Cuando el ojo que todo lo ve es el del jefe
La tecnolog¨ªa ha dado a la empresa un poder casi ilimitado para vigilar al trabajador En Espa?a, el control no es excesivo pero algunas pr¨¢cticas chocan con derechos
Un sencillo y econ¨®mico programa permite grabar las teclas que un trabajador pulsa en el ordenador a lo largo de la jornada. Otra aplicaci¨®n igualmente barata en el tel¨¦fono m¨®vil de empresa permite almacenar todos los mensajes que env¨ªa y recibe, e incluso los que son eliminados. Quien no tiene controlado a un trabajador hoy en d¨ªa es porque no quiere.
La tecnolog¨ªa que invade la vida cotidiana del ser humano tiene ventajas de ida y vuelta. Lo que se gana en libertad de acceso e informaci¨®n se pierde en privacidad, podr¨ªa decirse en l¨ªneas generales. El ciudadano se ha vuelto muy permisivo en materia de intimidad, como lo demuestra el uso expansivo de las redes sociales, pero no parece importarle tanto ser espiado por la CIA o por un hacker agazapado en cualquier parte del mundo como si quien est¨¢ detr¨¢s controlando es su propio jefe. La cuesti¨®n es que la tecnolog¨ªa tiene doble uso: yo disfruto, alguien controla.
¡°Un empleado debe ser consciente de que un terminal entregado por la compa?¨ªa es una herramienta a cargo de la empresa y debe leerse detenidamente la pol¨ªtica de seguridad que firma cuando entra a trabajar¡±, afirma Chema Alonso, un experto en asuntos de seguridad en la Red. ¡°Por ejemplo, hay herramientas como WhatsApp Anti-Delete Protection Tool que permite al due?o del terminal evitar que se pueda eliminar ning¨²n mensaje de WhatsApp, por lo que si la empresa entrega unos terminales con WhatsApp a los empleados y estos los usan de manera personal, siempre se podr¨¢ acceder a toda la informaci¨®n que haya enviado¡±. ¡°Esto sucede con todos los equipos que est¨¦n administrados por la empresa¡±, a?ade Alonso, ¡°ya que es posible controlar no solo la pulsaci¨®n de teclas, sino hasta la grabaci¨®n de la pantalla con herramientas del sistema como Problem Step Recorder, a cargo del administrador¡±. ¡°Y as¨ª hasta el infinito¡±, termina Alonso.
Protecci¨®n de Datos abri¨® expediente a la Guardia Civil por usar el GPS sin avisar
Hace unas semanas, se supo que la Agencia de Protecci¨®n de Datos hab¨ªa abierto expediente a la Guardia Civil por no avisar a sus agentes de que el GPS instalado en la flota automovil¨ªstica de la instituci¨®n aceptaba un doble uso: saber su localizaci¨®n a efectos de controlar su trabajo. El GPS permit¨ªa actuar con mayor eficacia en el env¨ªo de dotaciones ante cualquier emergencia, pero tambi¨¦n saber si los patrulleros se hab¨ªan parado en una cafeter¨ªa m¨¢s tiempo del razonable. Protecci¨®n de Datos dejaba claro que usar la tecnolog¨ªa para vigilar al trabajador no era el problema. El problema era avisarle con antelaci¨®n.
Esa mera precauci¨®n no parece materia suficiente para dar carta libre al empresario a la hora de controlar al trabajador. As¨ª lo manifiestan portavoces de sindicatos, de empresas de recursos humanos y tambi¨¦n expertos jur¨ªdicos como Susana Rodr¨ªguez Escanciano, catedr¨¢tica de Derecho del Trabajo de la Universidad de Le¨®n. Una primera conclusi¨®n que se puede obtener es la de que el preaviso no justifica el abuso y de que la legislaci¨®n no se ha enterado todav¨ªa de c¨®mo avanzan y de qu¨¦ son capaces los programas inform¨¢ticos y las nuevas tecnolog¨ªas. Estas ¡°est¨¢n reforzando el ojo electr¨®nico, haci¨¦ndolo penetrante, dominante y ubicuo¡±, escribe la catedr¨¢tica Escanciano en un art¨ªculo espec¨ªfico sobre este asunto publicado en la revista especializada La Ley.
¡°La tecnificaci¨®n e informatizaci¨®n, como instrumentos de vigilancia, conceden al empresario (por v¨ªa directa o indirecta) una fuerza de choque superior a la derivada de su poder tradicional de direcci¨®n o disciplinario e introducen un elemento nuevo¡±, a?ade, ¡°capaz de provocar la ruptura en el necesario equilibrio de intereses, pues, reconocido el derecho del empresario a adoptar las medidas que estime m¨¢s oportunas para verificar el cumplimiento por el trabajador de sus obligaciones y deberes laborales, y conscientes de que efectivamente la t¨¦cnica y la inform¨¢tica permiten obtener una serie de ventajas no solo de organizaci¨®n y gesti¨®n, sino tambi¨¦n de vigilancia, no cabe dejar de observar tampoco c¨®mo, al tiempo, suponen un riesgo para determinados derechos fundamentales de la persona, tales como la libertad, la dignidad y, especialmente, la intimidad¡±.
La vigilancia se da para detectar al empleado infiel y al t¨®xico
Escanciano concluye que la legislaci¨®n espa?ola permanece ¡°ayuna de regulaci¨®n m¨¢s concreta¡± y que ¡°la jurisprudencia es incapaz de proporcionar una soluci¨®n global y cerrada al problema¡±. El ¨²nico criterio de valoraci¨®n es el emanado del Constitucional, el ¡°inseguro principio de proporcionalidad¡±.
Desde el lado empresarial, la preocupaci¨®n no es el derecho del trabajador a la privacidad, como uno se puede imaginar. De un viaje por los numerosos institutos o consultor¨ªas que reparten consejos y recomendaciones al empresario se deduce que los principales objetivos que alientan la vigilancia sobre el trabajador ser¨ªan dos: la b¨²squeda del empleado infiel o la neutralizaci¨®n del conocido como ¡°empleado t¨®xico¡±, que, en resumidas cuentas, es ese personaje que crea mal ambiente, da mal ejemplo o simplemente se escaquea. Es m¨¢s, la crisis econ¨®mica ha originado el ya conocido fen¨®meno del presentismo, seg¨²n el cual cada vez hay m¨¢s empleados que aumentan su jornada laboral y no se levantan de la silla (aunque no hagan nada) por miedo a perder su puesto de trabajo. El presentista forma parte ya de la denominaci¨®n del ¡°empleado t¨®xico¡±.
Pues bien, de los muchos estudios, encuestas y an¨¢lisis en vigor, se deduce que el empresario espa?ol es descuidado en el terreno del control del trabajador: se controla poco y se permite demasiado. Es decir, es demasiado tolerante y sanciona poco. Seg¨²n una encuesta divulgada por la empresa Colt Data Centre Services, el 98% de los empleados de empresas con una facturaci¨®n m¨ªnima de 50 millones de euros al a?o tienen acceso a Internet y al correo electr¨®nico. Seg¨²n esa misma encuesta, el 41% de las empresas permiten un uso moderado de los sistemas inform¨¢ticos corporativos, frente a un 29% en 2002, lo cual quiere decir que la tolerancia ha aumentado.
M¨¢s tolerancia
- El 98% de los empleados de empresas con una facturaci¨®n m¨ªnima de 50 millones de euros al a?o tienen acceso a Internet y al correo electr¨®nico.
- El 41% de las empresas permiten un uso moderado de los sistemas inform¨¢ticos corporativos, frente a un 29% en 2002, lo cual quiere decir que la tolerancia ha aumentado.
- Un 26% de las empresas encuestadas no tiene mecanismos t¨¦cnicos para evitar que un empleado almacene informaci¨®n en soportes extra¨ªbles como pendrive o CD y un 35% no tiene ninguna pol¨ªtica limitativa al respecto. El 50% ni siquiera tiene un protocolo de actuaci¨®n.
- El 90% de los incidentes se deben al uso de los medios profesionales para usos particulares, un 45% a descargas ilegales y un 36% al mal uso o revelaci¨®n de informaci¨®n confidencial.
El citado estudio revela tambi¨¦n que un 26% de las empresas encuestadas no tiene mecanismos t¨¦cnicos para evitar que un empleado almacene informaci¨®n en soportes extra¨ªbles como pendrive o CD y un 35% no tiene ninguna pol¨ªtica limitativa al respecto. El 50% ni siquiera tiene un protocolo de actuaci¨®n.
A la hora de reportar incidentes, el 90% de los casos se deben al uso de los medios profesionales para usos particulares, un 45% a descargas ilegales y un 36% al mal uso o revelaci¨®n de informaci¨®n confidencial. El estudio hace hincapi¨¦ en que muchos empresarios espa?oles no son conscientes de que tienen una obligaci¨®n de ¡°custodiar la informaci¨®n entregada por un tercero¡±.
En la literatura dirigida al empresario se encuentran t¨¦rminos como ¡°atm¨®sfera del anonimato como un elemento crimi-n¨®geno relevante¡±. Estamos ante el trabajador convertido en un delincuente potencial dispuesto a difundir datos internos a la competencia o datos relevantes de clientes. Los escritos m¨¢s impactantes, aquellos que se dirigen al coraz¨®n del empresario para concienciarle, no se andan por las ramas: el enemigo est¨¢ en casa.
Vistas las dos caras de la moneda (el derecho a la intimidad y el derecho a controlar), el debate no se limita a los aspectos jur¨ªdicos. La invasi¨®n tecnol¨®gica genera tambi¨¦n otras consecuencias sobre la salud del trabajador. La catedr¨¢tica Escanciano cita en su estudio la aparici¨®n del tecnoestr¨¦s en el entorno del trabajador, obligado a actualizarse continuamente para adaptarse al manejo de una tecnolog¨ªa cambiante. Distingue as¨ª dos comportamientos. Uno es la tecnofobia, que afecta a ese trabajador que rechaza la tecnolog¨ªa porque se siente incapaz o inc¨®modo en su uso o aprendizaje. La otra es la tecnofilia, el caso contrario, el de aquel trabajador que se vuelve autista por momentos y no conoce m¨¢s placer aparente que relacionarse con todo tipo de aparatos.
Marisa Rufino, secretaria de Salud Laboral de UGT, tambi¨¦n va m¨¢s all¨¢ y observa en el control que se hace del trabajador una nueva forma de violencia ps¨ªquica. ¡°Aun cuando el trabajador est¨¦ informado, aun cuando no haya vulneraci¨®n de derechos y exista un marco pactado¡±, sostiene Rufino, ¡°hay determinadas formas de control que deber¨ªan estar evaluadas porque pueden generar un cierto estr¨¦s, una ansiedad, una forma de violencia psicol¨®gica, en fin, un impacto negativo en la salud del trabajador¡±. No hay datos relevantes ni estudios sobre esta materia como para precisar la naturaleza de tales da?os.
Seg¨²n UGT, hay formas de control que causan ansiedad y da?an la salud
En un horizonte en el que la tecnolog¨ªa es cada vez m¨¢s invasiva y evoluciona a un ritmo sideral, de tal manera que el trabajador est¨¢ expuesto a ser controlado incluso fuera de la ¨®rbita laboral, la legislaci¨®n deber¨¢ adaptarse a nuevas situaciones. No ser¨¢ el derecho a la intimidad el ¨²nico operativo.
As¨ª aparece el ¡°derecho de desconexi¨®n¡±. Ante la posibilidad de que la empresa ¡°utilice el tel¨¦fono como cauce para tener controlado al empleado y poder impartirle instrucciones aun fuera de las horas de trabajo¡±, escribe la catedr¨¢tica Escanciano, ¡°debe ir cobrando fuerza el llamado derecho de desconexi¨®n del trabajador, habida cuenta de que podr¨ªa resultar notablemente perjudicado en sus derechos e intereses si se le obliga a mantener un contacto ininterrumpido y en todo momento con la empresa, pues quedan sobrepasadas las facultades normales y regulares que confiere al empresario si se exige a los empleados estar pendientes de recibir instrucciones en todo momento, incluso en horas no coincidentes con la jornada de trabajo¡±.
Y otro nuevo derecho ser¨¢ el ¡°derecho a la autodeterminaci¨®n informativa¡± del trabajador. Escanciano explica que este derecho debe ser estudiado en ¡°tanto en cuanto el ordenador ampl¨ªa las posibilidades de acumulaci¨®n de datos de los trabajadores, aumenta la capacidad de combinaci¨®n de los mismos a trav¨¦s de la formaci¨®n de perfiles, y aporta mayores posibilidades de acceso y de transmisi¨®n a terceros de dicha informaci¨®n¡±.
Es evidente que Google sabe mucho de nosotros mismos, quiz¨¢s demasiado. Y es evidente que el doble uso de la tecnolog¨ªa permite al empresario, al patr¨®n, tener un conocimiento y, sobre todo, un poder como no hab¨ªa conocido. Entendido el problema como una contienda, la conclusi¨®n es que la protecci¨®n de los derechos del trabajador va muy por detr¨¢s del poder que ofrece el desarrollo de la tecnolog¨ªa.
Adem¨¢s del derecho a la intimidad est¨¢ el derecho de desconexi¨®n
Pero si se lee entre l¨ªneas en las publicaciones dirigidas a empresarios se encuentra alguna otra explicaci¨®n diferente de aquella del ¡°enemigo en casa¡±. La soluci¨®n no parece estar exclusivamente, aceptan estas publicaciones, en combatir al trabajador por todos los medios porque algunas causas que pueden estar detr¨¢s de comportamientos an¨®malos del empleado son ¡°la falta de v¨ªnculos de integraci¨®n¡±, su ¡°falta de identificaci¨®n con la compa?¨ªa¡± y la ¡°carencia de motivaciones positivas desde el punto de vista emocional¡±.
Es decir, si el trabajador est¨¢ satisfecho no tendr¨¢ motivos para ser infiel o hacerse t¨®xico. Y, por tanto, no habr¨¢ que dudar de su trabajo. ?Es un trabajador feliz y satisfecho un hombre m¨¢s productivo y, sobre todo, m¨¢s leal a la empresa?
En este punto se entra en otro terreno. ?Es m¨¢s leal a la empresa un trabajador con un comportamiento intachable o un ejecutivo que se autoadjudica pensiones millonarias independientemente de la marcha de la empresa? ?Qu¨¦ ha pasado con la lealtad en una ¨¦poca en la que los altos ejecutivos viven pendientes de sus elevadas retribuciones y los empleados comprueban que sus sueldos se deval¨²an mientras la rescisi¨®n de sus contratos es cada vez m¨¢s econ¨®mica?
La lealtad, como la felicidad, es un intangible, sin reflejo en los balances de las empresas. Seg¨²n Margarita ?lvarez, directora de Marketing y Comunicaci¨®n de Adecco, ¡°los empleados felices lideran y negocian mejor que el resto y se adaptan mejor a las situaciones de estr¨¦s y drama. En definitiva, son m¨¢s productivos. Aunque hasta ahora la felicidad haya sido un aspecto olvidado en la cultura empresarial, contar con una plantilla feliz puede ser la clave que te diferencie de tu competencia¡±. Seg¨²n una encuesta de Adecco, un 96,35% de los trabajadores preguntados han afirmado rotundamente que si fueran m¨¢s felices en su trabajo rendir¨ªan m¨¢s. Y para ellos el sueldo no es lo primero o ¨²nico que podr¨ªa aportarles mayor satisfacci¨®n en su puesto. En primer lugar, consideran imprescindible un buen ambiente de trabajo, seguido de estabilidad, realizaci¨®n personal y el desarrollo de sus habilidades. A pesar de los tiempos que corren, el 63,98% estar¨ªa dispuesto a sacrificar parte de su salario en beneficio de esa felicidad laboral, aunque un 54,5% de los encuestados piensa que un cambio de funciones en su trabajo actual les podr¨ªa aportar mayor satisfacci¨®n.
Sin embargo, estas reflexiones son todav¨ªa incipientes en el mundo empresarial, donde la tecnolog¨ªa ha de ser aplicada para rendir mayores beneficios y no para procurar satisfacci¨®n personal. Y en ese cl¨¢sico esquema del beneficio a trav¨¦s de la productividad, no caben dudas: el enemigo est¨¢ dentro, luego hay que controlarlo.
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