La caza al ecologista
Los activistas ambientales son verdaderos h¨¦roes que trabajan muchas veces en el anonimato
En Brasil, estas venganzas contra los que denuncian cr¨ªmenes de corrupci¨®n o ambientales son, desgraciadamente, corrientes y hasta la prensa les dedica poco espacio. Los que act¨²an en este campo, desde el famoso asesinato de Chico Mendes, s¨ªmbolo de la lucha ecol¨®gica, son verdaderos h¨¦roes que trabajan muchas veces en el anonimato. Ni los medios locales, subrayan desde la ONG Instituto Terra, hab¨ªan recogido en sus p¨¢ginas las denuncias que lleva a?os realizando el bi¨®logo espa?ol.
Los criminales act¨²an con relativa tranquilidad, amparados por la conocida impunidad que existe contra el crimen y la lentitud de la justicia brasile?a. Solo un ejemplo. Reyfran das Neves Sales, reo confeso del asesinato, el 12 de febrero de 2005, de la monja norteamericana, Dorothy Stang, de 73 a?os, una activista que combat¨ªa a los madereros que destru¨ªan la selva amaz¨®nica, fue condenado en 2005 a 27 a?os de c¨¢rcel. Cumpli¨® 8 y fue puesto en libertad por buena conducta. Tampoco se sabe nada del paradero de los cinco sospechosos detenidos por el
asesinato, en 2011, del periodista Valerio Nascimento, crimen relacionado con sus investigaciones contra cr¨ªmenes de corrupci¨®n, en la misma localidad donde actuaba Alonso.
El Gobierno de Brasil ha dictado normas severas contra los cr¨ªmenes ambientales, pero generalmente los poderes locales donde operan los ecologistas suelen actuar en connivencia con el crimen.
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