Londres aprueba la regulaci¨®n de la prensa de forma unilateral
Los medios rechazan la ¨²ltima oferta del Gobierno para alcanzar un acuerdo
Tras un d¨ªa de tensi¨®n y dos intentos sin ¨¦xito de la industria para intentar evitarlo por v¨ªa judicial, el Gobierno brit¨¢nico ha aprobado la nueva norma que pretende regular la prensa. Y es solo un ¡°pretende¡± porque la prensa ha rechazado de forma un¨¢nime la nueva regulaci¨®n, que es voluntaria, y una gran parte de ella va a optar por poner en marcha su propio organismo de regulaci¨®n.
Es, pues, una guerra abierta entre la prensa y la clase pol¨ªtica, aunque el Gobierno, que cuenta en este asunto con el apoyo de la oposici¨®n, ha realizado un ¨²ltimo intento pacificador. A ¨²ltima hora, cedi¨® ayer terreno en uno de los puntos m¨¢s controvertidos: la norma reguladora no podr¨¢ ser modificada por el Parlamento si esas modificaciones no cuentan tambi¨¦n con el apoyo de la industria. Una cesi¨®n aparentemente insuficiente.
La regulaci¨®n es consecuencia de la indignaci¨®n popular que provoc¨® el esc¨¢ndalo de las escuchas ilegales del tabloide News of The World, que llev¨® incluso a su cierre en el verano de 2011. Esta semana, precisamente, ha empezado el juicio contra los acusados de aquellas escuchas.
A ra¨ªz de ese esc¨¢ndalo, el Gobierno encarg¨® el exjuez Levison una investigaci¨®n sobre las escuchas y de forma gen¨¦rica sobre los abusos de la prensa, sobre todo en materia de privacidad. Levison acab¨® recomendando la puesta en marcha de un sistema independiente de autorregulaci¨®n que fuera al mismo tiempo voluntario pero con rango legal en su aplicaci¨®n.
Los tres grandes partidos pol¨ªticos y el grupo de presi¨®n Hacked Off, que representa a muchos afectados por los abusos de la prensa, pactaron en marzo una propuesta de regulaci¨®n que fue abiertamente rechazada por la prensa. Y esta acab¨® presentado una propuesta alternativa que hace unas semanas fue finalmente rechazada por el Gobierno como sustituto de la suya.
Las dos propuestas son muy similares a primera vista. Pese a ser considerada una instituci¨®n medieval y secretista, la industria acepta que la regulaci¨®n se vehicule a trav¨¦s de una C¨¦dula Real: un arcaico sistema decidido por el llamado Privy Council, un grupo de pol¨ªticos que trabaja en secreto y aconseja a la reina sobre la aceptaci¨®n o no de la c¨¦dula.
Tambi¨¦n tienen en com¨²n la estructura del organismo regulador, la aceptaci¨®n de un sistema r¨¢pido de quejas para investigar los abusos, la necesidad de rectificar de forma preeminente los errores o abusos e incluso la posibilidad de imponer multas de hasta un mill¨®n de libras (1,16 millones de euros) para las infracciones m¨¢s graves.
Pero ya se sabe que el diablo est¨¢ en los detalles y es en los detalles donde el desacuerdo es absoluto. La prensa considera que el hecho de que la nueva regulaci¨®n pueda en el futuro ser modificada por el Parlamento es abrir las puertas a que la libertad de expresi¨®n est¨¦ amenazada por los pol¨ªticos. Y rechaza que la mayor¨ªa de dos tercios en ambas c¨¢maras necesaria para aprobar esas modificaciones sea garant¨ªa de nada.
Se opone tambi¨¦n a las restricciones que la propuesta del Gobierno introduce a la presencia de periodistas y de directores de diario en los ¨®rganos reguladores, aunque esas condiciones se han suavizado en la propuesta final de principios de octubre respecto de la de marzo pasado. Se opone a su vez a la facilidad con la que los lectores pueden pleitear contra las informaciones, un aspecto tambi¨¦n suavizado en la versi¨®n final.
Y consideran un chantaje y una discriminaci¨®n contraria a la ley europea la decisi¨®n del Gobierno, ya implementada legalmente, de que las empresas que no se acojan a esa regulaci¨®n se arriesguen a pagar ¡°sanciones ejemplares¡± si pierden un caso en los tribunales e incluso tengan que pagar las costas aunque ganen un caso.
Ni un solo diario brit¨¢nico apoya la propuesta del Gobierno, que corre el riesgo de ser aprobada pero jam¨¢s aplicada. Pero tres grandes diarios (Financial Times, Guardian e Independent) se resisten por ahora a sumarse al regulador alternativo que impulsan el resto de grandes grupos y que podr¨ªa estar en vigor dentro de un a?o.
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