Cerco a las novatadas
Colegios mayores y campus espa?oles luchan contra una lacra que sufren cada a?o los alumnos Su pr¨¢ctica sigue estando bien vista
Plat¨®n ya hablaba de ellas en sus escritos y, 25 siglos despu¨¦s, las novatadas siguen a la orden del d¨ªa. ¡°Cada noche puedo o¨ªrlas desde mi residencia¡±, contaba esta semana el director de un colegio mayor madrile?o. Alcohol forzado, humillaciones, abusos de poder. ¡°Empezaron el mismo d¨ªa que lleg¨® al colegio, mi hijo nunca hab¨ªa bebido hasta entonces¡±, cuenta Salud Serrano, madre de un universitario que fue novato el curso pasado. La mayor¨ªa de los colegios mayores de Espa?a (125 de 160, aglutinados en una misma asociaci¨®n) iniciaron una ofensiva este mes con un comunicado en el que denuncian que estas pr¨¢cticas atacan a la libertad. Quieren acabar con el ¡°pacto de silencio¡± de una tradici¨®n que casa mal con el esp¨ªritu universitario, y que Espa?a deje atr¨¢s la lacra que vuelve cada curso a los campus. No parece un cometido f¨¢cil.
El origen de esta ¨²ltima avanzadilla tuvo lugar hace dos a?os. En octubre de 2011, tres estudiantes reci¨¦n llegados al Colexio Maior San Agust¨ªn, en Santiago de Compostela, acabaron en un hospital por lesiones en los ojos despu¨¦s de que les arrojaran en plena calle un detergente muy corrosivo como una novatada m¨¢s. Las luces de alarma volvieron a encenderse.
¡°?Es que hace falta que alguien se muera para que se pare esto?¡±. La psic¨®loga Loreto Gonz¨¢lez lanza la pregunta al aire. Despu¨¦s del episodio de Santiago, comenz¨® a gestar con otros colegas la asociaci¨®n No M¨¢s Novatadas, tras ganar peso en los ¨²ltimos meses, espera iniciar contactos pol¨ªticos en octubre para abordar el tema de forma global. Hay varios caminos: incluirlas en el C¨®digo Penal, como hace Francia; investigarlas y denunciarlas en profundidad, como ocurre en Estados Unidos. El primer paso ya est¨¢ dado: convertirlo en un problema social.
No M¨¢s Novatadas contact¨® con seis colegios mayores de Madrid ¡ªen la capital se concentran m¨¢s de un tercio de las plazas colegiales de Espa?a¡ª y comenzaron a fraguar el comunicado que han suscrito la mayor¨ªa de las residencias estudiantiles y media docena de universidades p¨²blicas y privadas. Denuncian que las novatadas crean situaciones ¡°injustificadas de maltrato, acoso y humillaci¨®n¡± y piden la colaboraci¨®n de instituciones ¡°educativas, jur¨ªdicas y pol¨ªticas¡± para acabar con estas situaciones que creen abusivas y quedan lejos de ser ¡°bromas inocentes¡± de iniciaci¨®n. Todas las novatadas son condenables, sostienen los centros, porque traspasan el l¨ªmite de ¡°doblegamiento de la voluntad a trav¨¦s de la coacci¨®n psicol¨®gica o f¨ªsica¡±.
Desde el Consejo de Colegios Mayores, que aglutina a los 125 firmantes, se encarg¨® adem¨¢s un estudio a la Universidad Pontificia de Comillas, Novatadas. Conocer para entender. El estudio analiza el fen¨®meno pero no incluye cifras, porque no existen. Espa?a carece de estad¨ªsticas de casos y denuncias, como otros pa¨ªses. Estados Unidos atesora todo tipo de datos, como las 173 v¨ªctimas mortales documentadas desde 1970 hasta 2013 como consecuencia directa de una novatada, la gran mayor¨ªa relacionadas con el alcohol, seg¨²n recoge el citado libro de la Pontificia, que firman la vicerrectora de Servicios a la Comunidad Universitaria, Ana Garc¨ªa-Mina, y la psic¨®loga Ana Aizp¨²n Marcitllach.
¡°Me pongo de los nervios cuando veo que sigue pasando¡±. Enrique Rodr¨ªguez se plant¨® hace ya 18 a?os. Abandon¨® el centro con otros dos compa?eros a la semana de llegar desde Tenerife, con la mayor¨ªa de edad reci¨¦n cumplida y mucho miedo a quedar fuera del grupo. Entonces, en 1996, lo denunci¨® con iniciales en EL PA?S y otros medios de comunicaci¨®n.
Rodr¨ªguez, que hoy tiene 36 a?os, describi¨® el trato ¡°fascista¡± de los veteranos. Les obligaron a salir en albornoz al pasillo y los hacinaron a todos semidesnudos en una habitaci¨®n para dormir. Se march¨® a un piso con la ayuda de sus padres. Hace unos meses, se encontr¨® con uno de aquellos veteranos en un supermercado. ¡°?No te acuerdas de m¨ª? Pues yo una cara como la tuya no la voy a olvidar nunca¡±, le dijo frente a frente. Luego se dio la vuelta y se march¨®, dejando nervioso a aquel estudiante por el que tuvo que abandonar la residencia. ¡°Me qued¨¦ con las ganas de preguntarle a qu¨¦ se dedicaba. Imagina que ahora uno de ellos es tu m¨¦dico, un juez, un polic¨ªa... Ellos, la misma gente a quien las novatadas les parec¨ªan una tradici¨®n a mantener¡±.
¡°Imagina que un agresor es ahora un juez o un m¨¦dico¡±, dice una v¨ªctima
A Rodr¨ªguez se le quedaron un par de espinitas clavadas. Le hubiera gustado negarse a seguir las novatadas y no olvida el trato que recibi¨® del centro: ¡°El director le dijo a mi padre que no nos integr¨¢bamos¡±. Hoy en d¨ªa, esto ¨²ltimo parece impensable.
¡°El discurso ha cambiado afortunadamente, pero ha sido poco a poco y no significa que los directores sepan c¨®mo atajarlo¡±, explica Jos¨¦ Ignacio Gautier, director del colegio mayor Chaminade de Madrid desde 1977. Recuerda sus inicios al frente del centro, cuando la democracia espa?ola empezaba a sacar cabeza. ¡°Yo mismo me encontr¨¦ en lo que llamaban el examen del novato, una prueba en la que los veteranos hac¨ªan controles a los nuevos. Fui c¨®mplice casi sin darme cuenta¡±, admite. El suyo, en cualquier caso, es un centro que se pone como ejemplo contrario. Hace m¨¢s de 20 a?os que en el Chaminade no hay novatadas por decisi¨®n de sus alumnos. ¡°Ten¨ªan un aula de derechos humanos y ellos mismos plantearon que eso no se deb¨ªa consentir, no se pod¨ªa pedir dignidad si no se daba¡±, recuerda. Hicieron una oficina del novato donde recib¨ªan las quejas de colegiales de otros centros. ¡°Aquello se convirti¨® en una se?a de identidad del colegio¡±, recuerda el director. Su clave en este asunto va m¨¢s all¨¢ de redactar una normativa legal: ¡°La ¨²nica forma de atajarlo es incidir en una educaci¨®n democr¨¢tica, establecer un escenario de convivencia en el que se trate a los estudiantes como adultos y como iguales¡±. En su centro, por ejemplo, no hay jerarqu¨ªas: el Chaminade ha desechado t¨¦rminos como veteranos o novatos.
El colegio Mayor Pedro Biteri, de la Universidad Mondrag¨®n, tambi¨¦n busc¨® un sistema alternativo a la creencia de que las novatadas ¡°son bromas inocentes para la integraci¨®n¡± de los nuevos, como denuncia el comunicado conjunto. En los primeros d¨ªas del curso, re¨²nen a los colegiales reci¨¦n llegados y los llevan de convivencia a un caser¨ªo. ¡°Hacemos caminatas de horas, preparamos la cena juntos, les ayudamos a estrechar lazos para que no tengan que pasar por eso¡±, explica el director del centro mixto, Mikel Aranburu.
El asturiano A. G. G. tuvo que negarse por su cuenta. Fue novato, pero no quiso ser veterano. ¡°Lo peor fue cuando me afeitaron las cejas, solo me dejaron la parte central, se burlaron de m¨ª¡±, relata. Lleg¨® a Madrid con 18 a?os para empezar su vida universitaria. Su caso es de hace apenas un lustro. Pide no dar detalles de fechas o nombres para que no se le identifique. Relata por tel¨¦fono c¨®mo durante casi un mes tuvo que dejar la habitaci¨®n abierta cada noche para que entraran los mayores, que le hicieron beber alcohol hasta rozar el coma et¨ªlico: ¡°La mayor parte del tiempo est¨¢s borracho¡±. Recuerda que no participaban todos, pero s¨ª ¡°m¨¢s de la mitad¡± de los veteranos. ¡°Pas¨¦ miedo, por las noches llamaba a mis padres. Ellos sufrieron mucho¡±. Despu¨¦s de aquel mes, decidi¨® quedarse el resto de la carrera en el mismo colegio mayor. Uno de sus compa?eros de a?o ¡ª¡°el que peor lo pas¨®¡±, asegura¡ª acab¨® convertido en ¡°en un aut¨¦ntico s¨¢dico los a?os siguientes, uno de los peores¡±. ?l se neg¨® a perpetuar la ceremonia de iniciaci¨®n. ¡°Me cost¨® que no me hablara alg¨²n impresentable, pero no estaba dispuesto a repetirlo¡±. Asegura que cont¨® con el apoyo de los curas de su colegio, pero ¡°no pod¨ªan hacer mucho¡±. La mayor¨ªa de las novatadas se producen fuera de los colegios, en parques, pisos de antiguos alumnos o discotecas. El estudiante asturiano, como la mayor¨ªa, no lo denunci¨®.
¡°Pas¨¦ miedo, llamaba a mis padres cada noche¡±, cuenta otro afectado
¡°Mi hijo lo asumi¨® como una prueba que ten¨ªa que pasar, era la actitud del guerrero¡±. Salud Serrano, de 47 a?os y residente en C¨®rdoba, pas¨® el mes m¨¢s largo de su vida hace un a?o. Mand¨® a su chico mayor a Madrid, tambi¨¦n con 18 a?os reci¨¦n cumplidos. Lo estrellaban contra los setos con el torso desnudo, ella lo vio vomitar desde la c¨¢mara web del ordenador, le hicieron comer alimento para gatos en el piso de un excolegial, lo dejaron horas en un armario achicharr¨¢ndose con un calefactor puesto. Su hijo, que hablaba con ellos a menudo, les pidi¨® que le dejaran aguantar, que no denunciaran nada, que no lo pusieran en evidencia. ¡°Son las fuerzas del orden, los pol¨ªticos, los rectores los que tienen que tomar medidas¡±, reclama esta madre, ¡°porque eso ocurre en las explanadas, al aire libre, donde la polic¨ªa puede y debe actuar¡±.
¡°Los afectados normalmente no quieren denunciar por miedo. Y los que dan un paso al frente, se encuentran con que el sistema no est¨¢ preparado para asumir su denuncia¡±, se?ala Loreto Gonz¨¢lez, la psic¨®loga de No m¨¢s novatadas. El estudio de Comillas tambi¨¦n reclama que se apliquen sanciones de forma ¡°clara, coherente y consistente¡± para que las novatadas salgan definitivamente del inicio de curso universitario. Los colegios mayores ya lo han sacado a la luz de forma conjunta, como ocurri¨® antes con el acoso escolar o mucho antes con la violencia de g¨¦nero: no son bromas inocentes, son una forma de humillaci¨®n, claman. Ni los exnovatos ni la madre de entrevistados para este reportaje consideran que les hayan quedado secuelas por lo ocurrido, pero la psic¨®loga Loreto Gonz¨¢lez cree que est¨¢n ah¨ª: ¡°La humillaci¨®n el abuso, el maltrato, siempre dejan una huella, aunque sea en la manera de pensar¡±.
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