¡°Mi beb¨¦ no naci¨®, agoniz¨®¡±
La mujer que denunci¨® a Costa Rica ante la CIDH por haberle negado el derecho al aborto terap¨¦utico que le faculta la ley cuenta su experiencia
A su lado otra mujer daba a luz a un ni?o. Aurora pod¨ªa escuchar el llanto mientras segu¨ªa el protocolo adecuado para parir a su beb¨¦ en absoluto silencio, sabiendo que al nacer comenzar¨ªa una breve cuenta regresiva hacia la muerte. As¨ª se lo hab¨ªan dicho seis meses antes. ¡°Los m¨¦dicos dijeron que vivi¨® cinco minutos, pero en realidad agoniz¨® cinco minutos¡±, recuerda Aurora, como se hace conocer la mujer que denuncia a Costa Rica ante la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por no haberle permitido el aborto terap¨¦utico.
Ahora, nueve meses despu¨¦s del parto, accede a relatar su experiencia a EL PA?S, consciente de que su caso no es ¨²nico en este pa¨ªs donde la letra de la ley permite el aborto terap¨¦utico, pero solo la letra.
El parto fue la noche del s¨¢bado 29 de diciembre del 2012 en el hospital Max Peralta, en Cartago, al este de San Jos¨¦. Fue una ces¨¢rea despu¨¦s de 10 horas de esperar que Aurora dilatara, pero sus dolores de contracciones no eran premonici¨®n de nada. Esos mismos dolores los padeci¨® durante muchas de las 29 semanas que tuvo en su vientre un feto con cero posibilidades de nacer y vivir. Adem¨¢s de una escoliosis severa, el feto ten¨ªa el s¨ªndrome de pared abdomen; sus ¨®rganos estaban expuestos y no desarroll¨® sus piernas. No alcanz¨® tampoco a desarrollar su sexo, pero Aurora y su esposo supusieron que era un hombre y lo llamaron Manuel.
¡°Yo preguntaba si era hombre o mujer para comprarle la ropita para enterrarlo, pero nunca supimos bien y, por las facciones de la carita, asumimos que era un hombre¡±, cuenta Aurora, una devota evang¨¦lica que pide separar leyes y doctrinas religiosas. Ella le pudo ver el rostro en directo cuando naci¨®, antes de que lo trasladaran a la morgue. El personal m¨¦dico envolvi¨® el cuerpo del beb¨¦ de manera que la madre viera solo la cara y no m¨¢s. La amiga que la acompa?¨® en el parto, cirujana de profesi¨®n, s¨ª mir¨® el cuerpo del ni?o y dijo que fue lo m¨¢s impresionante que hab¨ªa visto en su carrera.
¡°No puedo entender c¨®mo el doctor que diagnostic¨® la enfermedad de mi beb¨¦ dijo que no iba a sufrir. ?l se estuvo ahogando en mi vientre por semanas, con los pulmones fuera del cuerpo, destripado por mis ¨®rganos. Despu¨¦s supe que aspir¨® su propia materia fecal, hasta que naci¨®. Aunque ¨¦l no naci¨®, ¨¦l agoniz¨® cinco minutos¡±, relata Aurora, de 33 a?os, quien cree que los m¨¦dicos no quisieron tramitar el aborto terap¨¦utico?por miedo, aunque lo permite el C¨®digo Penal costarricense para casos en que est¨¦ en riesgo la salud de la madre.
¡°Yo me pas¨¦ vomitando todos esos meses. Hasta un vaso de agua me provocaba el v¨®mito aunque me inyectara. Me advirtieron de un riesgo alto de estr¨¦s postraum¨¢tico y ahora s¨¦ que mis ri?ones tambi¨¦n sufrieron un da?o¡±. Rechaz¨® tomar ansiol¨ªticos y no dejaba de leer los comentarios de las noticias sobre su caso, ¡°solo para confirmar el grado de ignorancia en asuntos sobre aborto terap¨¦utico¡±. Le¨ªa tambi¨¦n sobre la situaci¨®n m¨¦dica de su beb¨¦, la suya y sobre otras mujeres en otros pa¨ªses. Ahora, aunque ya soport¨® estar embarazada de un feto inviable, dice estar comprometida con la causa.
¡°Que nadie tenga que vivir lo que vivimos mi beb¨¦ y yo. Por eso estoy en esto (denuncia ante la CIDH) aunque s¨¦ que puedo pasar muchos a?os¡±. Lo hace con apoyo del grupo Colectiva por el Derecho a Decidir, cuyo personal la acompa?¨® a algunas de las citas m¨¦dicas y reuniones con abogados del hospital Calder¨®n Guardia, en San Jos¨¦, donde rechazaron la posibilidad del aborto terap¨¦utico. La posibilidad de un aborto clandestino, como hacen decenas de miles de mujeres en este pa¨ªs, no se le pas¨® por la cabeza.
El jefe del Servicio de Obstetricia del centro m¨¦dico, Jorge Gregorio Barboza, dijo a EL PA?S que era sabida la inviabilidad del feto y que los m¨¦dicos opinaban que el embarazo deb¨ªa interrumpirse, pero que se limitaron a respetar lo que dice el C¨®digo Penal. Opin¨® que la salud de la madre no estaba en riesgo. ¡°Ella se enfrentaba a los mismos riesgos que cualquier otra mujer embarazada¡±, contest¨® el m¨¦dico, quien admiti¨® el temor de exceder lo que dice la ley y arriesgarse a una condena de c¨¢rcel.
¡°Tiene que tenerlo (el embarazo)¡±, dice Aurora que le dijo el primer m¨¦dico que detect¨® el s¨ªndrome de su hijo, aquella ma?ana en la que le explic¨® brevemente qu¨¦ era el s¨ªndrome abdomen pared. A partir de este momento ella se recluy¨® en casa para evitar las preguntas curiosas que la gente hace a una mujer embarazada. Vest¨ªa blusa negra y pantal¨®n oscuro. ¡°Yo comenc¨¦ mi duelo. Sab¨ªa que ten¨ªa en m¨ª a un beb¨¦ que sufr¨ªa y que morir¨ªa apenas al nacer. Es muy f¨¢cil de decir, pero muy dif¨ªcil comprenderlo¡±
El jefe del servicio de Obstetricia del hospital de la capital hab¨ªa escrito que no hab¨ªa una amenaza especial para la salud de la madre. Los abogados del hospital dijeron que esto era un asunto m¨¦dico. Y as¨ª lleg¨® Aurora a finales de diciembre, cuando rompi¨® aguas y lleg¨® de emergencia al hospital de su provincia. Pari¨® por la noche y logr¨® evitar que la llevaran a recuperarse a la sala donde estaban otras madres con sus beb¨¦s reci¨¦n nacidos.
El suyo estaba reci¨¦n fallecido, como estaba pronosticado. El padre estaba comprando el ata¨²d blanco en el que lo enterrar¨ªan el d¨ªa siguiente por la tarde en el cementerio de su pueblo, con el nombre de Manuel. Aurora, por cierto, no se llama Aurora, pero se niega a revelar su nombre y su rostro por miedo a represalias de sectores conservadores organizados contra el aborto y otros temas que se discuten en Costa Rica, como uniones de homosexuales o fertilizaci¨®n in vitro. ¡°Diga que soy Aurora, es m¨¢s seguro¡±.
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