afectar¨¢ a la calidad¡±, alerta Del Nogal. ¡°Sin psic¨®logos, el sistema se queda cojo¡±, alerta. En su opini¨®n, el tratamiento bio-psico-social es ¡°m¨¢s necesario que nunca¡±. Y explica: ¡°Para la hero¨ªna hay un antag¨®nico, la metadona, que no es una droga, pero la sustituye. Eso no existe para otras drogas¡±. No lo hay para la coca¨ªna, la droga ilegal m¨¢s consumida en Espa?a, seg¨²n un estudio publicado por Proyecto Hombre con datos de sus pacientes de 2012. Un 31,4% de las personas que atienden son adictas a esta sustancia.
Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza Salud P¨²blica e investigador de tratamientos con hero¨ªna, comparte la opini¨®n de Del Nogal. ¡°El gran problema es pensar que la droga se puede tratar solo con f¨¢rmacos. Los adictos necesitan apoyo psicol¨®gico, social y legal, que es lo que se est¨¢ quitando¡±, a?ade. Esta terapia funciona incluso con los heroin¨®manos. Lo dice con los datos de sus investigaciones en las manos. ¡°Vimos que uno de cada tres pacientes en los que la metadona hab¨ªa fracasado hasta cinco y seis veces ten¨ªan ¨¦xito tras recibir este tipo de ayuda, individual y grupalmente¡±, resume.
¡°Los adictos tardan 10 a?os en pedir ayuda, es clave la f¨¢cil accesibilidad¡±
Mucha terapia fue precisamente lo que salv¨® a Antonio Jos¨¦, sevillano de 26 a?os. ¡°Tomaba de todo. Coca¨ªna, porros, alcohol, pastillas¡ Empec¨¦ con el ¨¦xtasis a los 15 a?os¡±, relata. Este joven recuerda su adolescencia como ¡°una pesadilla¡±. ¡°Te alejas de las personas que m¨¢s quieres, solo pensaba en ganar dinero para comprar m¨¢s drogas. Por eso empec¨¦ a trapichear¡±, contin¨²a. Hace seis a?os decidi¨® pedir ayuda y ya lleva dos sin probar ninguna droga. ¡°Tampoco alcohol y eso que trabajo en un bar¡±, afirma orgulloso.
La traves¨ªa de la abstinencia de Antonio Jos¨¦ no ha sido f¨¢cil. Ha necesitado cuatro a?os de charlas, reca¨ªdas, sentimientos de fracaso y reinicios. Pero cont¨® con el apoyo de su ¡°familia¡± de Arpial, una asociaci¨®n andaluza sin ¨¢nimo de lucro que hoy atiende a m¨¢s de 200 chavales, y que tambi¨¦n afronta serios problemas econ¨®micos. ¡°Hemos tenido recortes desde que nacimos¡±, relata el presidente, Pedro Catal¨¢n. Para combatir las dificultades presupuestarias recurren a voluntarios, entre ellos Antonio Jos¨¦. Este joven se siente ¡°muy orgulloso¡± de su gesta, pero afirma que ¨¦l no podr¨ªa haber dejado las drogas solo. No cree que nadie pueda. ¡°Eso es una mentira que creamos en nuestra mente¡±, responde.
En Andaluc¨ªa, los trabajadores de entidades del sector se han manifestado contra lo que califican de ¡°desmantelamiento¡± de los programas de atenci¨®n a las adicciones. La dotaci¨®n auton¨®mica para estas organizaciones ha bajado un 45% en 2013.
¡°Si les dices que vuelvan en un mes, no lo har¨¢n¡±, dice un psic¨®logo
La precariedad se convierte en la t¨®nica de muchas ONG. En casi todas las autonom¨ªas. La Asociaci¨®n Ferrolana de Drodependencia (Asfedro), en Galicia, estaba a punto de la quiebra tras 28 a?os de trabajo. La Xunta ha tenido que adelantarles la asignaci¨®n de 2013 para salvarles del concurso de acreedores. Otras organizaciones no tienen ese respiro. Por eso han protestado en las calles contra el estrangulamiento de su red asistencial en esa comunidad. En Asturias, la Fundaci¨®n ADSIS denuncia dificultades para continuar su programa por un espacio libre de drogas en la c¨¢rcel de Villabona y ha iniciado una recogida de firmas en Change.org para que no desaparezca.
Las grandes ONG tampoco se salvan de los recortes. La Fundaci¨®n Atenea cuenta con un tercio menos de presupuesto para sus programas dirigidos a drogadictos, seg¨²n su vicepresidente, Alfonso Ram¨ªrez. ¡°Se ha producido un descenso de la alarma social y la percepci¨®n de riesgo. Y como esto es una cuesti¨®n pol¨ªtica, hay la tentaci¨®n de no prestarle atenci¨®n¡±, opina. ¡°Pero la demanda no ha dejado de existir¡±, a?ade.
Francisco Recio, director de Proyecto Hombre, una de las mayores organizaciones del sector, que atiende a 20.000 pacientes al a?o, coincide en el diagn¨®stico. ¡°Ahora hay m¨¢s personas que abusan de las drogas, pero ya no est¨¢n en la calle con una jeringuilla. Ha pasado a ser un problema privado, invisible. Y los pol¨ªticos se centran en cuestiones que producen alarma social, como ocurri¨® en los ochenta¡±, afirma. Si se cierra el grifo de la financiaci¨®n p¨²blica, dice, es l¨®gico que las organizaciones cierren centros. O busquen fondos privados. ¡°Pero nuestro sector tampoco despierta solidaridad para conseguirlos¡±, a?ade.
Hay m¨¢s consumo de drogas pero al no verse en la calle no causa alarma
Los profesionales concuerdan en se?alar que los cierres y la reducci¨®n de recursos humanos ponen en riesgo un modelo consolidado. Nadie se queda sin asistencia, repiten, pero las listas de espera de los centros que quedan aumentan considerablemente. ¡°Se masifican y baja la calidad¡±, alerta el psic¨®logo Miguel del Nogal. Joan Carles March reconoce que cuando pregunta a sus pacientes en qu¨¦ les afecta la crisis, ¡°casi todos se quejan de retrasos y menor accesibilidad a la asistencia¡±. En opini¨®n de Del Nogal, estas dificultades se traducen en m¨¢s reca¨ªdas de los pacientes que, por sus caracter¨ªsticas, requieren de un seguimiento estrecho para que no abandonen la terapia. ¡°Se trata de poder atenderles en ese momento en el que piensan ¡®si por una vez m¨¢s no pasa nada¡±, explica. ¡°La atenci¨®n a los drogodependientes se basa en la motivaci¨®n. Cuando dan el paso de pedir ayuda, hay estrategias para que vengan y contin¨²en la terapia. Pero si les dices que vuelvan en un mes, es muy probable que no lo hagan¡±, a?ade. La f¨¢cil accesibilidad a los recursos es clave si se tiene en cuenta que los adictos tardan de media 10 a?os en pedir ayuda profesional, seg¨²n el estudio de Proyecto Hombre.
Una v¨ªa para evitar las esperas es acudir a centros privados, pero no est¨¢n al alcance de todos, menos a¨²n con la crisis. Bien lo sabe Carmelo Ciudad. Tiene un familiar a su cargo adicto a las anfetaminas que recibe terapia en una comunidad terap¨¦utica, separado de su entorno. De no haber una red p¨²blica, este profesor no cree que hubiera podido costear a su allegado un tratamiento privado. ¡°Si estos enfermos no est¨¢n en un centro especializado, tendr¨¢n que estar en otro sitio. Un hospital o la c¨¢rcel. Eso tampoco es rentable¡±, opina.
Los recortes en las ayudas sociales dificultan a¨²n m¨¢s la reinserci¨®n
Cruz Roja es otra de las grandes ONG que ha sufrido la tijera. Desde enero cuenta con dos centros menos en la Comunidad de Madrid, que no renov¨® el convenio con la organizaci¨®n. La medida, que afect¨® tambi¨¦n a otras dos entidades, oblig¨® a derivar a 1.200 pacientes a centros p¨²blicos ya existentes. Jes¨²s Hern¨¢ndez, responsable del Plan de Salud de Cruz Roja, cree, sin embargo, que la crisis tiene otros efectos negativos sobre los pacientes, mayores incluso que los ocasionados por los cierres. En este sentido, pone el foco en ¡°los recortes asociados a las rentas b¨¢sicas de inserci¨®n o el acceso al trabajo de estas personas¡±. Unos factores que, dice, pueden agravar la situaci¨®n de exclusi¨®n del colectivo.
El estigma es, sin duda, una segunda carga contra la que tienen que luchar los enfermos. Tras su pelea contra las drogas, Antonio Jos¨¦ asegura que todav¨ªa es ¡°el drogadicto que hac¨ªa cosas malas¡± en su pueblo. ?l no quiere hacer borr¨®n de su pasado ¡ª¡°no tengo que olvidar de d¨®nde vengo¡±, dice¡ª, pero necesita mirar al futuro. Ahora solo piensa en conservar su empleo y formar una familia con su novia. Clara tambi¨¦n siente el peso del rechazo. ¡°No me averg¨¹enzo porque he salido¡±, dice. Pero prefiere mantener el anonimato para proteger a sus hijos. ¡°Mucha gente no sabe lo que me ha pasado¡±.
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